Hasta Asia en Marco Polo... con un pie en la cárcel ***AÑADIDO AL INDICE***

Iniciado por viano, Enero 13, 2011, 19:34:21 pm

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viano

Febrero 06, 2011, 21:12:02 pm #330 Ultima modificación: Febrero 07, 2011, 20:00:05 pm por viano
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Etapa 9:  martes 14 de diciembre de 2010
??o???? (SRB) - Oravi?a (RO)

Cuando aún las manecillas del reloj no han llegado a las diez de la mañana en vacaciones, el politono más hermoso del mundo se torna deleznable. Y además el interlocutor lo nota por más que uno niegue a base de eufemismos piadosos. Ya sabéis: no, no te preocupes, ya estábamos despertándonos... En este caso nos pedían un ejemplar de Enciclofurgo, que a estas horas ya está en su destino.

Como el bricolaje bien entendido empieza por uno mismo, antes de ducharnos y recoger la habitación para el check-out, como ya se había cargado completamente la batería de la cortapelos, nos volvemos a dejar el uno al otro como recién salidos de la peluquería, pero conservando los veinte pavos (en el mejor de los casos) para otras cosas.

Somos muy aficionados a desayunar fuerte y variado. Y eso cuando estás de viaje se puede hacer muy bien en los bufés libres de los hoteles importantes sin necesidad de ser cliente alojado. Sólo hay que sentarse en el comedor y a la pregunta de ¿qué número de habitación tienen? contestar la frase mágica estamos de paso. Luego te traen la cuenta como en un restaurante normal y listo.

Si para alguno esto era un secreto, no dejéis de practicarlo. Serán los 10, 15, 20 € a lo sumo... mejor invertidos del día porque te da fuerzas para una jornada agotadora de visitas y te permite tomar después un almuerzo ligero e informal. Además, da la oportunidad de comer  -porque eso es comer de verdad-  desde en prácticos y funcionales hoteles de cadena, paradores de turismo de ensueño o en los más aristocráticos y palaciegos resorts sin necesidad de tener más que el salario mínimo.

Tras un intento vano de tomar el del ????? ?????? (hotel Balkan), enfrente del nuestro, como esta gente del Este son tan madrugadores, ya no era posible y nos tuvimos que conformar con uno hecho a medida (> exactamente aquí) en Poslasticarnica Specijal de Prizrenska 7, donde nos atendieron sin quitarnos ojo todo el rato dos eficientes pasteleras de unos sicalípticos veinte años perfectamente llevados.



Repasada allí la prensa escrita y consultados los peores pronósticos del tiempo on-line, caminamos el pequeño parque (> exactamente aquí) que nos separaba del garaje donde unos gatitos negros muy juguetones merodeaban por este Zastava 850



y los calefactores sacaban las escorias de una caldera de carbón...



Al abrir la Marco Polo, la temperatura interior era de 1ºC, tres menos que dentro del frigorífico. Y la nieve entraba en las entreplantas del aparcamiento con el oraje.





Es en estos casos vividos in situ cuando se da cuenta uno de lo mucho más ventajoso que es disponer de calefacción estacionaria por agua que tenerla por aire, que encima es más cara. Porque en el rato largo que estuvimos acondicionando el equipaje en los compartimentos y poniendo un poco de orden en las ideas, el zumbido de la termoturbina había templado el interior y, lo que es más importante, había dejado el motor preparado para arrancar con suavidad, sin esos desgastes brutales que le suponen girar los primeros segundos con un aceite casi congelado.

Cuando por fin rodábamos en el atasco de la vuelta a casa por las calles de Belgrado



a las cuatro y media de la tarde, la ventisca comenzó a traer un temporal de nieve impresionante que nos acompañó durante la visita a la fantástica catedral (inacabada por dentro)



de San Sava. Tanto viento hacía que el paraguas reforzado (bilbaíno) que llevábamos se dio la vuelta ¡dentro del edificio!, que, por cierto, es una verdadera joya.



Por allí anduvimos un rato sin preocuparnos de poner el ticket de la ORA porque la generosa capa de nieve del parabrisas no hubiera dejado verlo de todos modos.

Nuestra idea para la siguiente etapa consiste en alcanzar las proximidades de las gargantas del Danubio y más concretamente llegar





hasta la cabeza de Decébalo (> exactamente aquí), la simbólica escultura tallada en la roca viva de la última estribación de los Cárpatos cara a cara con la Tabula Traiana (> exactamente aquí), igualmente esculpida en las últimas rocas de los Balcanes, separadas ambas cordilleras apenas por unas decenas de metros de agua: son las Puertas de Hierro, el mítico lugar donde las tropas romanas del emperador Trajano comenzaron la conquista de la Dacia, hoy Rumanía, con un robusto puente que este embalse se ha encargado de sepultar. Sólo por eso hoy se sigue hablando allí un dialecto del latín en vez de uno eslavo.

Así es que damos las últimas panorámicas a la ciudad con un tráfico desastroso, entre el que vimos estos autobuses urbanos donados por el pueblo japonés,



hasta el airoso viaducto ?????????? ???? (Pan?eva?ki most) que vuela la E70 (> exactamente aquí) sobre el Danubio camino de ??????? ( Pan?evo ) y va disolviendo los coágulos del embotellamiento.

En la segunda área de servicio (> exactamente aquí) repostamos, a falta de gasolina de 98 octanos, una de 95 calidad Premium, que suponemos que es en realidad lo mismo y le metemos ya una carga de dos litros de líquido lavaparabrisas capaz de resistir heladas de hasta -21ºC. Por si las crestas.

Como hay dificultades para que salga el preparado por el difusor del lavaluneta, sacamos agua templada del calentador por el fregadero y la aplicamos con cuidado bajándonos directamente para descongelar el agujerito. Luego actuando el mando varias veces conseguimos que llegue bien el líquido desde el bote por todo el recorrido de adelante atrás de la furgo.

La zona está un poco en cuesta, y descartarnos pararnos por allí a comer algo por si a alguno se le van las inercias y hace de nosotros un colchón mullido de su pista de patinaje.

La vialidad es completamente invernal. Esta autopista en cualquier punto de España sería noticia tal cual en todos los informativos nacionales, sobre todo porque está a un poco más de sólo 100 msnm.

Como tenemos pegado en el salpicadero un dock alimentado para situar el teléfono y grabar los momentos interesantes,



os ponemos unos instantes del crudo panorama cogidos al azar en este video:



En el enlace sur de ??????? (Pan?evo) hacemos culear la furgo (el gran defecto de ser de propulsión en vez de tracción delantera) por una tontería que nos pudo salir cara: a pesar de circular despacio, tuvimos un titubeo, un amago de tomar la salida de la autopista pensando que era por donde correspondía ir, seguido de una rectificación de la marcha para continuar recto. Por desgracia tocamos con ambas ruedas del lado derecho la banda no pisada de nieve helada del hito de vértice, en esa corbata de pintura que veis, (> exactamente aquí) y aquello, incluso con todos los ASRs y ABSs y ESPs del mundo, parecía el Danubio Azul, y nunca mejor dicho.

Con las caras más blancas que la nieve, las manos hormigueando y, por suerte, ningún coche cerca, retomamos la trayectoria recta. En dos kilómetros, ya con el carril izquierdo de nuestro sentido únicamente transitable, un turismo estaba recién estrellado contra el quitamiedos bionda y otro andaba auxiliándole parado en pleno carril derecho, que no era otra cosa que una fantástica pista blanca con diez centímetros de grosor. Era sólo chapa y poco más podíamos hacer nosotros, unos pobres extranjeros con los mismos conocimientos de serbio que de angoleño, así es que seguimos hasta parar a comer en una gasolinera JP pequeña (> exactamente aquí) junto al luminoso de salida, que siempre irradia algo de calor. La foto de satélite  -casualidad-  está hecha con mal tiempo. Es noche cerrada a las seis y media de la tarde.

Cuando pasaban diez minutos de las nueve de la noche, la situación ya rebasados ????????? (Bavanište) y ????? (Kovin) se hizo insostenible en la más absoluta de las llanuras de la ribera norte del río



y hubo que poner las cadenas AutoSock de kevlar

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a la altura de la pequeña localidad de ??????? (Dubovac) porque cualquier brusquedad por pequeña que fuera eran amagos de pérdida de adherencia. Pero, claro, primero tuvimos que currar para sacar todo el hielo que formaba sendos bloques entre los neumáticos y los pasos de rueda traseros, seguramente favorecidos por la acción de los faldones guardabarros adicionales que montamos en origen.

Los sarcasmos de la vida aparecen en cualquier momento (> exactamente aquí) y aproximadamente un km antes de pasar por encima el gran ????? ?????-????-????? (???), el canal interior (> exactamente aquí) que une el río Tisa por ambos lados con el Danubio (DTD) durante casi mil kilómetros, nos encontramos con un barco de recreo varado en la margen izquierda de la carretera.



Casi a las diez de la noche, muy cerca ya de la frontera serborrumana, conseguimos alcanzar ?????? ??? (Vra?ev Gaj) donde nos llamó la curiosidad



esta iglesia de linea básica (> exactamente aquí). También nos llamó para cambiar impresiones nuestro amigo, el chef Víctor Gutiérrez, que atiende en Salamanca un creativo restaurante que dentro de poco cumplirá una década en posesión de una estrella en la Guía Roja.

Echadle un vistazo (> exactamente aquí) al modelo minifundista extremo de los campos que rodean el pueblo. ¿Curioso, verdad?

