Re:Viaje por África II ***AÑADIDO AL INDICE***

Iniciado por oscaryrut, Octubre 27, 2016, 18:24:09 pm

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luises

Aquí seguimos al pié del cañón leyendo tus crónicas!! Gracias por regalarnos tu tiempo y hacernos participes de la aventura!

Arturo Vitoria

Y tanto que siguimos al pie del cañón, esperando ansiosos otro capítulo de vuestro viaje...menuda droga que nos has dado!!  .palmas
Gran viaje, gran crónica y gran trabajo y molestias las que te tomas para que podamos seguir disfrutándolo.
Al final de cada entrega, me quedan ganas de volver atrás en el relato y releer todo del tirón, jejeje...
Muchas gracias, un abrazo!  .ereselmejor
Asimilando la vida mientras viajo.

oscaryrut

Gracias a vosotros y a tod@s los que leéis, de manera anónima, la crónica. Pensad que, sois vosotros los que alimentáis, con vuestros clicks, mis ganas por seguir contado la historia, y que habrá historia hasta que vosotros decidáis que la halla.

Argibay

Hasta que te aburras.
Porque lo que es a nosotros nos tienes enganchados.

forote

Cita de: argibay en Noviembre 18, 2016, 15:35:34 pm
Hasta que te aburras.
Porque lo que es a nosotros nos tienes enganchados.


Cierto al 100%
Aquí estamos a la sombra de tus letras

oscaryrut

Aquí en Guinea, ocurre una cosa curiosa. Este país, no puede auto abastecerse de energía eléctrica, no tiene presas, no tiene térmicas, es un país tan poco tocado por la industria que necesita comprar esa energía a los vecinos. En el caso de Guinea, el vecino que lo alimenta es Costa de Marfil, y solo alimenta las grandes ciudades como Conakry, Boqué, Labé.... y solo por la noche. Si algún día viajáis y pernoctáis en un hotel de mediocre calidad, aquí en Guinea, os daréis cuenta rápido. La luz y el aire acondicionado, solo funcionan a partir de las 22h hasta las 5h y supongo que en hoteles ya de otro tipo de categoría, pues tendrán su generador.

Porqué explico esto, pues porque de esta manera, con muchísima humedad y alumbrados por la luz de unas velas y nuestros frontales, trazamos, en el camastro de nuestra habitación, la ruta, que durante las siguientes semanas, nos llevarían hasta la puerta de Sierra Leona. Sudando a gorgotones, esperando que llegasen las 22h, con el mapa desplegado, y con dos latas de Malta fresquitas, íbamos siguiendo las lineas que nos marcaba nuestro nuevo destino. Supongo que algo refrescaba, el ver, que el track que nos marcamos, pasaba en su integridad, pegados a nuestro mar, a nuestro azulísimo océano, y así, de esta guisa, y comiendo mandioca, llegaron las 22, la luz, el fresquito, y algo de energía para poder ver una peli en el portátil.

Nos despedimos del dueño del hotel. Esta gente, no están nada acostumbrados a que turistas con su propio vehículo, pasen alguna noche en su establecimiento, y el trato que te dan es más familiar que no comercial, casi siempre acabábamos conociendo a toda la familia del dueño, y compartiendo alguna cena con ellos. Muchas veces empiezas tu camino, con un par de números de teléfono, que ellos te aseguran, te podrían servir de ayuda en caso de apuro.

Seguíamos ruta hacia el Sur Oeste, directos al mar. Rut fue la primera que vio su gran azul. Estábamos de nuevo delante de el, nos asaltó, de manera simultanea, esa melancolía de estar tan lejos de lo conocido, de amigos y familia, el mar es lo que tiene, te abre un agujero en el corazón tan grande como su horizonte, pero a la vez nos dio alegría. Verlo significaba poder dormir en sus orillas, bañarnos en sus aguas y olerlo, palparlo. Teníamos intención de montarnos nuestro propio "oasis" en algún rincón y pasar mucho tiempo quietos, sin baibenes, sin aventuras, parando la intensidad del viaje, calmándolo todo.

