Re:Viaje por África II ***AÑADIDO AL INDICE***

Iniciado por oscaryrut, Octubre 27, 2016, 18:24:09 pm

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oscaryrut

Gracias Arturo, está siendo un placer recordar los detalles del viaje y escribirlos

pisbur

No he podido parar hasta leerlo todo.
Gracias y gracias

oscaryrut

Noviembre 08, 2016, 09:30:09 am #92 Ultima modificación: Noviembre 08, 2016, 11:43:03 am por oscaryrut
empezó la huida del asfalto. Nuestro destino ahora era Labé, la capital de la región con la que comparte nombre. Teníamos que pasar por aquí para despues marchar dirección Norte hacia la Dama de Mali. En el mapa habían dibujadas dos alternativas, asfalto o pista. Con el asfalto, ya habíamos descubierto que era muy difícil  tratar, si que era cierto que de la frontera a Siguiri era bueno, pero a partir de aquí era terrorífico, medias de 15 kilómetros por hora eran como para destruir la moral del más paciente y aumentar la media, era destruir al coche más fuerte. La alternativa estaba clara, lo mejor iba a ser, encontrar el inicio de la pista que lleva camino de Labé, atravesar el rio Bafing por donde se pudiese y en un par o tres de noches llegariamos a Labé. Esta iba a ser nuestra primera excursión ya con un poco de entidad. Palabras como alternativa, pista, rió, noches, sonaban maravillosamente bien en nuestras aventureras mentes.

Que bien nos sentíamos, esto era espectacular. Elevaciones montañosas nos rodeaban mientras nos introducíamos cada vez más en el Norte de Guinea, teníamos que ir con cuidado de no aparecer en Mali, la frontera estaba cerca. La pista era perfecta, bien trabajada, y placentera en el rodar del coche. En el siguiente cruce, marca el GPS que tienes que tomar rumbo Oeste, marca que la pista sigue por ahí, me iba diciendo Rut. Llegada al cruce y nuestros ojos se abrieron como si tirasen hilos de nuestros párpados. Seguro que marca por ahí???. Esto se ponía serio, bastante serio. La ruta para llegar a Labé, desde aquí, era 4x4 de verdad, y iban a ser muchísimos kilómetros. Era un contraste, un choque, entre la razón y el corazón.

Fuimos haciendo kilómetros lentamente, como podíamos, la pista no dejaba margen, mucho mejor tomarse las cosas con paciencia que no romper nada por andar apresurados. El paisaje cada vez se iba cerrando más, cada vez la espesura nos iba ganando terreno a la anchura del camino. Los comentarios en el coche no eran muy alentadores, ya empezaba a haber cierto nerviosismo. Nos acordamos de Mali, cuando nos metimos en aquella ruta de bicicletas. Y aquí estaba claro que en coche no iban. Habían respiros en forma de plantaciones que daban un poco de aire a nuestros nervios, la espesura se abría unos metros y se volvía a cerrar.

Los locales que encontrábamos, nos marcaban que íbamos bien, era la dirección correcta y con señas les indicábamos si con semejante trasto se podría llegar. Todos decían que si. Así fuimos tirando. Y, llegaron nuestros primeros contactos con la fauna local. Ya durante el transcurso del día, fuimos viendo bandas de monos que corrían, cruzando la pista, y evidentemente con estos era mejor no tener contacto, no eran de un tamaño como para acercarte a rascarles la barbilla. Nuestro primer contacto, lo tuvo Rut, y contacto físico real.

Para, para, para, que es eso??? me dijo mi mujer. Era como una cuerda gorda y negra que atravesaba la pista. Nos bajamos a ver, y cuando estábamos a 1 metro más o menos de distancia, mi mujer se puso a gritar. Me muerde algo, me muerden en la espalda, le levanté la camiseta y ya tenía 3 hormigas enganchadas a ella, clavándole las pinzas en la piel. Era increíble, nunca habíamos visto nada igual, me costó arrancarlas, estaban atacándonos para defender el cordón negro de hormigas. Eran las típicas hormigas que ves por aquí, esas indefensas hormigas Europeas pero con una mala leche impresionante, rápidas, muy rápidas y armadas con dos apéndices afilados. Cuando Rut se calmó, nos pusimos a contemplarlas a una distancia prudencial y era alucinante verlas correr, verlas trabajar. Se veía claramente cuales eran las que obreras y cuales las soldado. Estas formaban un túnel por encima de las otras para protegerlas, si te acercabas o pisabas cerca de ellas, si giraban hacia donde tu estabas y te amenazaban levantando sus apéndices. Increíble, cualquier animal enfermo o herido, o cualquier persona con un problema serio de verdad que no se pudiese mover, podría ser presa de esta bestia. Nuestra mente ignorante, no podía, ni de lejos, imaginar como funcionaban, como notaban tu presencia, era algo demoledor, tanto, que las siguientes noches en el coche, al parar, nos asegurábamos de no tener un cordón negro cerca.