Por el enclave de ???? ????? (Bela Crkva) el templete de música



de un solitario parque a orillas de los humedales (> exactamente aquí) y la pobre decoración navideña (esto no es Mónaco) de las calles



y de la casa de un electricista del pueblo (fijáos en su furgo...)



nos entretiene unos minutos, y más adelante cometemos un pequeño error al fijar la atención en un coche patrulla, contra el que no queríamos derrapar en este cruce cuesta abajo,



y nos desviamos durante unos kilómetros   -que tuvimos que deshacer-  hacia el barrio de ????? (Kusi?) en lugar de ir correctamente hacia el reducido complejo fronterizo de ?????????? (Kalu?erovo), que son apenas algo más de cien habitantes y unas garitas con techo desvaídas por la poca visibilidad,



(> exactamente aquí), adonde finalmente, ya con la señal de obligatorio poner las cadenas, llegamos a un cuarto de hora de empezar la nueva fecha con el habitáculo recién ordenado y en revista, lo cual siempre es una ventaja para acometer cualquier posible registro.

Como si el ministerio serbio del interior hubiese dado estrictas instrucciones a sus agentes liminares desde que ya no se necesita visado para entrar en el país, un chubby encantador, un osito de peluche con placa de sheriff, nos atiende en la soledad de la gélida medianoche y se echa una parrafada con nosotros. Nos pregunta que por qué no habíamos venido mejor en verano por estos pagos y como única inspección de una autocaravana de tres toneladas dice al abrir la puerta lateral Oh... fine!.

También nos informó de que al ser zona de seguridad fronteriza no nos permitían pernoctar en los alrededores del puesto por orden de la superioridad.



Tanto parabién y tanta facilidad, tanto gato negro por la izquierda en los días que llevábamos recorridos... no podían ser preludio de nada bueno. El drama estaba a punto de llamar a nuestra puerta. Encima el día era martes...

Como remate del trámite del lado serbio, el policía megasimpático se mete en la oficinita diciéndonos adiós y deseándonos buena singladura hasta Bizancio y sale el otro, funcionario de aduanas, en una ridícula coreografía de primero-tú-y-luego-yo-que-para-eso-lo-dice-el-reglamento. Y nos hace la pregunta de siempre, satisfecha con la respuesta de siempre.

Esto nos recuerda una anécdota que nos contó hace años un vecino, comandante de artillería ya retirado, del extinto cuerpo de oficinas militares, cuando en un viaje paró casualmente a preguntar algo en el cuartelillo de la Guardia Civil de San Martín de Valdeiglesias, en la Comunidad de Madrid. Estaba de puertas el único guardia que había en la casa-cuartel ese día. A acercarse nuestro vecino y mostrar su documentación antes de decir lo que quería, el número se marchó hacia el patio del edificio y gritó mirando hacia adentro: ¡Atención! ¡Un oficial del Ejército! antes de volver a la puerta a despachar con el visitante. Todo según el Reglamento, efectivamente, pero completamente ridículo teniendo en cuenta que estaba solo.

Aún en suelo de la República Serbia, hay una pequeña tienda 24 horas-estanco-oficina de cambios llamada Hektikor (> exactamente aquí) que justo ese rato estaba haciendo arqueo de la caja. Vamos, que de todas las horas que tiene el día y la noche llegamos justo los pocos minutos que la cierran.

Eso lo debían de saber perfectamente las familias gitanas que empezaron a llegar del lado rumano haciendo cabriolas con coches deportivos en el hielo entre las doce y media y la una menos cuarto. Todos varones, todos jóvenes, y una matriarca obesa que sacaba enormes fajos de billetes casados que manejaba con una sola mano con pericia de cajera.

Tal era la cantidad de vehículos que llegaban haciendo jichadas que nos recolocamos para no estar cerca de la curva inclinada que acababa de convertirse en improvisada explanada de exhibiciones.

Mientras nosotros estuvimos aparcados esperando la hora de la reapertura, volvieron a acercarse los agentes serbios a recordarnos que no podíamos dormir alli. La espera se dilató un poco porque los gitanos entraban y salían de la tienda acarreando hacia los coches cajas llenas de cartones de tabaco, ¡detergente en polvo y suavizante! mientras su jefa cambiaba dinares por euros en cantidades preocupantes.

Cuando nos tocó el turno, que tras la llegada de los hunos pasó de estar los primeros en soledad a estar los últimos, convertimos los 4450 SRD que nos quedaban en 40 € y aprovechamos la calderilla para surtirnos de galletas y chocolates de muy poca calidad.

Imaginaos entonces la situación: intensa nevada de veinte centímetros, hielo gran reserva acumulado de semanas atrás, cadenas puestas, -8ºC, animación caló a domicilio, zona neutral serborrumana, una de la madruada, sin dinares serbios ya ni lei rumanos (RON) todavía, oficialmente fuera de la Unión Europea... y en el crítico momento de girar la llave de contacto aparece en la pantalla esta entrañable felicitación navideña de la centralita: BATERÍA/ALTERNADOR. ACUDIR A TALLER.

¿Sois capaces de imaginar las caras de gilipollas que se nos quedaron?

Si marchábamos hacia atrás teníamos un incierto camino estrecho, congelado, y extracomunitario a efectos de asistencia en carretera, hacia Belgrado, nuevos trámites fronterizos que deshacer y que explicar, ya sin moneda serbia... Si marchábamos hacia adelante entrábamos en una Rumanía desconocida, justo en la ruta del contrabando de tabaco, llenos aún de prejuicios sobre el pueblo dacio cuyos primeros habitantes nos habían hecho sentir un ratito como de turismo en el barrio de las tres mil viviendas de Sevilla, igualmente sin moneda, pero al fin y al cabo en la Unión Europea, que siempre será mejor -pensábamos-, y con la sinuosa ruta de las gargantas del Danubio como siguiente etapa, lejos de toda población importante.

Si uno se piensa fríamente en tener un hijo, las cifras abrumadoras de pañales, las noches de otitis, llantos e insomnios y todas experiencias negativas que te cuentan los amigos son capaces de desanimar a la pareja más niñera. Hay que meterse con los ojos cerrados. Con valor. Si no, no te animas nunca.

Pues eso hicimos nosotros. Nos metimos. En Rumanía.

Sabíamos perfectamente por otras averías de alternadores anteriores (una de ellas con esta misma furgo circulando de noche entre Oviedo y Salamanca) que la cuenta atrás acababa de empezar. Aunque llevábamos tres baterías bien cargadas por la marcha, el alumbrado de carretera y el antiniebla consumen mucho y las chispas de nuestras ¡ doce bujías ! iban a ir mordisqueando la carga a cada vuelta del cigüeñal inexorablemente. Los minutos de vida estaban ya contados exactamente. Estábamos, como el Titanic, heridos de muerte.

En la avería anterior, hace un par de años, cuando la carga ya pasó a sólo 11,9 V, empezaron a desfilar por la pantalla todos los errores del sistema: se desconectó el ABS, el ASR, el ESP, y lo que es más grave, la caja de cambios automática que dejó en aquella ocasión a la furgo con únicamente la segunda velocidad sin posibilidad de engranar ninguna otra y con la asistencia del servofreno anulada (se nota porque se endurece el recorrido del pedal y casi no eres capaz de parar el coche). Un suicidio seguir circulando mucho más.

Pensad por un momento el estado de nerviosismo con el que llegamos en completa soledad a las garitas rumanas.



Nos atendieron Santiago Segura en el papel de Torrente y un amiguete. Los dos en una especie de chándal de mercadillo al que ellos seguramente llaman uniforme. De hecho, cuando se acercaron a las ventanillas mirábamos a lo lejos escrutando policías de verdad pensando que eran unos pedigüeños. Porque los dos nos miraban haciendo el gesto de fumar con los dedos preguntando si teníamos cigarettes.

Pues así es la frontera de Naid??.

Debajo de este moderno tejadillo circular (> exactamente aquí) de repente avanzamos en el tiempo universal una hora hasta GMT+2 y nuestra cuenta a XL países visitados mientras los colegas en funciones de cancerberos nos seguían preguntando si llevábamos hachís y heroína encima mientras echaban un vistazo al interior del porta potti, cuya caja multifunción indefectiblemente llama enseguida la atención de cualquiera que nos ha abierto la puerta lateral.

El puro instinto de conservación y las dudas razonables de que en tan apartado paraje y con la que estaba cayendo alguna compañía de seguros fuera capaz de mandar una grúa antes de encontrarnos tiesos como el cartón en cualquier arcén a campo abierto, nos lleva a poner en conocimiento de aquellos dos polis disfrazados de yonkis que nos acabábamos de quedar sin alternador en el momento más necesario y a preguntarles cuál era la localidad más cercana que tuviera hotel para ir allanando el camino a nuestra supervivencia. La respuesta fue unánime: Oravi?a,



a 21 km ¡en dirección contraria! a nuestra ruta por las hoces del río Danubio. Pero bueno: primum uiuere, deinde philosophari...

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Nos informaron también de que la Mercedes más a mano estaba a casi 130 km.

La llegada a ese pueblo de unos quince mil habitantes no pudo ser más desoladora: la máquina quitanieves no había vuelto a pasar todavía y el grosor caído en la calzada estaba convirtiendo el faldón del parachoques en el bulbo de proa de un barco pero apartando nieve. Imposible seguir.

Durante el angustioso trayecto, la luz del alternador del cuadro de instrumentos se había apagado durante un par de minutos haciéndonos albergar la tímida esperanza de una falsa alarma. Pero enseguida volvió a la carga. Mejor dicho: a la descarga.