Dejamos la cinta negra, ya nada más ver el mar. Empezamos a husmear las pistas que iban perpendiculares al océano, en busca de nuestras palmeras y nuestra arena y de momento era frustrante chocar una y otra vez con arrozales y marismas impenetrables. Toda la costa de Conakry iba a ser así?. Otra pista más y por lo que veíamos en el GPS, esta iba intentando cada vez más, acercarse al final de la tierra.

Fue el descubrimiento, el inicio, un amor, un encanto, un sueño, lo encontramos.

Argibay

Pero no nos dejes asi por el amor de dios :'( .confuso2 .confuso2

oscaryrut


YoAntesEraUnaLechuga


turbopoker

Oskar tio ¡COMO TE LO CURRAS!!!! .ereselmejor .ereselmejor
El mejor consejo lo da la experiencia, pero siempre llega demasiado tarde....

oscaryrut

Nunca hemos estado en el paraíso, nunca hemos estado en las playas del Caribe , ni las de la Polinesia, pero a nosotros, que éramos almas de ciudad venidas a menos, nos pareció un lugar aparte, un mundo diferente.  Me cuesta horrores, describir esta parte de la crónica. Puedes encontrar palabras que puedan dar algo de emoción a una aventura o describir una situación particular y conseguir crear algo de agobio con lo que uno lee.  Pero describir lugares como este, a mi, no se me da bien, se me escapa de las manos. Pienso que lo mejor es callar y que las imágenes hablen por si mismas.

Es un lugar maravilloso en todos los cientos de maneras que puede ser un lugar como este. Los primeros días, estuvimos alojados en una especie de "Campament", que habían montado para que los pocos turistas que se aventuran a venir por aquí, pudiesen sentirse tranquilos y alejados del contacto con los locales. Era un lugar aislado, no había ninguna aldea cercana, y el único contacto que teníamos era con el dueño del lugar.

Uno de los días, haciendo pistas buscando alguna cosa para comer, preguntando aquí  y allá, paso por delante nuestro un blanco en una moto. Un blanco sin casco y con un ciclomotor. Estaba claro que este tipo no era un aventurero en una moto capaz de invadir un país. Lo vimos y nos vio. Dio la vuelta a la moto y estupefacto, se nos plantó delante, como si acabase de ver un ovni. Nos preguntó que de donde habíamos salido. Y si el preguntaba, nosotros nos íbamos a ser menos.
Estuvimos un buen rato, en medio de la pista, enlazando una pregunta con otra, una respuesta con otra. Reinaba la calma en la conversación pero no había respiro ni momentos muertos. El tipo en cuestión, es francés y vive junto a su mujer, también francesa, en una aldea, llamada Goré. Son dos cincuentones que viven allí, dos aventureros que se cansaron de aventurear y que al llegar aquí, tomaron la decisión de no moverse más. Se hicieron una casita en la aldea y allí viven muy muy felizmente.

El, se dedica a hacer de intermediario entre el gobierno francés y las asociaciones que aquí quieren construir escuelas, hace de filtro, entre unos y otros. En sus ratos libres, que son todos, se dedica a ayudar en la construcción de un colegio y a buscar langostas con un kayukito que se hizo hacer. Ella, se dedica a escribir y pasear por la orilla del mar, a aprender el idioma y a relacionarse.

Nosotros nos instalamos en una cabañita alejada de la aldea y a escasos metros el agua. Ese fue nuestro hogar durante una docena de días. Nos dedicamos a leer, a pasear.  Cada noche sin falta, ver la puesta de sol sentados en la arena y unas noches conversando y otras en silencio contemplar como el cielo se llenaba de estrellas. Notar la brisa marina, ver quemar la madera mientras los niños cantaban sus canciones. 