oscaryrut


luises

Hola, me llamo Luis y soy adicto... a este hilo!

oscaryrut

Gracias Luis, mi mujer también está enganchada. Cuando llega de trabaja, lo primero que me pregunta es si he escrito algo. Muchísimas gracias, estos comentarios motivan a remover los recuerdos.
Un abrazo

NICHY

Oscar no me esta gustando nada.....estoy tan de los nervios por arrancar la furgo y salir de viaje....y todo por tu culpa  .meparto .meparto

oscaryrut

Noviembre 09, 2016, 06:57:58 am #97 Ultima modificación: Noviembre 09, 2016, 11:22:47 am por oscaryrut
Guinea no nos iba a dejar descansar ni un segundo, a cada giro, a cada curva, nos iba a deparar una sorpresa, es el país de aventureros, es un territorio virgen, sin hoteles, sin campings, sin restaurantes, sin nuestros queridos "oasis", desconocíamos tanto de esta parcela de África.

Seguimos ruta por la pista dirección Labé, las pocas aldeas que atravesábamos estaban llenas de caras sorprendidas, de expresiones de incredulidad, pero sin excepción, todos nos confirmaban que por aquí íbamos bien. Era imposible perderse, solo había esta pista, solo había que seguirla, alguna traza salía de vez en cuando perpendicular a nosotros pero marchaban a las cosechas. El GPS y el mapa coincidían en que en pocos kilómetros nos encontraríamos la barrera del rio Bafing, el río de los ríos de esta zona, es el que alimenta la presa de Manantali, bastante más al norte, ya en Mali.

La llegada al río fue espectacular, un túnel de vegetación y de repente una masa de agua que se movía plácidamente dirección norte, fue un momento cálido. Las cuatro personas locales que habían allí en ese momento, esperando un kayukito, tuvieron en nosotros la novedad de la semana, hablaban y reían, nos miraban y volvían a reír. Al otro lado, una gran barcaza, estaba atada a la orilla del río. Les pregunté como podíamos hacerlo para pasar al otro lado del Bafing y seguir dirección Labé, y ya, las reacciones, nos hicieron darnos cuenta que esto iba para largo. No entro en detalles, pero fueron dos las noches esperando al barquero, viviendo en este remanso de tierra Guineana, viendo el ir y venir de las pocas personas que por aquí pasaban. Aprendimos paciencia, paciencia no correspondida ya que nunca conocimos al barquero, y nuestra desesperación por pasar al otro lado, nuestra obstinación por seguir hacia adelante y no volver sobre nuestros pasos, nos hizo cometer un error que por poco acaba con todo. 

Preguntamos si había algún otro lugar para pasar el río, y nuestra búsqueda obtuvo sus frutos, nos dijeron que si, que en la época que el río va bajo hay un paso, pero que ahora no sabían como estaría. Tuvimos que atravesar pastos, y, a ciegas y tirando del GPS, encontramos algo parecido a una trazita que nos fue llevando hacia el Bafing. Lo encontramos. Estábamos tensos, en el coche ni una palabra, yo movía el volante y Rut miraba el GPS. Así llevábamos un buen rato, casi sin respirar, hasta que encontramos algo semejante a un paso, no estaba nada claro. Encaré el coche perpendicular al río y observé. Bajaba mucha agua, pero los restos del puente sobresalían  y se podía intuir por donde se tenía que pasar. Volvieron los diálogos, fueron conversaciones que lejos de transmitir claridad y certeza, conseguían todo lo contrario.

El morro del coche se hundió en el agua de repente y sin avisar. Fue todo tan rápido, tan tan rápido, que no dio tiempo a casi nada. Metí marcha atrás y pisé con todas mis fuerzas el pedal del gas. Estábamos aterrorizados, podíamos haberlo perdido todo, incluso habernos perdido a nosotros mismos. Cayó un cigarrillo y luego cayó otro. Estábamos temblando. Nunca más Rut, nunca más, le juraba y perjuraba a mi mujer.