A la entrada de Oravi?a hay una gasolinera pequeña de la marca Lukoil,



una de las más extendidas por el país, y algunas naves industriales. Luego un gran descampado y ya las primeras casas de la población. La furgo empezó a hacer lentos culeos en parte por el atoramiento de las cadenas, en parte porque los cuatro pasos de ruedas hacían ya un conjunto semisólido con las ruedas.

Con pesadas maniobras muy lentas conseguimos orientarla en el arcén izquierdo en el sentido contrario a la marcha que llevábamos y allí quedamos (> exactamente aquí) en absoluto silencio apenas roto por las advertencias sonoras del cuadro de instrumentos de que ya no teníamos asistencia a la tracción, ni freno de emergencia, ni batería, ni calefacción...

Había comenzado la noche más larga al suroeste de Rumanía, una isla de latinidad en medio de un mundo de extraños caracteres cirílicos eslavos. Así éramos en ese momento: tres metros cúbicos llenos de aire a 20ºC que poco a poco irían apagando su llama en la negrura de la noche blanca...

La vida da continuas vueltas y se retroalimenta periódicamente, las más atrevidas posibilidades que ni siquiera somos capaces de imaginar se hacen realidad por una casualidad tonta...

Allí estábamos metidos en un coche, nuestra casa por un mes, abandonados en la oscuridad y dándonos el escaso calor residual como dos pájaros que se duermen ahuecando las plumas.

Como una siniestra advertencia del destino, en 1988, uno de nosotros había traducido en la facultad estas primeras frases en la asignatura de Rumano. Son el comienzo de uno de los más célebres poemas del poeta Mihai Eminescu, que viene a ser como Gustavo Adolfo Bécquer, describiendo nuestra situación:


Somnoroase p?s?rele
pe la cuiburi se adun?,
se ascund în r?murele.
Noapte bun?!


A medio dormir los pájaros
se juntan cerca del nido,
se esconden entre las ramas.
¡Buenas noches!

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viano

Febrero 06, 2011, 21:20:40 pm #331 Ultima modificación: Febrero 07, 2011, 20:12:27 pm por viano
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Etapa 10:  miércoles 15 de diciembre de 2010
Oravi?a (RO) - Timi?oara (RO)

Como en blanco pasamos también la noche, convengamos que el quince de diciembre comenzó a las 02:28, hora local, con la primera de las veintiocho llamadas de teléfono (en itinerancia) que nos intercambiamos con la aseguradora de la furgo, el RACC y su desastroso corresponsal Asisten?? Rutiera România.

A los veinte minutos rugió un potente motor diésel a nuestras espaldas con luces amarillas giratorias que nos iluminaron los rostros por fuera... y por dentro también al pensar: Qué bien, qué eficientes son los seguros en la Unión Europea, mientras mirábamos en el estuche ese que te dan con la documentación del coche adónde nos llevarían...



Era simplemente la máquina quitanieves echando sal y apartando hacia nosotros una ola surfera de nieve polvo.

Hicimos un montón de amigos esa noche. Todos virtuales. Primero conocimos a un voluntarioso catalán, Mauro, que en la soledad de la madrugada era el hilo que nos mantuvo conectados a la vida salpicado de vez en cuando con las descorazonadoras conversaciones con Dani, el encargado del seguro rumano que dirigía el rescate localmente.

Bueno, que lo dirigía directamente hacia el abismo porque ¡a las cuatro horas y media! de frío in crescendo envió desde Timi?oara, la segunda ciudad del país, una plataforma de juguete de la cutrísima empresa Tractari Auto tirada por un sencillo todoterreno para montar, a pesar de que tenían un fax bien clarito, lo que ellos creían una Vaneo, en lugar de un Viano. Las dos primeras en la frente.

El operador de la asistencia, que llegó al alba, a las siete, era ni más ni menos que un simpático y canijo Farruquito que se bajó del coche fumando sin manos



y se empeñó, sin soltar los cigarros en dos horas, en montar 2940 kg, como un caballo copulando con una perra, sobre esta chapa



y encima tirando con un cabrestante manual sin usar la argolla de remolque que ya le teníamos preparada. Como no le daba el largo de palanca, agarró nuestra furgo de un brazo oscilante del tren delantero. Sin más. Lo que todavía no comprendemos es cómo se lo permitimos...

Le parecía suficiente ese gancho para tres horas y media de caminos helados, badenes, pasos a nivel y curvas de montaña por delante. Sin miedo. El jeep tenía sólo dos plazas (él decía que cuatro) y pretendía que allí nos metiéramos los tres.

Ante la posibilidad de que la furgo se mantuviese encima de ese meccano apenas un par de curvas tras el primer pueblo y encima nos dieran por ella el valor venal, nos pusimos firmes y exigimos que mandaran una plataforma adecuada para un vehículo de cinco metros y encima cargado.

Empezamos a negociar esa posibilidad a golpe de llamadas internacionales y nos proponían cosas tan descabelladas como que abandonásemos a su suerte la autocaravana en donde estaba y avanzáramos en el armatoste del gitanillo un par de horas hasta cruzarnos en un punto en medio de la estepa con la grúa grande a cuyo encargado le entregaríamos las llaves para que él solito la cargara y la llevara al taller. Así podríamos estar cuanto antes en el hotel que nos asignaran en Timi?oara.

Nuestra intransigencia nos llevó a despedir al chaval, al filo de las nueve de la mañana,



en cuanto descargó el bulto y a esperar congelados otras tres horas y media más.

Tras la larga noche en vela, con los ojos como platos y con pies y manos literalmente congelados, empezó a bullir la vida por el pueblo. Seguía nevando. Abrió la gasolinera,



le compramos un poco de moneda (nos dieron 400 RON, o sea, lei, por 100 €, tras un pequeño malentendido por confundir four con forty) para tener algo disponible; abrió un almacén de neumáticos de invierno al que de vez en cuando llegaba algún cliente; la chica de la oficina del piso superior estuvo media hora adecuando un pasillo para acceder al edificio pisando menos nieve...

Empezábamos mal. Llegamos a conocer con el paso del proceso a todos los turnos posibles de operadores al otro lado de la línea: a Raquel, a Jordi, a Sam, a Alejandra... a todos, gracias por vuestros desvelos.

Viene nueva plataforma a las doce y media, diez horas después de la primera llamada. Es Doru, un tipo similar a Otilio, el currito de Pepe gotera.



Tiene 40 años mal llevados y es padre de un niño y una niña. Pero ante todo es nuestro salvador, profesor improvisado de rumano, y anteojos por donde empezamos por fin a mirar al pueblo rumano de tú a tú. Un tipo campechano sin dejar de ser profesional que en apenas tres horas



consiguió dejar no sana del todo pero salva nuestra Marco Polo en el modernísimo concesionario de Mercedes-Benz, en el número 142 de calea Sagului en Timi?oara.

Durante el camino, por supuesto sin cinturón de seguridad y con muñones helados por pies tuvimos que parar un par de veces a desconectar la alarma antirremolcado de la furgo. Estuvo interesante, porque así hemos comprobado que seis años después funciona perfectamente. La anterior vez que se puso en marcha fue en el arcén de una carretera de Amberes, en Bélgica, cuando pasó a gran velocidad un trailer a escasos centímetros y la meneó entera.

Como en todas las áreas rurales apartadas de cualquier país, lo que se ve no puede extrapolarse necesariamente al estándar del país. Pero vemos cosas que hace mucho que no son habituales por aquí como estos carros que había en Jamu Mare (> exactamente aquí)



o el grupo de ancianas haciendo autoestop (habitualísimo en Rumanía) que esperaban su oportunidad en Moravi?a (> exactamente aquí) a las dos de la tarde.

Mientras se nos cruzaban perros en todas direcciones o directamente caminaban sin pudor por lo que podíamos llamar calzada, la principal conclusión a la que íbamos llegando con nuestro nuevo profesor de rumano, que usaba el inglés como lengua vehicular, era que su idioma es una cosa facilísima que con un poco de español y lo mucho que se parece al italiano no nos iba a dar problema ninguno.

Nuestra gallina Caponata nos despachó de un plumazo cuatro o cinco capítulos seguidos del Barrio Sésamo rumano recitando números, colores, días de la semana, meses del año, saludos, frases cotidianas... mientras atendía dos teléfonos móviles, la conducción, una emisora... y ocupábamos seguramente la cabina de camión más desordenada y sucia que en cuarenta años hemos visto en la faz de la tierra. Y ya hemos visto unas cuantas.

Nuestro guía turístico particular nos explicaba cuanto veíamos al pasar, como la central termoeléctrica de ciclo combinado CET Sud, unos kilómetros antes del destino (> exactamente aquí):



A las tres y cuarto de la tarde, casi trece horas después de sufrir la avería (que se dice pronto), un eficiente guardia de seguridad nos franquea la entrada de la valla exterior del concesionario RMB CASA AUTO SRL (> exactamente aquí).



En esta franquicia de Mercedes-Benz tienen la seguridad como divisa. De aquí no debe de irse ni dios sin pagar ni caco alguno le quita los taponcillos plateados a las válvulas de los neumáticos del parking: a cada vehículo que entra le piden los datos y le dan un resguardo; cuando lo dejas a reparar te retienen físicamente el permiso de circulación; cuando finalmente pagas en caja, antes de pasar a recogerlo, te vuelven a comprobar la boleta de la tarjeta de crédito con la factura...

Mientras Cosmin, que es el encargado de garantías y el único chico del taller que hablaba inglés, realiza la recepción con uno de nosotros, el otro aprovecha los hornillos de la cocina para intentar descongelarse los pies.



Hay unos dramáticos -9ºC para ser la hora más cálida del día.

