Viaje a Grecia por las grandes islas (21d). Nov-2008 ***AÑADIDO AL INDICE***

Iniciado por viano, Noviembre 21, 2008, 16:59:25 pm

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viano

Noviembre 23, 2008, 13:10:26 pm #15 Ultima modificación: Diciembre 04, 2008, 19:03:42 pm por viano
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6. Saone (F) - Cabo Caccia (I)

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Nada más despertarnos con una lluvia tonta que empañaba los cristales frente a donde nos habíamos apostado para dormir

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nos pusimos manos a la obra. No había tiempo que perder si esa tarde queríamos tomar el último ferry para la isla italiana de Cerdeña.

Un desyauno y un aseo rápidos en la furgo nos pusieron a las puertas de la capital de Córcega, Ajaccio. En el barrio de Alata, donde se encuentra el acueducto de Culetta,

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compramos un pan con olivas a la chica del Au bon pain, una de esas boutiques francesas que hay en cualquier cruce de carreteras del país. Justo al lado de este lavadero ¡específico para vehículos 4x4!

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Teníamos algunas informaciones confusas sacadas de internet sobre si del puerto de la capital salían fuera de la temporada de verano barcos hacia Cerdeña. Así en caso de necesidad nos evitaríamos llegar hasta el sur de Córcega.

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En la estación nos lo aclararon: era completamente necesario que llegáramos hasta Bonifacio incluso para el tema de adquirir con antelación el pasaje. Desde allí, en una hora aproximadamente y por 62,90 €, nos llevarían hasta la segunda isla del Mediterráneo cruzando el estrecho.



Como el tiempo apremiaba, únicamente nos dió tiempo a estacionar en la plaza de la catedral y recorrer las calles de la parte vieja

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hasta dar con la casa donde nació el emperador Napoleón Bonaparte.

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La ciudad, que rezuma la simbología imperial por todas partes,

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es en realidad una larga aglomeración en torno al puerto

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en uno de los lados de la bahía. Rodeándola salimos de allí rumbo al Sur viendo por un lado conducciones un poco temerarias como ésta en medio de la lluvia



> Ver video del adelantamiento

y por otro pequeñas localidades en pleno otoño, de arquitectura italianizante decadente, como Grosseto-Prugna (en la foto) o Petretto-Viccisano, en cuya área de descanso nos esparcimos un poco.

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Al pasar por Olmeto comprobamos cómo el cementerio, en una ladera, era más extenso que el propio pueblo, y en Propriano, de hermosa ensenada turquesa,

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el cementerio también es curioso: pasa por enmedio la misma carretera.

Al llegar a Bonifacio, como estamos en la cuenca mediterránea y es pleno otoño, tenemos todos los boletos: nos pilla una gota fría que nos descarga en sólo diez minutos 46 litros por metro cuadrado justo cuando estábamos intentando aparcar en lo alto de la fortaleza.

De repente el cielo se cerró, empezó a descargar tanto que las calles con escaleras se convirtieron en cataratas, en unos breves instantes... fue brutal.

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> Ver video

Salimos echando hostias de allí porque la cosa se ponía fatal por momentos. Hasta tal punto se acumuló el agua por las calles de la parte alta, que rebosaba por las oquedades de la muralla.

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> Ver video

Como las dificultades no vienen solas, cuando por fin accedemos a la pequeña terminal marítima, finalizada la tormenta,

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la señorita Rottenmeier



(la severa institutriz de Heidi) en persona nos atiende en la taquilla de la estación y nos informa de que de subir al barco de las cinco de la tarde, nada de nada. Habría que esperar hasta mañana porque los turismos que puede llevar son sólo hasta 1,85 m de gálibo. El resto lo ocuparían camiones.

Nuestra desolación ante la inminencia de perder casi un día de vacaciones se vuelve decisión cuando baja el capitán del barco a hacer un descanso (el ferry va y viene constantemente entre Cerdeña y Córcega). Lo abordo junto a la taquillera y le explico que es imprescindible que nos deje embarcar, que necesitamos urgentemente llegar a Cerdeña esa tarde porque perdemos un enlace a Sicilia.

Como en la Italia mafiosa todo es ya negociable  ;D , al final, enfurruñados los dos diciendo no sé qué de que si pasaba algo ellos no se hacían responsables y bla, bla, bla... nos acoplan en un rincón lleno de trastos, en el compartimento de camiones y por fin abandonamos Francia con la impresionante vista de las Casas Colgadas de Bonifacio. Como en Cuenca, pero dando al mar.

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Con noche declarada llegamos a Santa Teresa de Gallura, en el norte de Cerdeña, otro puerto de juguete donde nada más desembarcar actualizamos el navegador, repostamos gasolina mucho más barata que el gasóleo y ponemos proa a la ciudad de Sassari, la segunda de la isla.

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Como no acabamos de encontrar señales de internet en abierto por los barrios de la entrada, nos metemos en el centro y aparcamos nada menos que en el Corso Vittorio Emmanuele, algo así como la calle mayor (cosa impensable de día) a la puerta de una pizzería familiar que hay en el número 51, Da Marcellino. Una chavala simpática y dos hacendosos pizzeros nos dan de cenar allí mismo por 7 € cada uno en un tiempo récord y nos lo comemos todo en una de las dos mesitas con manteles de cuadros rojos que nadie sabe cómo caben en unos seis metros cuadrados de comedor que tienen, abierto a la calle. Cae la lluvia. Los chavales que reparten a domicilio con las motos farfullan entre ellos que están bagnati (mojados). La de bacon, gorgonzola y rúcula está que te mueres.

Se ponen muy contentos cuando descubren que somos españoles. En todo el sur de Italia aprecian mucho a nuestro país. Bueno, en realidad, Nápoles y Sicilia fueron España entre 1516 y 1860.

En un aparcamiento libre del 117 de la avenida Umberto I nos tiramos después un buen rato despachando en el portátil

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cosas en red y repostamos, por primera vez desde que salimos de la Francia continental, gasolina de 98 octanos.

Una bellísima carretera, en medio de la noche con luna creciente, nos acerca a Cabo Caccia bordeando la bahía de Porto Conte.

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Llueve mucho. El aparcamiento de la Gruta de Neptuno, en total soledad, nos acoge. La furgo se zarandea por el fuerte viento. Perfecto para dormir.







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octavio-hdez

increible viaje esperamos la segunda etapa!!!!!buena cronica tambien.

viano

Noviembre 26, 2008, 17:02:57 pm #17 Ultima modificación: Diciembre 04, 2008, 19:15:07 pm por viano
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7. Cabo Caccia (I) - San Giovanni di Sinis (I)

A las diez y media es la primera visita guiada a la gruta de Neptuno, una formación natural cuya rasante coincide exactamente con el nivel medio del mar.



Por esa razón precísamente, como el mar estaba troppo (fuerte marejada), como dicen ellos, suspenden la visita, cosa muy frecuente en los días de esta temporada. Tres cuarentonas turcas de look pijito y nosotros dos nos quedamos compuestos y sin novio, con cara de póker. Nos piden que si las podemos llevar hacia Alghero, la mayor ciudad catalana fuera de Cataluña. Pero, como sólo tenemos dos plazas homologadas, se tienen que subir al bus que ya estaba esperando allí al lado, en la cabecera de línea.