Solos, en Guinea Conakry haciendo esta temeridad, nos hubieses salido cara la ida, porque la vuelta no estaba segura. Nos habían vencido los ejércitos de la impaciencia y de la confianza. No podía volver a suceder. Nos venían a la cabeza tantas posibles variantes de lo que podía haber ocurrido de habernos ido río abajo. En fin, volvimos sobre nuestros pasos. Ricos en vivencias y parcos en palabras fuimos deshaciendo el camino. Otra lección más de nuestra queridísima África, que apretaba pero no ahogaba.

oscaryrut


sergiotiri


Arturo Vitoria

 :o ¡Menudo susto!  :o
y como bien has dicho...lección aprendida, y otra experiencia más. Lo importante, que aparte del susto, no os pasó nada grave, y podéis seguir con la aventura, eso sí, un poco más sabios...
Gracias por otra emocionante entrega... seguiremos mirando todos los días, a la espera del próximo tramo de ruta.  .palmas
Asimilando la vida mientras viajo.

oscaryrut

Noviembre 10, 2016, 08:38:42 am #101 Ultima modificación: Noviembre 10, 2016, 09:12:32 am por oscaryrut
volvimos atrás hasta encontrar de nuevo la horripilante cinta negra. Es un asfalto tan destruido que es capaz de moler tus huesos y romper los tornillos de cualquier máquina. Hay atrevidos o kamikaces, que pasan a toda velocidad. Los oyes venir, oyes los golpes secos de las llantas, los topes de los amortiguadores, el crujir de los chasis. Es horrible. y además las distancias no son cortas, acabas muy cansado al acabar el día.

Fuimos haciendo. Lentamente nos íbamos acercando a Mamou, es el centro literal del país. Cada punto cardinal incide en esta población. Una carretera hacia el Norte, hacia Labé, otra de la que veníamos al Este, una hacia el Sur, dirección Sierra Leona, Liberia, Costa de Marfil, y la que viene de la capital Conakry. Aquí todas coinciden y aquí fue donde pudimos aprovisionarnos de esas "chucherias" que te hacen el viaje más ameno cuando pica el aburrimiento, o te refrescan cuando la calor se hace insoportable. En la terraza de la gasolinera, sacamos nuestro mapa. Llevábamos 1 semana en Guinea y de nuevo el mapa ya estaba rojo. Le pasó al mapa de Mali, al de Burkina, y este no podía estar de ponerse rojo. Rojo del polvo de las pistas. La laterita, que es así como se llama, es el suelo propio de las regiones cálidas, y como nosotros vamos sin aire acondicionado y ventanas abiertas, pues os podéis imaginar como estaba siempre el interior del Nissan y nosotros claro. Había días que usábamos hasta mascarillas.

Por esta razón, y por la calor y la humedad, siempre que veíamos un río, nos íbamos de cabeza. Es cierto que las recomendaciones que hace al respecto, el centro de enfermedades tropicales, te dice que ni pisar el agua de estos países, pero..... si el río se mueve la calor se va. Y estas paradas, se fueron volviendo nuestros "oasis", era tal el nivel de confort que habíamos conseguido, que un rio, pequeño o grande, se convertía durante medio día en nuestro "oasis", no habían otros viajeros, no habían cómodas camas ni buena comida, únicamente era un río donde meterse, lavarnos, lavar la ropa, y estarnos un buen rato charlando con la gente.

En Mamou, decidimos ir para el Norte, hacia las montañas. En el mapa se leía bien claro, Fouta Djalon. Aquí nacen los ríos, Senegal, Gambia, el Bafing, las grandes arterias, las grandes aportadoras de la vida en el Oeste de África. Es un territorio montañoso, llenísimo de vida, y nuestra intención era recorrerlo en lo posible de Sur a Norte, hasta la famosa Dama de Mali, ya muy cerquita de la frontera con Senegal.

Estas paradas a repostar de gasoil el Nissan, a repostar nuestro arcón de comida , y a repostar nuestra energía eran vitales. Abrir el mapa en una mesa de plástico de la terraza de cualquier gasolinera era como abrir el mapa mundi y decir: cual es el siguiente final del mundo que queremos ir a ver???. Salíamos nuevos de nuevo a la carretera, con objetivos, con ganas de conocer, y con pocas ganas de meternos en líos.

oscaryrut


oscaryrut

circulando hacia el  Norte, se pasa por Pita, un pueblo camino de algo más, y donde el mapa decía que por la zona podíamos encontrar varias cascadas y ríos. Realmente la zona lo decía por si misma, verde, y más verde y ríos por todos sitios. Dejamos el dichoso asfalto y empezamos nuestra nueva excursión por una pista que a priori prometía como buena, fiable, exenta de protagonismo, sin ningún tipo de pretensión. Así, fuimos haciendo kilómetros, atravesando aldeas, y ganando metros de altura a las montañas.