Hecho todo eso, bajada la furgo sin quitarle las cadenas dado el estado del interior del aparcamiento, nos acercan finalmente con la propia grúa a la calle Cozia 91 (> exactamente aquí), y nos dan acomodo por cuenta del seguro en el hotel Reghina***, un tres estrellas digno, pero con aspecto de una menos, con estas vistas al barrio desde la ventana.



Para más precariedad, en dos días cerraban sus puertas para hacer una reforma en profundidad del edificio. Gélidas habitaciones con el radiador apagado, baño con el sifonaje tan seco que nos daba la oportunidad de juzgar las fragancias del alcantarillado y camastros de albergue del camino de Santiago que tenían las sábanas encimeras dobladas a la larga de esta inédita manera:



Lo bueno de estar acostumbrado a horarios raros es que no tuvimos ninguna sensación extraña en darnos unas duchas reconfortantes y comer a casi las cinco de la tarde (estos extras ya de nuestro bolsillo) en el propio comedor del hotel, que se llama ampulosamente Restaurante Nabucco. Lo mejor la sopa rumana casera y los escalopes de pollo. Lo peor, tener que comprar en la recepción el cepillo de dientes olvidado en la furgo.

Podéis imaginar que por malo que fuera el colchón de ¡80 cm! la siesta fue de órdago y en ella nos rehicimos hasta la hora de blindarnos hasta las cejas con ropa de abrigo y salir al súper del barrio, el Profi (> exactamente aquí), a surtirnos de algunos comestibles y bebidas, y a por un rollito de seda dental en la farmacia de enfrente, Sf.Gheorges/Gin-Oftal, donde la chica de tierna mirada que nos atendió, encantada al saber que éramos españoles, tiene estos mostradores sobreelevados antihurto:



Y nada más por hoy. Como dos ancianitos de horarios equilibrados y costumbres metódicas, nos acostamos a las ocho de la noche con más ganas que nunca.
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Nanete

vengaaaaaaaaaaa   porrrrrrrr   diooooossssssssssss!!!

viano

Febrero 06, 2011, 21:32:52 pm #333 Ultima modificación: Febrero 07, 2011, 21:12:28 pm por viano
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Etapa 11:  jueves 16 de diciembre de 2010
Timi?oara (RO) - Timi?oara (RO) (contrarreloj por equipos, jeje)

Las descoordinaciones ocasionadas por la gente que está sentada tranquilamente en sus despachos sin saber lo que se tiene entre manos nos golpea de nuevo: el teléfono nos saca de la cama a las ocho de la mañana con instrucciones de la aseguradora para que nos dirijamos al concesionario a autorizar por escrito la reparación porque el nuevo alternador ha sido localizado en Bucure?ti (Bucarest) y ya está de camino.

Al parecer, el regulador de carga es la parte que ha fallado pero va electrosoldado de tal manera al estator que es imposible repararlo a menor coste que la sustitución directa.



El taxista que nos recoge es un tipo listo del que aprovechamos muchas informaciones sobre la ciudad que sorpresivamente nos ha tocado conocer. Como casi todos los de su gremio por aquí, nos lleva en un Dacia Logan en el que montamos por primera vez. ¿Recordáis el anuncio de televisión...? Es el coche que lo tiene más o menos todo como los demás, pero lo puedes conseguir desde sólo siete mil y pico euros...

Cuando llegamos al concesionario, resulta que no hacía falta que hubiéramos ido porque el documento que firmamos ayer, que es el típico resguardo de depósito que te dan siempre que dejas el coche en un servicio oficial, ya incluía renunciar al presupuesto y autorizar la reparación.

De todas formas, aprovechamos el traslado para coger medicinas y otros objetos de la furgo, que seguía la pobre en el mismo sitio del exterior donde la había bajado la grúa, reposicionamos los conmutadores de las tres baterías para que no tengan malas lecturas con la carga cuando hagan los tests en el taller y nos informamos de cuándo será posible tenerla reparada.

El principal riesgo sería que no estuviera para el sábado y entonces la estancia se alargaría irremediablemente hasta el lunes como mínimo, y nos tocaría pagar dos o tres noches de hotel por nuestra cuenta porque la aseguradora abona fuera de España un máximo de cuatro jornadas. Les rogamos que agilicen al máximo el tema y les hacemos ver que se desbarataría nuestro plan de vacaciones si la cosa llegara a alargarse... y nos anticipan que la broma andará por algo más de 300 euros.

El madrugón nos sirve para reventar las estadísticas: -14ºC y con algo de viento, que baja un poco más aún la sensación térmica. Se convierte en el día más frío de las vacaciones.



Cuando volvemos en el taxi de la compañía al hotel, aún estamos dentro del horario de desayunos, que afortunadamente tenemos incluidos, pero, como somos casi los únicos clientes del establecimiento y nos han visto salir, lo tienen retirado. A nuestra sorpresa responden con una profesionalidad encomiable y nos sirven a la carta una completa colación de tortillas hechas al momento, panecillos variados, cruasanes rellenos, plum cakes, jamón y queso, y todo lo habitual de miel, mantequilla, mermeladas y cafés. Y por la patilla.



Con todo estibado entre pecho y espalda obtenemos las calorías necesarias para lanzarnos a eso de las doce a conocer la ciudad con más detalle empezando por



la biblioteca de la Universit??ii de Vest (> exactamente aquí), una de las más prestigiosas del país. Por sus alrededores, los chavales del cercano instituto de secundaria se pavonean entre ellos patinando improvisadamente por las partes más brillantes del hielo de las aceras. Algunos con verdadera maestría.

Sumidos en un paisaje invernal, que a veces miramos desde la cotidianeidad



y otras desde la poesía,



visitamos la catedral ortodoxa metropolitana y sentimos muchísima curiosidad por saber a qué se debía el crespón que colgaba de la bandera de Rumanía





en la torre (> exactamente aquí).

Primero unos chavales no consiguen entender nuestra pregunta. Pero después, entre la explicación de unos señores que pasaban y la que nos dio la encargada de la tienda de velas del interior hablando con un clérigo, aclaramos todo: hoy hace exactamente veintiún años de los violentos disturbios que supusieron el comienzo de la Revolución Rumana de 1989 en la que murieron nada menos que 1 104 personas (más de cinco veces los atentados del 11-M en Atocha) y resultaron heridas de diversa consideración 3 352 según las cifras oficiales, y desencadenó desde luego el fin de la dictadura comunista de Nicolae Ceau?escu. Son los martirii Revolu?iei Române.

Los incidentes comenzaron precisamente en esta plaza (> exactamente aquí) un día 15 de diciembre (ayer) por una decisión gubernamental contra un obispo protestante, László T?kés, que se había significado vertiendo algunas críticas en la prensa contra el régimen. Y la mecha prendió rápidamente en esta ciudad estudiantil y obrera que se lanzó a la calle a defenderlo y a defender de paso la lucha contra la opresión.

Como los incidentes llegaron a niveles muy graves, Ceau?escu, que llevaba en el poder desde 1965, mandó incluso al ejército disparar fuego real contra la población civil, lo que convirtió a Timi?oara en ciudad mártir y contagió en pocos días a todo el país. Al final, como ya recordaréis por este video de calidad aficionado, que os recomendamos ver entero (cuidado con las durísimas escenas del minuto 08:00), cuando intentaba huir del país, el septuagenario matrimonio del dictador Ceau?escu, el Conducator (caudillo), con Elena Petre?cu, que era también viceprimera ministra, fue apresado casualmente en un control rutinario de carretera y sometido a juicio sumarísimo en un cuartel de Târgovi?te sin apenas garantías procesales. Ambos, maniatados con cuerdas, murieron fusilados el día de navidad. Toda una revolución exprés en apenas trescientas horas.

Frente a la catedral ortodoxa, la misma pia?a Victoriei, presidida por la Ópera (> exactamente aquí) y por el emblema de la dominación romana,



donde la multitud clamaba libertad aquellos días de diciembre, hay ahora un sencillo mercadillo de navidad que vende vinos calientes con fruta y canela,



carnes a la brasa y todo tipo de regalos sin el lujo de otros lugares de Centroeuropa pero con algunos aparatos ingeniosos para barrer la nieve de las aceras.



Por todo el Este llama siempre la atención el gran número de mujeres conductoras de tranvía, como el que circulaba por la pia?a Libert??ii, frente al edificio de la Prim?ria Veche (el ayuntamiento viejo) abarrotado de palomas.



Como tomamos las notas de los viajes normalmente en agendas de semana vista



y este año, justo los días en que se ponen a la venta con mayor surtido, nos pilla fuera de España, entramos en una papelería-librería de las de toda la vida,



la Scolarul del número 3 de str 9 Mai (> exactamente aquí) y compramos una para 2011 a mitad de precio que exactamente la misma en el Corte Inglés.

Y un poco más adelante, haciendo unos blandengues a todos los que se quejan de que vender en la calle cuando hace frío es muy duro,



curioseamos en este librero de viejo (> exactamente aquí) en str Proclama?ia de la Timi?oara y le compramos una gramática portuguesa escrita en rumano para regalar a un buen amigo que reúne todas las condiciones para merecerla: además de ser español, tiene nacionalidad portuguesa y perteneció a la antigua Asociación de amistad hispanorrumana.

A la una y media del mediodía la pia?a Unirii (> exactamente aquí), la más barroca y antigua de la ciudad es el vivo interior de un arcón congelador abierto.





Lo cual no impide que circulen bicicletas con toda normalidad, por ejemplo, a pesar del estado en que están las vías ciclistas.



Otro argumento para los que se lamentan en España de que no la usan porque hace frío.

Están acostumbrados desde pequeños...