La ciudad es bellísima, quizá la más bonita de la isla, tanto de lejos

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como de cerca, con el mar embravecido.

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Su centro parece trasladarte a cualquier callejuela del barrio gótico barcelonés de Ciutat Vella.

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Como las prohibiciones de casi todos los sitios están pensadas sobre todo para las avalanchas de turistas del verano, nosotros nos saltamos las que restringían ingresar en el aparcamiento del puerto, el punto más sencillo para aventurarse a disfrutar del casco viejo. Por allí dejaba de llover, salía el sol, volvía a llover... lo justo para que se produjera esto:

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Lo más provechoso que hicimos por el entramado medieval y también por la parte más moderna de la ciudad fue comprar postales, reponer la despensa de la furgo en un súper y, sobre todo, entrar en el 30 de la calle XX Settembre en la agencia de viajes Shardana (muy apropiado para una ciudad catalana) y hacernos con el pasaje furgo + dos personas que nos habría de llevar por sólo 180,18 € (de los cuales 10 fueron para la oficina por la gestión) con la empresa Tirrenia al viernes siguiente hasta la isla de Sicilia.

Tuvimos mucha suerte porque esa travesía sólo se hace los viernes en la temporada baja y estábamos a miércoles. Si llegamos un poco más tarde nos habríamos quedado copados una semana en Cerdeña sin poder continuar la ruta prevista.

Nos arrepentimos, tras haber comprado la Guida Rossa de Italia



(que venía con un cuaderno Moleskine de regalo)



en la interesante librería Lobrano (Sassari 65), de no haber intercambiado unas palabras en catalán con la encargada que nos atendió. Nos hubiera gustado escuchar hablar el idioma con los rasgos del alguerés. Otra vez será.

Aún nos hizo la lluvia correr un poco en el regreso hacia el aparcamiento. El viento hacía inútiles los paraguas...

Avanzando hacia la costa Este de la isla nos encontramos con la imponente silueta, subrayada en los mapas turísticos, de la Abadía de Saccargia, en la que destaca la altiva estampa en estilo románico pisano (con alternancia de mármoles de colores distintos) de su campanario.

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En lo más alto descubrimos cómo se relamía ¿una rapaz?, cuando por el suelo notamos los restos de una reciente merienda a base de palomas tiernas.

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En una discreta posición, cerca de lo que quedaba del claustro del cenobio,

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nos dimos la duchita caliente y comimos en la furgo.

Cuando llegamos a Olbia, anochecido, donde fue rocambolesco el poder aparcar decentemente, nos dimos un buen paseo por el centro, que ya iba cerrando sus comercios,

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pero que nos abrió el hambre necesaria para sentarnos a una reconocidísima mesa (70 años atendiendo la chef Rita Denza al cliente) que no acabó de agradarnos del todo: Gallura. Es una estrella de las que llaman de producto. Nada de cocina creativa. Clásico a tope, elaboraciones sencillas, servicio indisciplinado. Pasable, pero de los de no repetir ni recomendar.

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Originalísimo, en cambio, el pan que sirve: ácimo, con sal gorda y orégano, y crujiente, en obleas irregulares de unos cuarenta centímetros de diámetro.

Antes de salir del pueblo, un poco de internet, un repostaje en la Galp. Y mucha carretera hasta Oristano, otra vez en la costa Oeste, donde nos acomodamos en el aparcamiento de las ruinas feniciorromanas de Tharros junto a la iglesia paleocristiana de San Giovanni di Sinis, cuya visita nos había recomendado un chico de la cercana Oristano, Francesco, amigo del compañero forero andrius, con quien compartimos en Salmanca no hace mucho una miniKDD.

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Más lluvia, más silencio. Pernocta número 403ª.


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viano

Noviembre 26, 2008, 21:38:41 pm #18 Ultima modificación: Diciembre 04, 2008, 19:23:02 pm por viano
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8. San Giovanni di Sinis (I) - Quartu Sant'Elena (I)

Cuando hubimos terminado con la rutina de ponernos en circulación y saltamos de la furgo, lo primero que nos encontramos fue que en la iglesia paleocristiana,

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una verdadera joya del siglo XI, se están rodando unas escenas con muchos extras de la película Il Re (el Rey) que, según me contó en un receso un miembro del equipo, es una especie de reactualización del personaje de Jesucristo. Ya sabéis: en la católica Italia se llevan mucho estos temas.

Mirad el camión de atrezzo:

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En el punto más sobresaliente del Cabo San Marco

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hay una torre de vigilancia que domina las ruinas de la ciudad fenicia y después romana de Tharros que, aunque tiene mucho interés histórico para el especialista, para el visitante normal no encierra nada de espectacular: canalizaciones de saneamiento, termas, restos de templos y viviendas... poco más.

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Nos llegamos a continuación hasta Oristano y uno hace más compra en el centro comercial Porta Nuova mientras otro labores de mantenimiento en la furgo en el estacionamiento subterráneo.

De allí, pasando por la pequeña población de Santa Giusta y visitando la basílica románica (unos jubilados que andaban por allí nos aconsejaron el punto exacto para tomar esta foto),

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fuimos haciendo los atajos que nos dijo el navegador hasta alcanzar la alhaja arqueológica de Cerdeña, patrimonio de la Humanidad: el poblado Nurágico de Barumini, del 1100 a.C., una fortaleza-vivienda cuadrilobulada espectacular que tuvimos la fortuna de divisar justo al ocaso.

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Y todo esto sin haber almorzado todavía. Así es que allí, en el aparcamiento, hicimos todo: comida, merienda y ducha en la más absoluta paz y soledad. Más ventajas de la temporada baja.

Antes de entrar en la autovía que llega a la capital de la isla, Cagliari, lavamos la carrocería en unos boxes de los que funcionan con fichas (jettonne) que te proporciona un dispensador a cambio de euros.

En el aparcamiento de la Torre del Elefante,

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al aire libre en un rellano de la fortificación, con pinta de seguro y donde alguien junto a este camper mostró su hartazgo con la democracia,

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dejamos nuestro medio de transporte para zigzaguear por la plaza de la catedral

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y las callejuelas

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que conducen al bastión de la terraza Umberto I, un magnífico y grandilocuente mirador que domina el caserío.

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Bajamos a pie por las avenidas que conducen al puerto, comprobando la marchilla que hay un jueves normal, hasta la zona de la estación de ferrocarril y el Ayuntamiento,

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a cuya vera hay una conocida calle de bares y restaurantes (via Sardegna) donde nos acoplamos a cenar ya tarde (nos hicieron el favor) en el número 44. Concretamente en uno que no nos dejó indiferentes: Al Porto, que ofreció un risotto del mar verdaderamente rico y una variante sarda del tiramisú que hacen en la isla cambiando los ingredientes normales por queso ricotta y licor de mirto.

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Cuando volvíamos de nuevo hacia la furgo, nos llamó la atención que en una galería de arte (Spazio P) de via Napoli estaban preparando la instalación Lugares de Misterio



debida al artista toledano Ignacio Llamas, que inauguraba al día siguiente y hasta el 30 de noviembre. Allí pegamos la hebra con la comisaria, una tía supersimpática que casi casi quería que nos quedáramos allí otra semana (no habría barco a Sicilia hasta siete días después) con tal de asistir a la muestra.