Comíamos de ayudar a los pescadores a desenredar las redes. Ellos nos daban una parte equitativa al tiempo que estábamos en la faena, en pescado. Era un sencillísimo trueque. Era algo divino, hermoso.  Los niños trepaban y nos ofrecían cocos, a cambio de montar la cinta de equilibrio o a cambio, simplemente, de estar con nosotros.

Nos asaltaron tantísimas dudas. Podíamos convertir nuestro viaje en nuestra vida?

YoAntesEraUnaLechuga

Ay por dios, qué ganas de deciros "pero quedaros ahí a vivirrrrr!!!", qué maravillosa experiencia  .ereselmejor

oscaryrut


oscaryrut

Por la mañana, antes de que el sol comenzase a calentar la superficie del agua, la niebla era la dueña del lugar y le daba un aspecto fantasmagórico, se colaba entre las palmeras y hacía que el mar, pareciese en ebullición. Y con los primeros rayos del día, empezaba el movimiento. La niebla se levantaba, y con ella, la gente. Nosotros acabamos por ser parte de su rutina. Los críos de las aldeas vecinas y de las cabañas que bordeaban esta parte de mar, utilizaban la orilla para desplazarse al colegio de Goré, y cuando pasaban por nuestro lado, al principio eran todo recelos,pero con la inocencia, que solo un niño tiene, empezaron los primeros saludos y las primeras confianzas.

Todos nos saludaban a su paso, niños que iban al colegio y las mujeres que iban a comprar. Los hombres, ya hacia un buen rato, que estaban en la mar pescando. Aprovechaban la pleamar para entrar en el agua, luego el mar se retiraba unos 10 kilómetros para luego volver hasta nosotros con sus barcas llenas de captura. Cada aldea, tenía sus pescadores. Y cuando estos llegaban a la orilla, toda la aldea salía a recibirlos y a separar los peces de la redes. Nos acercamos tímidamente, el primer día, y con los brazos nos dijeron si queríamos formar parte, ese día, ese momento, de la aldea. Luego ya, diariamente, eramos dos más.

Despues de comer, lo pasábamos bañándonos en sus cálidas aguas. Rut que es muy friolera, todavía se asombra de como le llego a gustar tanto bañarse en esas playas. Nos estábamos horas en el agua. Y cuando llegaba el atardecer, llegaban esos momentos sublimes que hacen plantearte muchas cosas. La luz del atardecer te hace sentir especial, te hace ser capaz de cualquier cosa, te llena de alegría. Ya no era la niebla la que se colaba entre las palmeras, eran multitud de naranjas, rojizos, amarillos, los que las rodeaban, los que hacían brillar el mar, los que hacían brillar todavía más nuestros ojos. Estábamos siendo atrapados por este sitio, nos estábamos dejando enamorar. Tranquilidad, paz, hermosura. Nos mirábamos y sin decirlo, como dos personas que se entienden perfectamente, que se complementan, sabíamos lo que sin palabras, pensábamos.

Nuestros amigos franceses, no prometieron que nos ayudarían en todo. El más viejo de la aldea, nos dio su beneplácito para quedarnos, y el mismo, nos buscaría un terreno, donde poder construir una casa, las gentes de Goré, poco a poco, nos fueron aceptando como dos más. Ya no nos hacían sentir como extraños. Ya eran sinceros saludos y miradas de amistad. Llevábamos diez días allí. Nuestras cabezas iban locas. Se podía hacer, estaba claro. Empezar aquí una vida, era viable.

Pero suponemos que fue el miedo. El miedo a que Goré dejase de ser Goré,y se convirtiese en una bonita rutina, hizo que partiésemos de nuevo. Nos dijimos que Goré fue, lo que tenía que ser o lo que buscábamos, la parte más bonita y hermosa de nuestro viaje, la parada a la intensidad, la pausa de la aventura. Imaginamos que nuestras cabezas, sin decírnoslo, buscaban esto, un gran "oasis", una gran parada. Siempre estará allí, entre Boké y Conakry. Fue inmensamente triste, despedirse de todos ellos.

oscaryrut