Los cappuccini y la conexión WiFi del bohemio café estudiantil Emotion (> exactamente aquí) nos dan un respiro a las manos que se nos estaban quedando rojas cada vez que te quitabas el guante para apretar el obturador.



Al salir, estas ratas con alas, dignas de actuar en Los pájaros de Hitchcock se nos suben a las manos con inquietante atrevimiento.

Antes de las tres de la tarde, después de verificar que lo que ahora parece una nueva alianza Renault-Dacia, era una realidad ya en la época de los viejos R12,



ya estábamos de nuevo metidos en otro local en busca de calor. En este caso en el centro comercial BEGA (> exactamente aquí) a cuyas puertas este pope ortodoxo hacía proselitismo...



Nos gustó un montón la tienda de juguetes educativos donde vendían una especie de circuito de scalextric pero con forma de canal navegable que se rellena de agua, con esclusas, grúas, barcazas y cargaderos... Mucho mejor para el cerebro de los críos que algunas aplicaciones de la videoconsola Wii.



El regreso al hotel Reghina lo hacemos por el puente de la str Michelangelo, que cruza el Bega por este paraje.



Poco después, antes de meter la nariz en la sencilla tahona Dromihete de strada Arie? para coger unos pastelillos con los que merendar a la tarde, vemos esta contradicción: cómo el exterior de un frigorífico puede estar más frío que el interior.



En nuestro alojamiento de prestado nos aplicamos un rato para que ahora podáis leer todos estas líneas con un poco de orden y bajamos a almorzar a eso de las cuatro y cuarto.

Y hay que decir que para ser un hotel de medio pelo, el camarero y la maître, que también es la gerente del establecimiento, hacen gala de una manera de trabajar elegante, absolutamente de escuela, pero a la vez sin estridencias servilistas. Ese tipo de atención que cada vez se echa más de menos porque muchos jóvenes parece que toman a esta profesión como un trabajo de paso.

Unas sopas caseras nos entonan perfectamente el cuerpo...



Empleamos toda la tarde de solaz y riéndonos encima de las camas con los dos últimos capítulos emitidos de la desaparecida serie de TVE2/EiTB Ciudad K, que la conexión del hotel nos acercaba al ordenador. Humor inteligente, poco taquillero, un punto esperpéntico. Os lo recomendamos.

La incursión nocturna a los encantos de Timi?oara la comenzamos a las ocho y media paseando sin rumbo el barrio donde está el hotel (> exactamente aquí) y nos llegamos hasta el Spitalul Clinic Jude?ean de Urgen?? Timi?oara, el hospital judío que gasta poco en renovar las ambulancias (ésta parece la que llevó a Paquirri de Pozoblanco a Córdoba),



enfrente del McDrive



y hasta la fundación, también judía, Casa Tineretului (> exactamente aquí), que es una especie de de centro deportivo, cultural y de congresos.

Admirando desde el escepticismo el consuetudinario olfato el pueblo hebreo para los negocios, como la cosa no tenía mucha sal por esta zona, caminamos por la avenida Arie? de nuevo pero en dirección al centro con la intención de visitar lo que nos había recomendado el chófer de la grúa la mañana anterior: el centro comercial Iulius Mall, que en el momento de ser construido en 2005 fue uno de los mayores de Europa (> exactamente aquí).

Cuando nos encontrábamos por la zona del Bastión (> exactamente aquí),



una de las pocas fortificaciones que quedan de la antigua muralla, al peguntar a un chaval si algún autobús llegaba hasta la zona del Iulius Mall, nos dijo que él iba unas cuantas paradas más allá y que podíamos colarnos perfectamente sin pagar porque a esas horas los inspectores del transporte público están ya durmiendo y nadie coteja si llevas encima el abono. En cuanto apareció a los cinco minutos el bus E2, animados también por un señor que decía haber trabajado en Sigüenza para un noble y que había terciado en la conversación, en plan campechano, en un pispás llegamos al destino. Nos enteramos de boca de nuestros nuevos amigos de que los rumanos que vienen a España son sobre todo moldavos, del noreste del país, que es la región menos desarrollada.

Bebiendo zumos de naranja recién salidos de la máquina que todos desearíamos poseer en casa sin tenerla que limpiar, vimos que el centro era realmente una pasada de diseño y proporciones.





Mirad en qué pecerita confinan a la gente que le da por tener cosas ardiendo colgando de la boca:



Pues nada: con unas cuantas compras para nuestra gente se nos llegó la hora del cierre y nos fueron echando para la calle.

En buena hora, porque al empezar a deshacer el camino que nos había adelantado el autobús, nos cruzamos (> exactamente aquí) con el restaurante Casa Antinori



en calea Aradului 14A. Por 2,50 €, por ejemplo, pudimos degustar una dorada a la brasa.



El atún al grill ocupa ya la vitrina de triunfos de nuestra memoria gastronómica. Volveríamos allí sólo por volverlo a tomar.

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El tiramisú buenísimo...



A Rumanía le pasa lo mismo que a Polonia en muchas cosas. Son naciones en pleno desarrollo turístico e industrial y muy parecidas. Por ejemplo, en ambas en los restaurantes se estila el horario non-stop de 12-24 h. Para el viajero esto es simplemente genial.

De machismo, igual que en España: de todas las mesas, sólo tenían encendida la vela en las que había alguna chica.



Sacamos 300 RON en un cajero de pia?a M?r??ti porque se nos estaba acabando el efectivo. Cuando hagáis estas extracciones con tarjeta VISA en el extranjero, no os asustéis si veis que os compensan la transacción dos veces en la cuenta. A los pocos días veréis el cargo corregido. Es una práctica habitual que se hace para evitar descubiertos cuando los cajeros están off-line.

Al regresar a casa a pie de nuevo por el Bastión



echamos un vistazo a la sucursal del banco central, Banca Na?ional? a României (> exactamente aquí). Y nos confundimos de avenida en el parcul Civic.

Hablando de civismo, ¿cuánto creéis que durarían por aquí estos maceteros pequeñitos que rodean el parque (> exactamente aquí)?



Frente al liceul (instituto de bachillerato) de esta mañana, ya sin chavales, un vaso del KFC en un banco nevado es todo lo que da la cara el botellón rumano.



A la una y cuarto de la madrugada empujamos la puerta del hall del hotel y le damos las buenas noches al ¡mismo recepcionista que llevamos viendo todo el día!, uno con rasgos indios. Y luego nos quejamos de explotación laboral.

Lavamos la ropa. Vemos unos vídeos sobre las revueltas de 1989 por las mismas calles que hoy nos alojan y a eso de las dos y media parpadeamos por última vez.
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viano

Febrero 06, 2011, 21:33:42 pm #334 Ultima modificación: Febrero 08, 2011, 00:08:10 am por viano
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Etapa 12:  viernes 17 de diciembre de 2010
Timi?oara (RO) - S?li?te (RO)

Tras un rico bufé aún mejor que el de ayer, por tercer día consecutivo andamos como puta por rastrojo, nómadas de la burocracia y de la obsolescencia programada de los componentes de automoción, refugiados saharauis por un desierto helado. Nos echan a las doce. El hotel se clausura y la gerencia nos va a trasladar, por suerte en el mismo barrio, a otro de la misma marca y con una estrella más. Es el Reghina Blue****, en Cozia 51. Ellos dicen que no hay ningún problema, que no va a suponer problema adicional para nosotros. Pero la aseguradora no tiene ni idea. Nadie se ha molestado en decirles cuando reservaron nuestra estancia por causa de la avería que este imponderable iba a suceder.

Así es que a golpe de teléfono informamos al ángel de la guarda del automovilista, que se porta bien y acepta que nos suban de categoría. Y dicen que nos mandan un taxi para el traslado... que aún estamos esperando.

Visto lo poco que cuesta aquí un taxi era más barato llamar uno por nuestra cuenta que volver a comunicarse con Barcelona para reclamar el que nunca llegó.

Finalmente optamos por ir nosotros mismos cargados con el equipaje hasta el nuevo hogar (> exactamente aquí), luminoso, con terraza, amplios salones, altos muros de pavés, algo más diáfanas habitaciones mejor dotadas que el anterior,



parking privado... y disfrutamos de tan maravillosas instalaciones... exactamente cuarenta y nueve minutos.

Una nueva llamada telefónica de nuestro eficiente y coordinadísimo seguro nos da la novedad: que nos vayamos al concesionario que ya lo tenemos reparado. Los de la Mercedes, que nos habían prometido llamar tan pronto estuviera listo, no nos llaman y tenemos de nuevo que ser nosotros los que les pidamos confirmación de si es cierto que ya está reparado.

Ante la cara de sorpresa del nuevo recepcionista,



que seguro que hacía tiempo que no veía una estancia ya pagada tan corta (seguro que un eyaculador precoz tarda más entre ponte bien y estáte quieta), salimos camino del taxi que, esta vez sí, acudió a buscarnos. Además era exactamente el mismo chico del Dacia Logan del día anterior. Ya como de la familia, oiga.

Entre el uno y el otro nos aconsejaron sobre el mejor itinerario para ir hacia Bucarest atendiendo al tráfico y al estado de las carreteras,



porque hay una ruta más directa pero muy frecuentada por los vehículos pesados provinientes de Hungría que no nos recomiendan.



El recorrido por las gargantas del Danubio, por desgracia, debido a la gran distancia a la que están ahora y el mal tiempo,



queda anotado en el cuaderno de cosas pendientes para la próxima vez. Una pena, pero bueno: lo comido por lo servido. Nos ha encantado Timi?oara.