Subiendo de regreso por la zona de la plaza Yenne, usamos con más gente que volvía de los bares el ascensor público que lleva hasta el aparcamiento. Allí estaba la furgo intacta y con ella nos bajamos al puerto a hacer cosillas. Uno estuvo viendo un poco de internet junto a una salchichería portátil (hecha en un furgón), el otro dando un paseo por la cercana via Giaocchino Rossini... hasta que nos entró sueño y, atravesando la localidad-dormitorio  ;D  de Quartu Sant'Elena, nos quedamos sopa al arrullo de las panorámicas de la bahía que hay desde el parque natural Parco 7 Fradis (los siete hermanos), que de día es así:

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viano

Noviembre 27, 2008, 14:16:42 pm #19 Ultima modificación: Diciembre 04, 2008, 19:27:58 pm por viano
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9. Quartu Sant'Elena(I) - Palermo (I)

Éste fue un día sin pena ni gloria, una simple y llana pérdida de tiempo esperando a que saliera el barco semanal Cerdeña-Sicilia de los viernes. La temporada baja también -hay que decirlo- tiene inconvenientes.

Pues nada: nos levantamos a las mil, casi al mediodía... alguna gente pasaba haciendo footing por la carretera que asciende a la cima del parque... y uno de nosotros la emuló antes del aseo.

Para matarlo repostamos en Vilasimius agua y gasolina de 95 en el pk 14 de la SS125. El chico de la pequeña estación de servicio, como ésas que hay en el centro de algunas poblaciones (dos surtidores y una caseta), nos recibe con un Salve!, tan característico del italiano meridional (frente al Ciao! de toda la vida) y nos da barra libre en una manguera medio rota con la que incluso hicimos el vaciado y limpieza de los conductos del WC. Suerte que llevábamos la colección de racores multiusos que conocéis por este brico.



Un consejo: cuando queráis repostar agua y gasolina a la vez, haced primero lo segundo. Siempre se trata mejor a un cliente que a un desconocido.

En esa carretera grabamos varios videos, todos iguales de espeluznantes. Para no cansaros, sólo os hemos subido uno (atención al segundo 24º) para que veáis cómo la linea continua es siempre opcional, incluso en las curvas sin visibilidad. Ver para creer.

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> Ver video-denuncia


En el hiper Auchan de Monserrato nos repartimos otra vez el trabajo: uno a comprar, el otro a poner orden por la furgo... y tan entretenidos estuvimos que no calculamos bien y se nos llegó la hora del embarque. Marchamos rápidamente hacia el puerto de Cagliari, estresados, haciedo jichadas en algunos cruces porque no llegábamos. Y encima nos equivocamos de acceso y tuvimos que rectificar... el caso es que montamos in extremis cuando ya casi faltaban unos minutillos para elevar las rampas. 19:00 h. ¡Uf!

Naturalmente nos quedamos a dormir en la bodega, como tenemos por costumbre. Descansamos como dios en vez de pasar una noche toledana en las butacas.








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txusmari

Noviembre 27, 2008, 16:48:02 pm #20 Ultima modificación: Noviembre 27, 2008, 18:28:46 pm por txusmari
Yo tambien tuve problemas con la señorita Rottenmeier.En verano el viaje se puede hacer con 2 compañias y al pedir presupuesto en una nos dijo una cantidad(no me acuerdo del precio)pero al ir a recoger el billete el día siguiente estaba la susodicha Rottenmeier y nos queria cobrar una cifra mayor,le explique que otra chica el día anterior nos había dicho otra cantidad pero ni leches ese hera el precio y teniamos que tragar y como la otra naviera estaba cerrada en ese momento,le dimos la conformidad a regañadientes.Pero cuando me había sacado los pasajes y tenia que firmar el resguardo de la Visa dije "Que le den por el culo" y no se lo firmé.Me dijo que me pasaria el cargo, pero ni por esas esperé a que abriesen la otra compañia y les compré el billete.El precio que pagé era pelín más barato pero si hubiese sido más caro no me hubiese importado.Al final no me pasó el cargo.

txusmari


Que raro que no hayas hecho ningún comentario sobre las escaleras de la Gruta de Neptuno.¿No quieres meter miedo? ;)

viano

Cita de: txusmari en Noviembre 27, 2008, 16:49:58 pm
Que raro que no hayas hecho ningún comentario sobre las escaleras de la Gruta de Neptuno.¿No quieres meter miedo? ;)


jeje

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viano

Noviembre 27, 2008, 21:34:21 pm #23 Ultima modificación: Diciembre 04, 2008, 19:38:01 pm por viano
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10. Palermo (I) - Siracusa (I)

Lo primero que se advierte al bajar con el vehículo en Palermo y empezar a rodar sin siquiera salir del puerto son las profundas desigualdades de una sociedad que en pocos metros enfrenta los cruceros de lujo

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con los más desheredados.

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La ciudad es un verdadero caos funcional, muy sucia y destartalada,

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casi sin aparcamientos. Y los que hay son, para que nos entendamos, un cochambroso garaje de comunidad de vecinos sin ningún estándar, de esos que dejas las llaves y te dan un papelito; con la rampa de acceso tan inclinada que pancearías sin remedio los bajos...

Ante la imposibiliad de disfrutar como es debido de la capital administrativa de la isla, atrás dejamos sin visitar más de cerca atracciones más cuidadas como la curiosa catedral,

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o el ayuntamiento

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y nos conformamos con ver al vuelo el latido de las calles y mercados. Porque allí todo se vende en la calle, con barullo, al modo árabe.

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Cerca de Misilmeri, a la salida de Palermo, en la carretera S121, en un área de descanso al modo español (o sea, un arcén ancho sin papelera) nos duchamos en compañía de tres autocaravanas grandes que pararon a continuación. Y de esta simpática escena de un agricultor que pasaba por allí.

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Por cierto, hablando de agua, para que en Sicilia nadie te mire raro cuando preguntas por el grifo para rellenar los depósitos, hay que decirle al gasolinero que es per il radiatore. Así no hay que dar explicaciones... Comprobado. Si no lo dices, se empieza a liar la cosa: que si no potable, que si para qué, que si cuánta...

Y eso que de las tres islas, de nuestras experiencias, deducimos que son más furgófobos cuanto más al norte. O sea, Córcega la peor: pone por muchos sitios interdit camping-car (prohibido campers). Cerdeña está mejor. Y Sicilia hasta con un montón de áreas para vaciado de aguas negras etc...

Luego, el navegador nos dio un rodeo absurdo a 15 km de nuestro destino porque el nombre de la calle que le pusimos era común a Agrigento, adonde íbamos en realidad, y a la urbanización a la que fuimos a parar. Pero no fue en vano, porque pudimos comprobar de cerca el azul intenso de ese brazo del Mediterráneo llamado Canal de Sicilia,

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algunos grafitti en la roca,

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los mares de invernaderos, al estilo de Almería,

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o esta chumbera que nos hemos permitido retocar.

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A la puerta del restaurante elegido estacionamos con toda facilidad (¡viva la temporada baja!) y con unos agradables 24ºC nos sirvieron en la terraza,

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con los templos griegos al fondo. Un placer para los sentidos. Y más si se tiene hambre. Fue en la Trattoria dei Templi, donde nadie debería perderse la mousse de naranja. Bueno, una pareja catalana chico-chica (ellos nos oían hablar en castellano y nosotros a ellos en catalán) sí se la perdió porque sólo comieron spaguetti y un café. Les salió baratito. La crisis;D

Igual que a nosotros, que en vez de picar y pagar el carísimo aparcamiento (4 €) del recinto arqueológico, nos retiramos discretamente unos centenares de metros y nos acomodamos por la patilla en el parking privado del hotel de cinco estrellas Villa Athena, donde unos albañiles que estaban poniendo Pladur® por las habitaciones en obras nos autorizaron sin más problema. El sitio donde están ubicados es magnífico.