Ya se podía intuir por donde iban los tiros, en la lejanía se veían grandes venas de agua, a muchos metros por debajo de donde nosotros estábamos. Los dos coincidíamos en que en algún lugar, el río tenía que formar o unos escalones de agua salvajes o un cortado que hiciese precipitarse el agua tropocientos metros. No sabíamos si la pista iba en la dirección correcta. Seguíamos un rumbo errático, a ratos al Oeste, a ratos al Norte, no llegábamos nunca a ningún sitio, pero la verdad, es que la ruta era tan placentera, que nos daba igual. Atravesábamos pequeños cursos de agua, que le iban dando ese puntito picante a la travesía.

Al poco rato, nos atrapó la noche, la cena y la hoguera, y a la luz de esta, momentos de silencio y momentos de narrar aventuras. Cuando las vivencias son tan intensas y próximas, te echas a templar. El viaje estaba siendo muy bestia. Echábamos la memoria atrás, a los primeros días con Asier en Marruecos y para nada podíamos haber imaginado todo esto y Asier salía en las conversaciones continuamente, sobretodo solíamos comentar que esto es lo que el realmente tenía que haber vivido.

A la mañana, café caliente, motor en marcha y de nuevo a la pista. Unos kilómetros después, bajadas vertiginosas nos empiezan a hacer sudar, giros de 180º y otra bajada, íbamos directos a algo. Ese algo, era el final de la pista y un inmenso río delante nuestro. Estábamos a dos días del inicio de la excursión y después de la experiencia, para nada me importaba estarme otros dos días volviendo. Haber llegado hasta aquí, ya merecía esos dos días, el lugar era increíble. Verde oscuro, verde claro, cientos de tonalidades de azules, y el cantar de los pájaros. El agua venía y marchaba hacia el horizonte, y al fondo se oía el rugir de algo inmenso. Estábamos hipnotizados de tanta belleza, de tanta naturaleza.

Dejamos el coche en terreno sano, lejos de la ribera y nos pusimos a andar. No podía ser que esto fuese un culo de saco. La pista era demasiado buena como para acabarse de esta manera, pero, ni un solo indicio de que siguiese por algún sitio. La pista acababa justo en el agua, en el rio. Nadie a quien preguntar, ninguna señal, nada. Rut levantó la vista y vio una especie de pasarela que cruzaba el rio. Nos acercamos a ver y de pronto nos sentimos pequeños Indianas buscando su templo o su arca perdida. No podía ser cierto, existen, hay puentes como los de las películas, y nosotros teníamos que atravesar uno para intentar conseguir desentrañar el misterio. Que divertido era todo. Éramos mayores descubriendo secretos de niños, nos estábamos sintiendo exploradores.

Que carajo podía haber al otro lado, por donde seguiría el camino, que era el ruido que oíamos al final del río??. Con muchísimo cuidado caminé por la pasarela, primero uno y luego el otro. Rut no lo vio nada claro, la verdad es que estaba muy precaria, eran planchas de hojalata que hacían de suelo y alambres que aguantaban toda la estructura, se volvió para atrás. Me junté con ella de nuevo y nos pusimos de acuerdo. Yo marcharía al otro lado y miraría de encontrar una pista, un paso o una respuesta. En el otro extremo del puente, todo era igual que del lado donde estaba Rut, era un espejo, una copia. Una pista llegaba, giraba y acababa en el agua. La respuesta a la continuación de la ruta ya estaba resuelta, la única manera de continuar era atravesando el río pero y el estruendo que se oía de fondo?

No dejaba de soplar, no paraba de hacerme preguntas, y de mirar una y otra vez el agua. Conocía mis limitaciones, conocía lo suficiente las limitaciones del coche, ahora faltaba conocer el río, era lo que aparentaba o tenía un punto débil, un lugar donde nos pudiese dar un respiro, donde nos perdonase chafardear sus profundidades. Me quité las bambas, el pantalón y empecé a caminar por el agua. El fondo era duro, pintaba bien, y no superaba mi cintura en ningún momento. Alguna piedra, algún escalón, algo de barro. Fui llegando al ecuador del cruce. aquí el rio a duras penas superaba los dos palmos de agua. Si lo siguiente era así, lo podríamos superar sin problemas.

De nuevo, estábamos juntos. Rut no paraba de preguntarme si el paso era viable, si lo tenía claro. Me preguntaba por el ruido al final del río, de si la pista seguía. Era momento de tomar una decisión.








oscaryrut