Aflojados sin anestesia los 1 347,34 RON (336,83 €) en la caja del elegante concesionario, con ese estilo de guante blanco tan característico de la marca, agradecemos al señor Motiu lo verdaderamente importante del caso, que es la prisa que se ha dado en resolvernos la papeleta y le animamos a leer el relato de este viaje en el foro dentro de unas semanas; retiramos las cadenas, sucias y ya tirando para viejas, y las colgamos del portabicis para que escurran; revisamos que todo esté en orden y atravesamos la valla de seguridad del perímetro, que está apenas a unos centenares de metros del barrio de Freidorf, donde nació en 1904 Peter Johann "Johnny" Weissmüller, el más popular de los tarzanes de la historia del cine.

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Es el tributo que hay que pagar de tarde en tarde por calentador, precalentador, inversor, 3ª batería, equipos audio-video... El regulador de carga trabaja más.

A las dos de la tarde, muy cerca del concesionario (> exactamente aquí), en Sagului 189, los chicos supertrabajadores y atentos del spalatori (autolavado) Sandybell



nos dejan la furgo, el portabicis y las cadenas como una patena, con secado a mano y encerado incluido por sólo 20 RON (5 €). Ahora ya entendemos por qué lo ventajoso es ganarlo en España y gastárselo en Rumanía.

A las tres de la tarde en punto abandonamos la segunda ciudad del mundo (tras Nueva York) en instalar alumbrado eléctrico en sus calles, y tomamos la carretera rumbo a Lugoj y, como si en ese crítico momento pasásemos a Rumanía  -porque la entrada que tuvimos no era entrada en condiciones-,  escuchamos el mp3 de su himno nacional a todo trapo. El viaje continúa, por fin.

De camino vamos parando sin éxito en varias gasolineras a chequear si hay de nuestro carburante. En la Lukoil del pueblo de Topolav??u Mare incluso nos paramos un rato (> exactamente aquí) a hacer un poco de intendencia tras varios días sin rotar productos y sin recoger el interior. Y unas fotos al ocaso que ya caía y a este scoala (autoescuela)  que nos apareció en las proximidades de Belin?.



Sobre las cuatro y media alcanzamos en Co?teiu el peligroso cruce (> exactamente aquí) de la carretera nacional 6 con la casa de compuertas



del canal que alimenta con el cauce del río Timi? el del Bega, que es el que cruza por el centro de Timi?oara. Otra excusa para parar, porque la ingeniería hidráulica nos gusta especialmente.

Casualmente había por allí al lado una variada tienda a pie de carretera con todos los souvenirs que uno pueda ser capaz de imaginar.



Una gorra con la leyenda del nombre del país y un zuequito de cerámica comprados allí ya recogen polvo a estas horas por las estanterías de la familia. En el suelo de la calle nos vuelven a recordar, en este caso en rumano, lo malos que son los humos.



Aquí pasa como en Bosnia: ha triunfado el nombre pensión-restaurante cuando el establecimiento es sencillo. Al costado mismo de las compuertas resulta que estaba el restaurant-pensiune Rolem, que consistía en una señora madura, de carácter correcto si no le llevabas la contraria y de palabras medidas, como si al pronunciarlas corriese el contador. Podríamos decir que si no hablara pasaría por sayaguesa. Al preguntarle si hablaba inglés dejó la carta sobre la mesa como si acabase de aceptar un órdago a la grande, dijo no y se esperó a que nos buscáramos la vida, que fue ponernos hasta las cejas los dos a base, entre otras sopas y guarniciones, de cordon bleu, cerveza de la tierra, la bere Timi?oreana y los cafés por 5,40 € cada uno (43,10 RON en total). No sé a qué esperáis para venir a Rumanía. Eso sí, como la señora dijo que no había postres en ese bar, pues nos quedamos sin ellos, pero tampoco es que tuviésemos mucho hueco....

En los baños, dos curiosidades: la letrina de mear metida en cabina y con puerta de saloon del oeste norteamericano. Y el rollo de papel puesto en la cara interna de la puerta...



Es muy de destacar que estos países del Este, que creemos más pobres que nosotros, y lo mismo se aplica para Portugal, donde incluso hay franquicias que las sirven en los centros comerciales, tienen muy presente en sus dietas las sopas. Y las sopas mediterráneas son un condensado de virtudes porque hidratas el cuerpo sin darte cuenta, aportas con el caldo todos los nutrientes solubles de las verduras, las gelatinas de los huesos empleados tan beneficiosas para las articulaciones, toda la fibra del mundo para el tránsito intestinal y, encima, son saciantes. ¿Qué más sano se puede pedir para compensar la mala alimentación que tenemos en los ajetreados menús modernos?

Además, son muy frecuentes las ensaladas con hortalizas de invierno, como ésta de repollo picadito que nos sirvieron:



Al salir de comer y volver a la furgo, que nunca hemos tenido más brillante,



nos encontramos con el segundo y último pidepelas de todo el viaje, un pobre hombre que tampoco debía de estar muy bien de juicio por los gestos que hacía y que seguía al vehículo incluso en marcha cuando nos marchábamos a la gasolinera del pueblo, otra Lukoil, que nos sirvió para llenar a tope, un buen truco para ganar adherencia en la nieve.

Cuando estábamos pagando en la caja, tras comprobar que se les habían acabado todos los botes de preparado azul lavaparabrisas, nos entristeció un poco la escena de ver a un matrimonio de unos cincuenta años, ingleses, que venían a devolver una garrafa de anticongelante que acababan de comprar unos minutos antes porque ya no era necesario.

La señora nos preguntaba desesperadamente el nombre del pueblo (le explicamos junto con los dependientes que era Co?teiu) para indicarlo por teléfono a su seguro: acababan de reventar el circuito de refrigeración del monovolumen en el que viajaban. Digamos que les pasamos el relevo por casualidad. Acaba de anochecer y ya hay -7,5ºC.

Tras pasar la travesía de Lugoj, a pie de la 68A en un pronunciado ángulo recto que hace la vía dentro del pueblo (> exactamente aquí) de F?get hicimos algo de compra en el supermercado, una especie de DIA bien surtido para ser un pueblín de poco más de siete mil habitantes.



En él repusimos pimientos ¡blancos!



y tomates, que en rumano se llaman simplemente rojos, a secas, como si aquí a pedir limones lo llamásemos dame un kilo de amarillos.



El idioma tiene cosas que nos hacen sonreir, como que a los embalses los llamen lagos de acumular...



... o que por todas partes haya luminosos que digan simplemente feliz año (la mul?i ani), en plan secular, en lugar de felices fiestas o feliz navidad.

Si tenemos algún problema con la gente que no habla inglés, abrimos cualquier aplicación del teléfono que sirva para traducir y enseguida sabemos cómo preguntar.



También vimos que la encargada del local y el vigilante de seguridad de la puerta, ambos, portaban armas de fuego sin ningún disimulo y sorprendente desproporcionalidad. Siguiendo ese criterio, en los hiper debería haber una compañía entera con fusiles de asalto Kaláshnikov. O a lo peor es que los han atracado alguna vez a la hora del cierre...

Ocho kilometros más adelante, en Margina (> exactamente aquí), varias dotaciones de bomberos y policía se afanan en excarcerar a los ocupantes de un vehículo accidentado en el suave ascenso hacia el pasul Co?evi?a (> exactamente aquí), donde unos obreros se calentaban al amor de una fogata improvisada. Es el puerto que, tras el esbelto pirulí repetidor de televisión y telefonía de su coronación, da paso en un amplio panorama al valle del río Mure? que nos conduce directamente a la importante población de Deva.

Por la privilegiada situación en el alto, vemos acercarse y alejarse un tren atavesando el paso a nivel que mantiene a los coches detenidos en Ohaba. Conforme la Marco Polo se va acercando a la cola, las barreras se levantan y el tapón se deshace lentamente...

Durante un trecho importante vamos paralelos a otra linea de ferrocarril, el Arad-Deva, y la carretera 7 a la que hemos afluido tiene un tráfico de camiones mucho mayor porque es conexión internacional Budapest-Bucarest pero no tiene un firme mejor, sino todo lo contrario. Aparecen sorpresivamente los terribles agujeros de los que nos prevenía el pizzero de Mónaco. Imposible correr sin destrozarlo todo. Un camión con prisa nos hace entender sonoramente que según él deberíamos ir más ligeros a la altura de Mintia, donde tuvimos la oportunidad de ver la tercera central termoeléctrica más importante del país.



Al entrar, se aprecia que Deva es una población notable a simple vista (tiene unos 70 000 habitantes). Como ya son las nueve y media nos pica el apetito de nuevo. Nos aventuramos por la zona de la estación, que está muy animada y llena de furgonetas en un aparcamiento enorme. Seguramente un P+R intermodal. Como los analistas de McDonald's no dan puntada sin hilo, pues allí mismo (> exactamente aquí) había una sucursal (por supuesto con internet gratis) donde tranquilamente aparcamos y cenamos con la desinteresada vigilancia de un segurata que debía de incorporar a su dieta más BigMacs de las recomendables.

De vuelta a la carretera, pasando por Sântuhalm (> exactamente aquí), nos aparece este templo enmedio de la noche



mientras los coches pasan a toda velocidad sin importar que el asfalto esté a -13,5ºC.



Tampoco era fea ésta de la plaza de Or?s?ie (> exactamente aquí), que captamos a las once de la noche.



Pasamos por el complejo maderero de Kronospan, en Sebe? (> exactamente aquí). Así se ve desde donde nos detuvimos en el arcén a tratar de captar la sensación de estar en una extraña base lunar.