Como me decía mi madre: No robes nunca. Tú pide, que el no ya lo tienes.

La experiencia de visitar el Valle de los Templos (que en realidad no es valle sino la arista de un roquedo) es una retrotracción en el tiempo nada menos que al siglo V a.C. para admirar de cerca (pero no entrar) las mejores muestras del estilo dórico fuera de Grecia, en ésta que se llamó la Magna Grecia.

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Para los que nos hemos formado en estudios sobre la Antigüedad (Filología Clásica en mi caso), la emoción de ver y reconocer estos templos como el de la Concordia o el de Hera que se muestran en las fotos es una experiencia que no se olvida nunca. Vuelves al instituto y a la universidad a esas diapositivas de las clases de Historia del Arte que una vez fueron virtuales y ahora resultan tangibles, cercanas...

Disfrutamos mucho.

Avanzamos hacia el Este a la par que la luz del sol declinaba por el lado contrario haciendo cosas prácticas en la siguiente localidad, Gela. Un poco de internet junto a una tienda de repuestos informáticos, en la glorieta de entrada, y algo de compra en el supermercado Tre-emme (en el 105 de la calle Pozzilo)... también parar para ver de cerca la refinería propiedad de la conocida petrolera Agip, una de las cadenas de gasolineras más caras de Europa según hemos comprobado en todos los viajes.

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Luego pasamos  -¡atención alaveses y alavesas!-  nada menos que por Vittoria,

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y por otro pueblo precioso, Comiso, del que nos gustó su duomo,

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con unas vistas muy chulas que se contemplan desde lo alto del puerto, camino de Modica. Allí, en un cruce de carreteras al lado de una heladería, descansamos de conducir, nos conectamos un poco y vimos el modo siciliano de poner las esquelas de sus muertos, varones en su inmensa mayoría.

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Muy cerca, en Ispica,

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tomamos la amarga decisión de no viajar a Malta (hubiésemos conocido un país más) desde el puerto de Pozzalo porque corríamos el riesgo severo de comprometer la viabilidad de poder llegar hasta Atenas. Los días de vacaciones son los que son y no da tiempo a más.

Avanzamos, por tanto, hasta Siracusa por la nueva autovía A18 y buscamos un lugar tranquilo cerca del recinto monumental de la Neápolis. Nos posamos a altura del chalé del número 20 de la calle Acquedotto. Un mal cálculo al aproximarme a la pared que tenía unas cajas de acometidas eléctricas... y la cago con un pequeño remache que sobresalía un poco. Aleta trasera izquierda tocada.

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Con el disgusto encima, nos dormimos.


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viano

Noviembre 28, 2008, 15:12:31 pm #24 Ultima modificación: Diciembre 04, 2008, 20:06:00 pm por viano
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11. Siracusa (I) - Cosenza (I)

Amanece un día de verano. En serio: 9 de noviembre, 26 ºC y un 92% de humedad relativa. Un cambio brutal. A los más viejos que encontramos durante el día por allí les preguntamos qué demonios sucede en julio y nos dijeron que había muchos de 45 ó 48 ºC. La baja latitud del lugar y la exposición sin protección a los vientos africanos... ya sabéis.

La gente estaba tan a gustito sin camiseta por las calles y balcones.

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El día fue triplemente raro. Primero por ser verano en otoño, segundo por ser domingo, porque no se ve la misma actividad que en un día de labor. Pero sobre todo fue raro porque el ayuntamiento había organizado en el centro de la ciudad experimentalmente el día sin coches, como primero inicialmente fuimos descubriendo al caminar

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y luego corroboramos leyendo la prensa local

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sentados en la pastelería Aretusa (Severio Landolina 32), donde probamos unos cafés con los hojaldres de crema típicos que llaman diplomáticos. Diremos de ellos sin ninguna diplomacia que están cojonudos.

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Las visitas que hicimos partieron de la propia calle en donde habíamos pasado la noche. Recordemos que se trataba de la calle del Acueducto. Y los nombres no se ponen por casualidad. Sino por causalidad. Mirando mirando, encontramos esto: un acueducto romano subterráneo alimentado por captaciones del terreno. Cada varias decenas de metros tiene una tapa de registro para control y limpieza del túnel.

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Si alguno de vosotros está interesado en el tema y quiere ver uno, e incluso meterse libremente dentro de él, no hace falta que se marche a Italia. Le basta con acercarse a la capital que fue de la provincia romana Lusitania, Mérida. Hemos explicado detalladamente en otro tema cómo llegar. Merece la pena.





De allí, nos metimos (gratis por ser domingo) en el recinto del teatro griego (del siglo III a.C.),

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el Altar de Hierón

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y el anfiteatro romano

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donde otra parejita catalana de chico-chica (es nuestro sino) nos pasó al lado leyendo en voz alta la explicación de una guía turística. Va a haber que pensar que los catalanes viajan por encima de la media.

Pero lo que verdaderamente nos cautivó fue la Isla de Ortigia, que es en realidad el verdadero centro antiguo de la ciudad de Siracusa. Catedral católica aparte, que pillamos en plena misa solemne de la Dedicación de la Basílica de Letrán, según hemos averiguado después,

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nos gustó mucho la Fuente de Aretusa, la intrincada red de callejuelas, en plan Barrio de Santa Cruz de Sevilla. Que seguro que se agradece los días de mucho calor,

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sobre todo porque sus extremos están abiertos al contorno de la isla, de aguas verdes muy transparentes.

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La desidia y la falta de gusto aparecen por muchos rincones, no obstante...

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¿Usaríais los servicios de una inmobiliaria a cuya entrada puede uno morir por la fractura de una ménsula? Mal presagio...

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Por momentos también parece Cádiz, por la luz, por el modo de vivir, por la forma del callejero...



Tomad nota de nombres de algunas calles lindas de pasear que os pongo en italiano estándar y donde procede en siciliano: Vicolo 4º alla Giudecca (Gia ruga delli Bagni), Ronco Palma (Gia Vanella Porta parva), o Crocifisso, donde vive éste:

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En el Palazzo della Provincia (via Roma 31) tenían una interesante exposición del artista japonés Kengo Kuma, en la que destacaba este iglú construido íntegramente con bridas de electricista y paneles ligeros de plástico hueco.

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De vuelta hacia la furgo comprobamos que el ayuntamiento se gasta la pasta en Vianos para patrullar (y no Vitos, como puede verse por el retrovisor, aunque nos dijo el policía del lado del copiloto que ya tenían jodidos los elevalunas y muchas más cosas);

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vimos tiendas graciosas;

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comprobamos que las empresas de seguros muestran bien a las claras el ser católicas (como hace aquí en Burgos por ejemplo la Caja de Ahorros del Círculo Católico);

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pasamos al lado también de un camión de bomberos con propaganda llamativa de la ultraderecha cristiana liderada por un tipo que se llama Franco Greco;

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compramos postales para familia y colegas pero no las pudimos enviar porque ningún quiosco ni estanco tenía sellos de tarifa internacional (0,60 €); igualmente vimos desde fuera algunas muestras notables de arquitectura religiosa moderna, de la que la ciudad tiene varios ejemplos, la Madonna delle Lacrime

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o la del Foro Siracusano,

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cerca de la cual encontramos pruebas de cómo los curas piden dinero en estos sobres a los parroquianos con la excusa de que va a ser para destinarlo al sufragio de sus difuntos. Cómo se lo montan...