Después de descansar unos minutos alrededor de esta casa de la cultura (> exactamente aquí) tan adornada por las fiestas,



empezamos a darnos cuenta



de que ya estamos dentro de los límites de la literaria Transilvania. Y de que deberíamos ir pensando en dormir (llevamos ajos y una estaca de madera en la furgo y no hay problema), así es que pasamos un momento a por líquido de parabrisas capaz para -20ºC



y a repostar a la salida de Miercurea Sibiului (> exactamente aquí).

En un principio pensamos que es en régimen de prepago y pasamos la tarjeta de crédito por el lector del surtidor, pero enseguida viene Nico, el gasolinero guapo de cualquier película americana, y anula la operación porque es sólo para tarjetas de camioneros y nos cobra dentro de la tienda.

Finalmente, a la una y media de la madrugada, entramos en S?li?te (valga la paradoja, jeje) para aparcarnos en la parte trasera de la estación de servicio-restaurante de la marca Aral (> exactamente aquí), tambén muy habituales en el Este. Al maniobrar comprobamos que el empleado ya mayorcito está tirado en su butaca viendo una peli porno y notamos que mira hacia atrás como incómodo.

Así es que nada: apagamos rápidamente las luces y ponemos los sets isotérmicos y nos metemos los cuernos en el caracol. Antes de dormir, descargamos las fotos de las cámaras en el disco duro y nos ponemos los tapones para no tener que aguantar el rato que se ponga a calentar motores por la mañana el camión cisterna del al lado.
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Nanete


viano

Febrero 06, 2011, 21:34:59 pm #336 Ultima modificación: Febrero 08, 2011, 00:18:57 am por viano

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Etapa 13:  sábado 18 de diciembre de 2010
S?li?te (RO) - Peri? (RO)

Tan dormidos estábamos esta noche que ni nos hemos dado cuenta de que en el espacio pequeño que quedaba entre el camión cisterna y nosotros se ha metido de culo otro tráiler dejando exactamente 10 cm de separación con la chapa de la carrocería.

Lo que realmente nos devolvió a la vida son los golpes de las sobretapas metálicas de los tanques subterráneos de la gasolinera. O sea, esas estructuras que evitan que se acumule la nieve directamente sobre las tapas de verdad. Así cuando, como esta mañana, rellenan las cubas, no se mete mierda hacia el interior del depósito nutricio al levantar las escotillas redondas.

Cuando el reponedor se cansó de hacer ruido, se puso a mear detrás de la furgo junto a la zona tintada, en un GH improvisado en el que seguro que no pretendía concursar.

A falta de diez minutos para la una del mediodía salimos de S?li?te, hoy valga la redundancia.

Mucho tráfico pesado hasta la altura del aeropuerto de Sibiu (> exactamente aquí), una de las principales ciudades de Transilvania y, además de capital europea de la cultura en 2007, uno de los sitios con mejor calidad de vida del país.



Tras una breve travesía por ella, en la rotonda de Ve?tem (> exactamente aquí) se nos presenta una gran duda: ¿continuar hacia Bucure?ti por Bra?ov o por Pite?ti?

Si fuésemos por la primera veríamos con nuestros propios ojos lo más encantador de Transilvania y helados paisajes de montaña, quizá a golpe de cadenas. Si vamos por Pite?ti tendremos más llanuras, más tráfico, pero mejores carreteras y la oportunidad de ver las grandes fábricas de automóviles (como la Dacia)



e industrias auxiliares que la Europa más rica se ha encargado de deslocalizar aquí, en Polonia y en Eslovaquia. Dadle la vuelta a vuestros platos de IKEA y lo veréis: Fabricado en Rumanía.



Detenemos la furgo unos segundos en el arcén, cogemos una moneda rumana y la tiramos al aire. La suerte decide que vayamos por la montaña, siguiendo por la carretera nacional 1.

Nada más elegir esta opción comienza la pequeña y retorcida subida del puerto de Kuhberg (465 msnm) (> exactamente aquí), cuyo nombre nos anticipa el importante influjo germánico en toda esta región. En las recurvas aparecen no menos de seis o siete puestos que venden al viajero quesucos de cabra cuidadosamente apilados.



Siguiendo con la toponimia, aprendemos a base de repetir la lectura de los carteles (como Porumbacu de Jos y Porumbacu de Sus, etc) que la mayoría de los pueblos que están en la carretera se llaman ... de Jos, mientras que los que están al lado pero en las laderas se apellidan ... de Sus (> exactamente aquí). ¿No os recuerda en La Rioja al Monasterio de Yuso y al Monasterio de Suso? O sea, el de abajo y el de arriba. Como véis, seguimos todos hablando el mismo latín... ligeramente modificado.

En una de las áreas de este trayecto, lleno de bosques frondosos,



aprovechamos para limpiar el WC químico que ya avisaba de estar casi lleno (> ver cómo hacer este brico).



Un poco antes de llegar a F?g?ra?, admiramos un templo



hecho casi enteramente en madera (> exactamente aquí), al modo nórdico, y en la ciudad una catedral ortodoxa en construcción



rodeada de andamios (> exactamente aquí) que distrae la vista de la ciudadela...



Al salir del pueblo, unos córvidos negros se nos cruzan desde la izquierda, lo que no nos impidió llegar perfectamente hasta el centro comercial Hornbach (nuevo germanismo) a las puertas de Bra?ov (> exactamente aquí). Cuando abandonábamos el aparcamiento buscando lentamente la salida hacia la ciudad, vimos entre los coches que desde una VW T3 sobreelevada nos estaba haciendo un video una rubia que era la viva imagen de Tatiana Marishkina, ya sabéis, la ordinaria gran hermana a la que todo le salía de la rajeta del coño.

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El tranquilo aparcamiento descubierto que hay (> exactamente aquí) a cien metros de la iglesia negra de Bra?ov nos sirvió tanto de cuartel general como de aprendizaje de nuevas (para nosotros) tecnologías:



Cuando entramos, la máquina nos entrega una ficha, como de ruleta francesa de casino. Pero ningún ticket.



Al salir caminando le preguntamos al señor de la garita por las tarifas y por el horario y descubrimos que ya la ficha tiene introducidos todos nuestros datos y la hora de entrada para calcular el precio final mediante un chip oculto.

País de contrastes. Como nos sucedía en Portugal hace veinticinco años, donde al lado de viejas tiendas de mostradores de madera podías encontrar modernísimas máquinas expendedoras de sellos de correos, que hemos visto en España hace cuatro días nada más.

Lo primero que le canta a uno en Bra?ov es que hay pasta por un tubo. El aspecto difiere muy poco de cualquier buena estación de invierno de los Alpes suizos.





Nuestas botas de trekking van aplastando nieve con tacto de arena seca de playa



por la acción de la sal mientras divertidas cuadrillas de chavales avanzan veloces con trineos de mano.



En lo alto del caserío, en la falda del monte, un letrero hollywoodiense recuerda al visitante que está en Bra?ov...



Las calles más inclinadas son continuas exhibiciones de patinaje y el ambiente es decididamente navideño. Bancos, denominaciones, y tiendas de sabor alemán por todas partes.



Con las ventajas de los elásticos horarios de comidas que brinda esta cultura, nos metemos a más de las cuatro y media de la tarde en el restaurante Ambasador en Republicii 60,



íntimo y bien atendido (> exactamente aquí), con clientela de corte familiar





propia de estas fechas, a cuyos postres aprendimos a apreciar la rica versión rumana de los donuts caseros, los papana?i, que se sirven con cremas de yogur y frutos rojos.



Cuando quitan el agujero de la masa, también lo aprovechan, como veis. La interpretación del lenguado a la meunière, sin embargo, fue completamente libertina. Diríamos que revolucionaria.

El ensanche de la ciudad (> exactamente aquí) se articula en torno a estos edificios señoriales de la corte de justicia,



la estafeta central de correos y el ayuntamiento.



Y ante él, de nuevo, el emblema supremo de la dominación romana: otra loba capitolina amamantando a los fundadores míticos del imperio que dominó este territorio.



Cuando el frío acabó de cebarse con nosotros, la emprendimos a mordiscos contra unas tartas de queso y de chocolate, bien regadas de café,



en el Krauss (no hace falta seguir subrayando que son germanófilos, ¿verdad?), que atienden dos chicas encantadoras (> exactamente aquí) en Republicii 19. Riquísimas.

De paso, usamos su conexión a internet para ir reservando hotel en Bucarest, seguramente el mejor y más funcional de los disfrutados en este viaje.

La retirada la emprendimos por las callejuelas de la famosa Biserica Neagr? (la iglesia negra),



que debe su nombre al incendio sufrido en 1689 durante la invasión austriaca.

Como la plaza es un destino turístico de primer orden, hay oficinas de cambio con esta sencilla ratio: dan cuatro lei por cada euro o tres por cada dólar estadounidense.



Por dos razones dejamos voluntariamente para cuando seamos viejos (si acaso) el visitar el castillo de Bran (> exactamente aquí), que no es más que un bonito edificio adonde acuden galernas de viajes organizados. Primero porque Vlad Tepes III de Valaquia, Dr?culea el empalador, nunca estuvo en ese lugar y el personaje Drácula de Bram Stoker es simplemente eso: una novela de ficción irlandesa. Y ese castillo, en realidad, es uno de tantos, pero con marchamo comercial.

Del aparcamiento llevamos la furgo a repostar en la OMV Petrom, del 110 de la calle Bucure?ti (> exactamente aquí), que, como su nombre indica, es la salida sur hacia la capital. Anduvimos en ella también limpiando bien parabrisas y luneta para ver mejor, porque el frío, la humedad y las oleadas de salpicones van dificultando constantemente. No encontramos mapa de Rumanía que nos gustara.