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... que hasta las chicas de los anuncios los miran con deseo...

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La ciudad donde nació el gran Arquímedes (¿os acordáis de su principio... Todo cuerpo sumergido en un fluido...?) daba muchísimo más de sí, pero nuestro tiempo no.

Así es que tomamos un limoncello directamente de su árbol, admiramos esta verja de tulipanes de hierro,

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dejamos atrás a una multitud de hinchas que se disponía a asistir al partido de fútbol del domingo con sus bufandas azules coreando las consignas, montamos en la Marco Polo y abandonamos la ciudad saliendo por una de las puertas de la muralla griega rumbo a Catania, la capital cultural y económica de Sicilia. Una especie de Barcelona en todos los aspectos.

El partido que se jugara ese día debía de ser de máxima expectación porque no había nadie por la calle, se aparcaba muy bien en el centro, se oían de vez en cuando esos gritos masivos dentro de los bares y las casas cuando se pierde una ocasión de gol... Nosotros nos plantamos en la plaza del palacio Biscari,

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que visitamos tras comer en casa, y no nos perdimos algunas panorámicas a pie por la ciudad. Bonitos rincones en torno a la plaza del Duomo... parece una capital del norte de Italia...

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Vimos una campaña de Benetton, que juega como de costumbre con temas llamativos...

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y pasamos una tarde muy divertida picoteando por aquí y por allá hasta la noche. Da mucho de sí.

Para nuestra desgracia, el monte Etna, el volcán más activo de Europa, estaba completamente cubierto por las nubes. De forma que, de haberlas habido en ese rato, nos perdimos sus famosas fumarolas saliendo del cráter. Tampoco merecía la pena ir a ver con tanta niebla los restos de la erupción de septiembre de 2007 que afectó gravemente a la estación invernal del refugio de La Sapienza.



Para más inri, los medios de comunicación (Importante: estad siempre conectados a la prensa, radio, TV y a internet en los viajes. Se evitan muchos sustos) anunciaban para las 00:00 horas del día siguiente una huelga de autobuses, trenes y camioneros en las relaciones entre Sicilia y la Italia peninsular. Así es que nos dimos toda la prisa que pudimos para alcanzar Messina, sin parar en Taormina, y lograr pasar en un transbordador (unos 35 minutos) hasta la localidad calabresa de Vila San Giovanni, porque se preveía caos en los ferries como consecuencia de las movilizaciones.



Nos costó 29 € la tarifa única de turismo, esperamos cenando dentro de la autocaravana una breve cola para el embarque (los tickets se sacan sobre la marcha, en la fila) y a las 23:00, con un ligero retraso, la empresa Caronte & Tourist nos sacó de la isla a través de las peligrosas aguas del estrecho de Messina, donde según sabemos por los textos de la Antigüedad los barcos encallaban a menudo contra los farallones de ambas orillas.

La explicación mitológica era que dos voluptuosas sirenas, Escila y Caribdis, engatusaban con sus cánticos a los timoneles de las naves en tránsito por este brazo de mar lleno de corrientes, que perdían así el rumbo y fenecían fatalmente. Justamente traducir de la Eneida de Virgilio ese texto en latín fue uno de los ejercicios que me permitió obtener mi plaza de profesor de instituto cuando hice las oposiciones. Casualidades de la vida. Quién me iba a decir a mí que casi veinte años después iba a pasar por allí...

Un montón de jugadores de baloncesto eran parte significativa de los clientes de aquella noche, que es el mejor momento para tomar estos barcos: la hora valle. Cuando ya rodábamos por Calabria, la punta de la bota de Italia, como pasaba aquí antes en España al cierre de las emisiones de televisión por la noche, la RAI, la emisora de radio pública, en plan patriótico, puso a las doce en punto el himno nacional.

Esto escuchamos exactamente.

Un poco de otra época, pero pone el vello de punta.

Tras obras infernales en la autopista A3, llegamos a una pequeña capital de provincia, Cosenza, y nos acostamos en el parque Villa Vecchia, con bastante paz. Buenas noches, chicos.








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Josse


viano

Noviembre 30, 2008, 00:34:02 am #26 Ultima modificación: Diciembre 05, 2008, 18:50:42 pm por viano
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12. Cosenza (I) - Patras (GR)

Está claro que vivir normalmente en ciudades intermedias es mucho más ventajoso en casi todos los aspectos. Es más agradable trabajar y tener una casa en Logroño o en Zamora que en Valencia o en Madrid. Todo tiene menos colas, se aparca, el trato es más humano, escasea la delincuencia, hay menos barrios marginales, la vida es más barata... Vale, es verdad: se liga menos porque la población está más envejecida, hay menos trabajo, hay peores exposiciones de artes alternativas o de teatros experimentales, esa pieza que se nos ha roto en el ordenador no acaba de llegar y tardan más en cubrirse las redes del ADSL a 20 MB..., pero se vive mejor. Sin tanto estrés.



Pues eso es lo que le pasa a Cosenza. Agradables espacios verdes, trámites cómodos, todo al lado. Bastaron 40 céntimos en uno de los parquímetros del final de la avenida Umberto I para que en dos manzanas lo hiciésemos todo esa mañana:

Lo que más nos interesaba era encontrar una agencia de viajes para sacar con antelación el pasaje entre el puerto de Brindisi o Bari y la localidad griega de Patras.

Unas policías municipales simpáticas de verdad nos dieron más o menos la ubicación de una muy fácil de encontrar. Cuando bajamos de la furgo y nos íbamos acercando, quisimos precisar más dónde estaba y vivimos una escena cómica que no sé si sabré reproducir.

Imaginaos una tienda de ropa de chica de ésas que están todo el día vacías. Al frente tiene el propietario a una jaca de un metro ochenta con dos horas de maquillaje, una talla menos de la conveniente en los vaqueros y en la camiseta  -que hablan por sí mismos-,  un peinado de vértigo y unas pestañas caídas a media persiana sobre unos iris de verde esmeralda.

La chavala estaba apoyá en el quicio de la puerta, como no dejando entrar. Lúbrica, sicalíptica, turgente, voluptuosa. Haciendo un ángulo de 20º con el marco, con la cabeza de vértice.

Bueno, pues a ésa nada menos le fuimos a preguntar que dónde había por allí cerca una agencia de viajes...



Nos miró de arriba abajo, pasota, como mira la cerdita Peggy de los dibujos animados. Con un pestañeo cuádruple muy rápido. Nada nos hizo pensar, no obstante, que aquella hembra no pudiera ser doctora, por ejemplo, en Ciencias Químicas. Quiso articular la respuesta, surgió de su boquita perfilada, suave, de terciopelo carnoso, un gemido gutural, casi quebrado. Y dijo:

- Non so. ('Ni idea')

No nos hizo falta más. Pena de no llevar una cámara de video siempre en la frente. Hubiéseis disfrutado lo mismo que nosotros. ¡Qué muchacha! Sólo por ver esto ya había merecido la pena llegar hasta aquel remoto lugar de la Calabria.

Ha sido lo más divertido del viaje.

Enorme desilusión en la agencia Beltour: como la naviera era griega, no les era posible imprimir la emisión del billete en el acto. Sí podría haber sido con tres días de antelación, lo suficiente para que el pago fuera aceptado por Superfast Ferries y tramitado el billete. Así es que salimos con lo que habíamos entrado.

De donde sacamos algo más fue del estanco de al lado (sellos para las postales) y del ultramarinos Casa del Parmigiano, en el 81 de esa misma calle. Una estupenda tienda de quesos de toda la vida donde compramos de la variedad regional Cacciocavallo Silano, uno para consumir y otro para encargo preparado al vacío. Tierno, ligeramente picante al madurar... muy rico, ideal para tartas o aperitivo.



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Un poco más arriba, en el súper del barrio, en la piazza della Riforma, hicimos el resto de la compra. Al entrar, como somos extranjeros y les parecemos raros, nos miran con desconfianza. Ya sabéis: te siguen discretamente por los pasillos como si fueras a mangar algo. Pero al final, buen rollo. El encargado hasta estuvo haciendo preguntas sobre nuestro iPhone porque se quería comprar uno con esta misma funda de neopreno. Ahí lo veis con la imagen de satélite que nos daba su navegador del estrecho de Messina.

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Repostamos en las últimas calles antes de incorporarnos de nuevo a la autopista y no nos detuvimos hasta un lugar que dio mucho que hablar desde el siglo VIII a.C., la colonia griega de Síbaris, que para nuestra pena estaba cerrada. Era lunes.

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Sus habitantes eran de lo más aficionados a los lujos refinados. Por eso hoy en día decimos que uno es un sibarita si le va mucho la vida muelle. Nos contaba en el siglo I d.C. el escritor cordobés Séneca el Joven que había uno de ellos, Mintrídades, que ya era el colmo: un día caminaba junto a un agricultor que levantaba la azada y mandó apartarlo de su vista porque se cansaba sólo de verlo. Y una mañana se quejó amargamente de haber pasado la noche en un colchón hecho con pétalos de rosa, porque algunos estaban doblados...

Con el mar Jónico allí al lado de la misma carretera no nos resistimos a ducha y comida a sus orillas. En completa soledad, en la pequeña localidad de Marina di Amendolara, en pleno golfo de Taranto. Unos kilómetros antes, alguien nos da ráfagas con el alumbrado de carretera... como en España: tras un cambio de rasante los Carabinieri estaban cebándose de recetas con un coche.

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La tarde se consumió con otra parada en el Roseto del Cabo Spulico, en cuya torre se hacen banquetes para bodas-bautizos-comuniones,



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y en admirar el famoso hongo de piedra que surge del mar a sus pies.

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Finalmente, la autopista A14 nos puso a las puertas de Bari, el gran puerto italiano del Adriático Sur. Sin pensárnoslo, nos lanzamos dentro del recinto a obtener los pasajes a los mostradores de la estación marítima.

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Nos llevarían a Grecia ida y vuelta por 371,70 €. ¿Os parece caro? No tanto, porque el regreso era nada menos que hasta Ancona, a la altura de San Marino. Sólo de pensar los 14 l/100 km de gasolina, peligros, peajes y esfuerzo que te ahorras...

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Digo que fue una pena meterse en el puerto sin pensárselo porque cuando nos disponíamos a salir a disfrutar de un rato por el centro, como llevábamos un furgonne, susceptible de portar mercancías sin pasar por la aduana, se nos impidió la salida. Y hacerla peatonalmente ya no daba tiempo.

Así es que, volveremos a Bari en otra ocasión... Esto es lo que nos perdimos:





Cuando nos acoplamos en la bodega del navío Blue Horizon,

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hicimos lo de siempre: quedarnos a dormir en la furgo. Así veíamos por los mamparos abiertos al mar cómo nos alejábamos de las luces de la costa desde nuestra cama:

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Pero algo debió de salir mal. Era la primera vez que nos daban una tarjeta de embarque con banda magnética. ¿Habría que haberla pasado por algún lector al subir a la zona social? ¿Nos movimos mucho durante nuestra pernocta? ¿Roncamos y alguien se dio cuenta? ¿Nos vieron quedarnos y en principio no dijeron nada? A pesar de estar un poco abiertas ventanillas delanteras (la abertura oculta bajo el derivabrisas) y techo solar, ¿hubo condensación? ¿Contaron a cierta hora a la gente diseminada por los salones, sin camarote, y les faltaban dos?

Nunca lo sabremos. Lo cierto es que nos trincaron.

A las tres de la mañana y treinta y cinco minutos, una hora más en Grecia, (yo, por ejemplo, ya había dormido siete  ;D ) un segurata como un armario de tres cuerpos empezó a dar toques en los cristales tintados. Como tardábamos en reaccionar se puso a escudriñar con una linterna por los resquicios de las cortinas... al final saqué la cabeza por la ventanilla corredera de la puerta lateral, me quité los tapones de los oídos delante de él para que sirviera de atenuante... y durante la breve conversación en la que nos hizo ver que no se podía estar ahí, también eché mano de otro comodín que valiese de eximente: señalar un enorme póster pegado en la pared del garaje en el que se publicitaba el Camping on board, es decir, la tarifa económica por la que se autoriza a pernoctar en las autocaravanas durante la travesía.

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Con muy buenas palabras nos explicó que esa posibilidad estaba vigente exclusivamente hasta el 31 de octubre, sólo diez días antes. Pero que en temporada baja ya no era posible. Lo que demuestra que no debe de ser tan peligroso dormir en la furgo en un ferry.

El tío se portó bien. Nos acompañó educadamente a cubierta y nos tuvimos que acomodar (bueno, eso es un decir), como todo el mundo con billete básico, en unas cutres butacas reclinables que casi nadie usaba. La gente estaba tirada por el suelo y por los sofás de cafeterías y pasillos.

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Y nosotros hicimos lo mismo (qué remedio) junto a este danés y a su chica. En la moqueta, en la vertical del bolsillo, yacían un montón de monedas caídas croatas, lituanas... seguramente para colección...

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No hay mal que por bien no venga, porque justo al subir hacíamos una parada en la localidad griega fronteriza con Albania, Igoumenitsa,

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donde se bajaron muchos viajeros. El resto llevábamos este distintivo en el parabrisas para que nos acoplaran en otro garaje.

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En la cubierta donde están los camarotes, una por encima de la de salones comunes, hay baños muy grandes con cabinas de WC... y de ducha, públicas y gratuitas. Eso está pero que muy bien. Las usamos al amanecer con toda comodidad. Tienen jabón líquido y todo. Lo único que hay que llevar es la toalla.

Así, de cabezada en cabezada, llegamos al puerto de Patras. Estábamos por fin en Grecia. Uno más: 36 países visitados.








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mendilore

Noviembre 30, 2008, 02:12:02 am #27 Ultima modificación: Noviembre 30, 2008, 02:25:39 am por mendilore
 :)

Que buena memoria tienes eh?. No esperaba menos. De profe a profe, como te lo montas para salir de vacaciones en temporada baja jodio?.


De haber sabido que pasabas por Sardegna tambien te hubiera recomendado recorrer la Costa Esmeralda pasar por Porto Cervo (desgraciadamente a desmano de St Teresa de Gallura y subir al capo d'rso) y/o visitar el archipielago de la Maddalena. Pero puede que en verano haya demasiada gente y en otoño demasiadiiiisimo viento.

Camino a Alghero y Capo Caccia está Cala Sarraina (ya sabras que las guias de Sardegna explotan sobre todo sus calas y playas, desde mi punto de vista, de manera muy justificada), preciosssssisimo sitio para pernoctar.
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Capo Caccia me trae grandes recuerdos piragueros.

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Peero, para nosotros el pueblo mas bonito es Bossa (no Bossa marina que es....).

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Mas algún nuraghi y SOBRE TODO SOBRE TODOOO el parque natural del Gennargentu (un sitio al que volveré). Orgosolo, Costa Verde, Stintino,... . Esta bien la isla ;D

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Y que decir de la Joya de la corona...

SICILIA

A nosotros nos quedó para visitar la capilla Palatina y los mercados de Palermo (La "blade Runner" europea, segun constaba en una de las guias que llevamos) una vez pasamos por Monreale (me quede sacando fotos unas 4 horas y la copi solo me sacó bajo seria amenaza de no comprarme un  "helado" ;D).

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Y de PALERMO hacia Érice y SUS PASTELES DE MAZAPÁN. Pasateis por Cefalú ("Cinema Paradiso",...)?. Nosotros el Valle de los Templos lo hicimos despues de pasar por Segesta y Selinunte. En Selinunte... puff que sensación, era pleno verano y sin gente, entramos con las bicis de lo grande que es, el antiguo puerto enterrado,.... Cosas que no olvidas.

Que buenos "recuerdos" de lo que hacian con las  las "fieras"  ;D (las mismas que se cargaban en grandes cantidades en el Altar de Hieron como en el circo de Siracusa). Pena de no poder hacer lo mismo con "otras" fieras

Que gozada de sitios y de gente en Sicilia.

Bikinis  de 2000 años en Villa Casale
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Y si, aunque estaba "prohibido" subir sin guia a partir del último refugio, subí desde la estación de la Sapienza (juer!!!) hasta el Etna Arriba me pegaron dos vahidos por el anhidrido sufuroso, de esos que te acuerdas, y no era por estar a mas de 3300 metros. Se me pusieron de corbata.

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Desde el "guiripleis" te suben hasta el último refugio (pastón) y yasta, a partir de ahí a cotizar un extra por el  guia para 400 m de desnivel que quedan (durísimos, por la altura y la grava ceniza que se te mete en todas partes, de hecho, una vez abajo recogí la de las zapatillas y me salió una buena cantidad que todavia guardo). Tooodito de tiron. No me extraña que la peña fondera entrene por estos lares.

Tiiiio yo me hubiera quedado un mes solo en Sicilia. Y encima de Artes...
"Cuando los valores morales en una sociedad son la codicia desaforada, el consumismo, la frivolidad, el sensacionalismo, el culto a la apariencia, el culto al cuerpo, el yo-mí-me-conmigo, el hedonismo,el solipsismo, el egoísmo, el ni-lo-sé-ni-me importa, ....http://neayaqui.blogspot.com.ar/2013/02/senor-rajoy-es-usted-tonto.html.

viano

Noviembre 30, 2008, 13:28:59 pm #28 Ultima modificación: Diciembre 04, 2008, 20:46:02 pm por viano
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13. Patras (GR) - Epidauro (GR)

El comienzo de la mañana fue transcurriendo con la maniobra de aproximación a la embocadura del Golfo de Corinto

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que desde 2004 está cerrado por el Puente Rio-Antirio del que más adelante hablaremos.

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Antes de abandonar el recinto del puerto de Patras, lo primero que hicimos al bajar las rampas del barco fue estacionar frente a la estación marítima al lado de un coche que tenía un cepo que yo no sé qué hacen los del Guinness que no vienen a registrarlo...

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En las taquillas, como el gato escaldado no vuelve al agua, mejoramos la categoría de la acomodación para el barco de vuelta a Italia. Por 97,80 € accedimos a la categoría más baja de los camarotes, el de cama cuádruple a compartir con otras dos personas de tu mismo sexo. Algo así como las literas de los trenes, pero con WC, lavabo y ducha. Así, en las 21 horas que duraría el trayecto ningún vigilante más turbaría nuestro descanso.

Está visto que si quieres ir cómodo, hay que pagar.

Por las calles de salida de la ciudad vimos numerosos grupos de inmigrantes afganos, albaneses, sirios, macedonios y kazajos, de característicos ojos rasgados, que esperaban su oportunidad de viajar como polizones hacia Italia, donde las condiciones de asilo son más leves. Y así dar el salto a Europa por una vía más fácil. Lo mismo que pasa en las terminales marroquíes de Tánger o Beni-Enzar... nada nuevo bajo el sol.

Ahora nos explicamos por qué tanta seguridad en las bodegas de los barcos. ¿Y si nosotros hubiésemos llevado a dos metidos en la furgo bajo precio?

Ya nos lo habían advertido... pero hasta que no lo ves, no lo crees. Estamos toda la vida hechos al pésimo modo de conducir en España; desde hace décadas acostumbrados al doble doblete de los adelantamientos portugueses (mientras te adelantan, a la vez por el otro carril otro adelanta al que viene de frente); hemos visto burradas gordas por toda Europa, sobre todo en Italia... pero nunca hemos pasado, a falta de conducir por El Cairo o por Bagdag, tanto miedo como en Grecia.

En toda carretera de un carril por sentido la costumbre es circular por defecto por el arcén y dejar el carril normal para los más rápidos. Así de fácil y de jodido.

Imaginad que vais por España con un trailer detrás y, de repente, sufrís una avería o lo que sea que os hace parar en el arcén. Mientras vais parando progresivamente, el camión os adelanta más o menos a la velocidad que traía y lo sentís a treinta centímetros por el lado izquierdo del coche pasar a cien por hora. ¿Reconocéis la sensación? Seguro que os ha pasado alguna vez en carreteras un poco estrechas.

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Pues eso exactamente es lo que se siente todo el día en Grecia: te pasan camiones desbocados por la izquierda. Y no se te ocurra pararte en el arcén a nada, porque eso es un verdadero carril para circular...

La poca policía que se ve patrullar, por supuesto, transige con este estilo y ellos mismos lo practican.

Bueno. Me imagino que ya ni os lo habéis preguntado: que exista o no línea o líneas continuas en el centro de la calzada es un adorno opcional que nadie, ni siquiera nosotros, respeta. Porque si lo respetas, te comen. Me recuerda una noche que al detenernos en un semáforo en rojo en Nápoles el resto de vehículos pasaban a toda velocidad a nuestro lado y nos miraban con cara de decir: ¿Pero qué hacéis ahí parados, chalaos?

Es la jungla, en serio.

Los accidentes son los más numerosos en términos relativos de la Unión Europea. A cada momento los quitamiedos y los cruces están salpicados de pequeñas capillitas, muchas de ellas en recuerdo de los fallecidos. Las hay a cientos.

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En un área de servicio de la autopista A8, entre Patras y Corinto, repostamos gasolina de la BP con 100 octanos (país de contrastes), compramos un plano de los barrios NW de Atenas y comemos tranquilamente en el McDonald's con ese triste sabor monótono y gobalizado que es igual en Oslo que en Sydney.

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A la altura de Corinto tomamos una desviación a la derecha y tiramos para la localidad de Epidauro, donde se encuentra uno de los teatros griegos mejor conservados.

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De camino, por carreteras secundarias, y soportanto el estilo de circulación que ya se ha descrito, vemos algunas factorías de cultivo de pescado y un área de descanso que por algunos rincones hacía apología de la planta de la risa.

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Cuando por fin conseguimos alcanzar el aparcamiento del teatro,

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> Coordenadas Google Maps


justo cerraban. Son las cinco de la tarde y las sombras se apoderan ya del bosque en el que está incardinado. Una parejita de chico-chica con look alternativo echan un solitario en una mesa de madera del merendero... nos sugieren ver el teatro desde algún punto de la ladera... pero es imposible: anda por allí el vigilante, hay vallas que saltar... mejor mañana por la mañana.

Una cena en la furgo con el solo sonido de los pájaros y el viento en las copas y a dormir, que mañana se madruga.



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viano

Diciembre 01, 2008, 17:55:31 pm #29 Ultima modificación: Diciembre 04, 2008, 21:10:11 pm por viano
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14. Epidauro (GR) - Cabo Sunión (GR)

El monótono cerrar de puertas de muchos coches a las siete de la mañana nos devuelve a la vida: son los empleados del museo y del recinto arqueológico que entran a fichar. Los vamos viendo pasar las tarjetas por la maquinita de una cercana puerta de servicio.

A las ocho en punto entramos. Gratis, porque en toda Grecia no te cobran un euro si eres algo relacionado con la educación (estudiante, profesor, investigador...). Y fue lo mejor que pudimos hacer: en completa soledad estuvimos media hora disfrutando de la acústica óptima... ahí me tenéis haciendo pruebas de voz mientras el otro se subía al la summa cauea a escuchar. Naturalmente hicimos la prueba de la moneda, que se oye perfectamente caer en el suelo del centro de la orchestra, que como veis, a diferencia de los teatros romanos, es circular y con el graderío ultrasemicircular.

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Tres perros medio en celo estuvieron todo el rato jugando con nosotros hasta que llegó el primer autobús de turistas. Y entonces la tomaron con ellos...

Un poco antes de entrar en Corinto paramos en un súper de carretera a por frutas, verduras, agua y un pan de pueblo con esas harinas y levaduras de antes que nos duró varios días en buen estado.

Más capillitas, más accidentes...

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También, allí al lado, repostamos un poco de 100 octanos y agua en la toma del autolavado antes de aparcar en la zona de tiendas de souvenirs del Canal de Corinto, la gran obra de ingeniería que une desde 1893 las aguas del golfo con el mar Egeo por un paso recto de casi seis kilómetros y medio que excusa la circunnavegación del Peloponeso.

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> Acercar imagen


Impresiona ver las paredes excavadas en roca viva desde unos 70 metros de altura

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(pasa la autopista, el ferrocarril y la carretera convencional)...

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además, tuvimos la suerte de que en ese ratito pasara un crucero remolcado.

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Después de comprar unos cuantos recuerdos (gorras, postales...), Atenas estaba a tiro de piedra por una autopista A8 en perfecto estado. Como la ciudad es de una extensión inabarcable (como comprobaríamos esa tarde desde lo alto de la Acrópolis)

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pues en una de las gasolineras de la entrada compramos otro mapa con mejor callejero, tipo libro, y con más surtido de informaciones turísticas prácticas.

Un camionero nos exibe la larga lista de países que ha visitado...

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La ciudad es de ésas en las que conviene olvidarse del coche. Así es que lo dejamos por 15 € (tarifa negociada a regateo) en el aparcamiento 24 horas del 121 de la calle Alejandro Magno (Parking Tasan), muy cerca de lo más interesante, de los que te colocan ellos el coche, si quieres te lo lava un chaval tunecino... y, salvo que te empeñes en que no, como en nuestro caso, les dejas la llave.

Desde ese céntrico campamento-base comenzamos un paseo de largas horas atravesando barrios para sentir de cerca el latido de la ciudad. En donde, por cierto, la contaminación llega hasta el extremo de que cada pocos metros se ve que los coches aparcados en la calle tienen fundas para protegerse del polvo constante en suspensión.

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Pasando junto a la coqueta iglesia ortodoxa de Ágion Asómaton,

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accedimos a los terrenos del Ágora frente a la cual se abre una moderna zona de bares y restaurantes (avenida del Apóstol Pablo). Por allí comimos, con vistas a la Acrópolis, en Filistrón (en el número 23)



donde hacen las cosas muy ricas. Como este pasel de berenjena y patata, la famosa Mousaka.

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El sitio a rebosar de señoras. Ellas sí que saben dónde se come bien.

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La visita a la Acrópolis, el deber inexcusable, pasó, como es natural en uno de los monumentos obligatorios de Occidente, en medio de una turbamulta... que no nos impidió emocionarnos al poder acariciar por vez primera el suave mármol del monte Pentélico, más de dos mil quinientos años puesto ahí, desde los días de Pericles...

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... bien diferenciadas las restauraciones en el mismo material, que se sigue extrayendo de esas canteras que el gobierno griego protege y dedica exclusivamente a proveer a los arqueólogos conservadores.

Allí estaban las delicadas Cariátides del Erecteion,

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y allí el Partenón. Esbelto, airoso, curtido en mil batallas, en escándalos, en glorias guerreras...

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Las barrenderas que mantienen aseado el recinto se lo montan con imaginación (en este caso una garrafa recortada) para fabricarse sus utensilios. Como en Cuba.

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En la bajada hacia el centro hay una zona de tiendas , que patrullan indolentemente policías de tres en tres (¿para cuándo el trío de la Guardia Civil destronará a la pareja?), en torno a la calle Adriano, muy bien situada para que las oleadas de turistas vayamos picando en mil fruslerías. Nosotros nos tomamos unos helados malísimos sentados, eso sí, en la muy agradable terraza de una de las dos sucursales del Café Hydria, en el número 68.

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El paseo siguió por la plaza del Ayuntamiento (Demarjeion)

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y la Omonoias, uno de los nudos de comunicaciones de la urbe

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que nos derivó a la avenida de El Pireo, un paraíso de las compras baratas donde una cazadora bastante aparente y unos vaqueros de cintura baja se abonaron a mi armario por unos tristes 38 €.

Nos afeitamos en la furgo, dentro del aparcamiento, dejamos por allí las compras y nos lanzamos a la noche ateniense, que dio mucho de sí   ;D . No olvidamos reponer fuerzas en la simpática trattoria Alexander the Great (Alejandro Magno 3).



Unos paseos por el distrito donde se encuentra el palacio presidencial y por el pabellón de exposiciones Zappeio del parque Ethnikos Kipos completaron la fugaz visita a la capital.

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Para dormir escogimos el extremo SE del Ática. Un lugar mágico. El templo de Poseidón, dios del mar, en el cabo  Sunión.

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Lavamos la ropa en la soledad de la noche, la tendimos en el portabicis

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como se explica en este brico y dormimos sin más sonido que el romper del mar en las rocas.

Habíamos llegado al punto de inflexión del viaje.

-Mañana empieza el regreso -pensamos.









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