A las nueve y media de la noche, iniciamos la costosa travesía de los Cárpatos Meridionales



adentrándonos por el valle que lame los pies del promontorio donde está Sinaia y no tuvimos ocasión de ver por los accesos nevados el castelul Pele? (> exactamente aquí),

*imagen borrada por el servidor remoto

pero sí la estación de los C?ile Ferate Române CFR (FFCC Rumanos)



a la que llegaba en ese momento un expreso nocturno



(> exactamente aquí). Nos sentimos por un momento en alguna escena de Doctor Zhivago



o llegando a la de ??????????? (Vladivostok) en el Transiberiano, cosa que algún día nos gustaría hacer, porque hay familia ferroviaria y el tema tira mucho. Como los andenes estaban en obras y todo era de un indistinto color blanco, uno de nosotros todavía se está lamentando de una soberbia culada contra el suelo, con aterrizaje de cámara y todo.

Enseguida de continuar, aparecen las indicaciones para desviarse hacia Târgovi?te, que, como se ha dicho antes, es el lugar donde fue ajusticiado manu militari el dictador.

Exactamente a las 22:45 por mera casualidad, a unos doscientos metros al SE de la intersección de la carretera nacional 1 con la local 215 que va a B?icoi, rodamos junto a un indicador que marcaba el paso virtual del semihemisferio norte, o sea, el paralelo 45º00'00"N (> exactamente aquí).

Las travesías se van sucediendo en alternancia con segmentos de vías de cuatro carriles sin mediana. La noche, a pesar de ser de sábado, es tranquila y sólo se ve jaleo al pasar por las poblaciones menos pequeñas. Un fuerte olor se mete por los aireadores a unos 55 km de Bucarest: proviene de la gigantesca refinería Petrobrazi (> exactamente aquí), en Brazii de Sus, nada más acabar la circunvalación de Ploie?ti.



Fea, sucia y contaminante, pero al fin y al cabo la responsable en parte de que la furgo esté circulando por sus proximidades.

A veinticinco minutos para que sea un nuevo día  -cosas que pasan los sábados por la noche en las carreteras-  vemos en la travesía de la nacional 1, en Puchenii-Mo?neni (> exactamente aquí), lo que parece un enorme control de carreteras con profusión de pirulos azules, pero tristemente era esta colisión frontolateral entre dos turismos:



Luego, al pasar frente al moderno hotel Mirage Snagov***, en Tânc?be?ti, tenemos la fortuna de que desde el aparcamiento de enfrente (> exactamente aquí), en la gasolinera Agip, a nuestra mano, somos capaces de obtener buena señal de su conexión a internet. Así es que planificamos cómodamente tumbados allí la jornada que en esos instantes comenzaba, junto a un par de lagos artificiales congelados.

Se nos pasaron así dos horas largas, a las que siguieron las complejas tareas de buscar dónde dormir sin meterse en un berejenal de barro y nieve del que no pudiésemos salir por la mañana.

Tras un deslizante intento fallido por las orillas de uno de los lagos, nos posamos en el pueblito de Peri?, en el pinar que hay junto a la intersección de las carreteras locales 101B y 179 (> exactamente aquí). La última imagen del reloj de los armarios traseros cuando cerramos el ojo decía que eran las cuatro.
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viano

Febrero 06, 2011, 21:35:53 pm #337 Ultima modificación: Febrero 08, 2011, 01:02:24 am por viano
*imagen borrada por el servidor remoto

Etapa 14:  domingo 19 de diciembre de 2010
Peri? (RO) - Bucure?ti (RO)

Un sol radiante, que hace bueno el que la lengua inglesa le haya adjudicado este día (sunday), nos acompaña todo el desayuno dominical. La temperatura, por primera vez en ocho días, sube tímidamente de 0ºC.

Cuando salimos de nuevo a la carretera general para entrar ya en los suburbios de Bucure?ti (Bucarest), volvemos a ser afortunados de no caer en un control policial que había establecido en el cruce. Sin embargo no nos libramos de los surcos longitudinales y nos mecemos como barcas en la marejada cada vez que las ruedas se salían un poco de lo deformado por los camiones.

Las primeras panorámicas de Bucarest confirman el sobrenombre, que se disputa en ocasiones con Budapest, de ser la París del Este: megalómanos ejes urbanísticos, que se extienden hasta donde la vista no alcanza, pueblan la tranquila mañana sin tráfico. Es como si entras en Madrid por la Castellana un día festivo.

Ahí estaba la Casa Presei Libere (Casa de la Prensa Libre),



imponente (> exactamente aquí), tantas veces vista en los libros, quintaesencia de la arquitectura realista soviética junto a la Universidad de Moscú. Ahí está también (> exactamente aquí) el Arcul de Triumf (Arco de Triunfo), que gritó al mundo que la Rumanía moderna



se había independizado por primera vez, en este caso del yugo otomano; y las elegantes embajadas (> exactamente aquí) de los Estados Unidos de América, de Rusia y de Canadá rodeadas de jardines serenos...

Para aprovechar al máximo la jornada hotelera, a las doce y media nos registramos en el moderno, pequeño y funcional hotel Berthelot**** (Gen. Berthelot 9) a un precio de risa con aparcamiento y desayuno incluidos en lo más céntrico de la capital. Además, como superamos un poco el gálibo para las plazas subterráneas, nos colocan en la propia terraza (> exactamente aquí) frente a la recepción acristalada, a 30 metros de la catedral católica. Mejor trato imposible.



El sol aquí también inunda la habitación en la que nos alojan



con vistas a un palacete de techos de pizarra y buhardillas con algunas reformas pendientes. Nos volvemos a sentir mediterráneos, meridionales, latinos. Y aprovechamos también para todo tipo de cosas prácticas como volver a quedar como pinceles y lavar la ropa.

Dado que estamos al lado mismo del Ateneul Român (el Ateneo) (> exactamente aquí), la más prestigiosa sala de conciertos del país,



nos recomiendan vivamente que comamos en Episcopiei 9 (> exactamente aquí), en el restaurante Ca la Mama Acasã, del que salimos ya sin luz de día,



que tiene en total siete locales repartidos por el país y es más conocido simplemente como La Mama.

Por el camino vemos muchas Viano y recordamos que nuestro nuevo alternador unos días antes estaba en algún almacén de esta ciudad. En el comedor, otra vez, muchas familias y grupos de amigos. Ya sabéis: las quedadas de navidad.

Si os gusta el sabor del maíz, hacen con este ingrediente unos huevos a la transilvana imposibles de terminar.



La dorada con patatas a la rumana también merece la pena.

Nos tocó sentarnos justo debajo de uno de los televisores (aquí es como en Portugal: los restaurantes sencillos suelen tener la tele puesta), así es que bastantes comensales miraban hacia nosotros porque estaban retransmitiendo el partido de balonmano femenino entre las selecciones de Dinamarca y Rumanía.

Para bajar la grasilla nos adentramos a pie por las elegantes avenidas que fueron disponiendo ante nuestros ojos primero un mercadillo de navidad prácticamente cerrando; la soberbia estatua del príncipe alemán Carol I (> exactamente aquí), que fue el artífice de la Rumanía independiente, recién puesta estos días en este lugar,



frente al palacio real,



desde que se mandó retirar en 1947 por las autoridades comunistas; una nutrida brigada de obreros quitanieves que iban acondicionando en las aceras sendas transitables para pisar con alguna seguridad; luego pasaron también



el teatro Odeón (> exactamente aquí), el palacio del Círculo Militar Nacional (> exactamente aquí),



o la sede central del banco CEC (> exactamente aquí), con el mismo estilismo



que podría tener en los Campos Elíseos.

Anduvimos igualmente por la basílica Zl?tari,



un poco por la zona de tabernas, mercadillos del casco viejo, donde se sigue sirviendo vino caliente,





el museo de historia



y por la corte de justicia



y, tras atravesar el luminoso cruce de las avenidas pasajul Unirii y Corneliu Coposu,





la Times Square rumana (> exactamente aquí), nos abdujo el centro comercial Unirea (> exactamente aquí) en busca de calorcito y de este mapa topográfico (1:200 000)



del país que nos vendieron en la librería Diverta, que conservamos como un tesoro por su calidad.

Como en todas las capitales, también estaba el templo comercial del equipo estrella, el Steagua:



El paseo continuó por la Biblioteca Nacional de Rumanía, junto a las aguas remansadas del río Dâmbovi?a,



y por la catedral ortodoxa, un delicioso reducto de paz en medio de la vorágine urbana (> exactamente aquí). Una exquisita soledad apenas turbada por las pisadas en la nieve.



Lo único que discordaba  -hay que decirlo-  es que en este tipo de monumentos, que son patrimonio de alto nivel, cosas como estos condensadores no deberían permitirse.



Al curiosear por el interior de la catedral ortodoxa metropolitana, vimos cómo el sacramento de la confesión no se realiza en cajones de madera, como en el credo católico, sino metiendo la cabeza el penitente bajo la estola del pope.



Pasando por el palacio patriarcal (el obispado, para entendernos), fuimos abandonando el recinto sagrado.



Con el largo recorrido del bulevar Unirii, que estaba peatonalizado (> exactamente aquí) a esas horas, y la visita al exterior



del parlamento (al fondo de la imagen), con medidas de austeridad en la iluminación, por la crisis, (> exactamente aquí), la otra joya de la arquitectura socialista, pusimos el punto de inflexión y empezamos a regresar hacia el hotel.

Atravesamos un barrio sórdido (> exactamente aquí) y poco recomendable, pero el frío intenso todo lo aplaca y no hubo ningún susto. Bueno, sí: uno de nosotros, el que quedaba por estrenar el suelo con el culo, como consecuencia del hielo brillante de la salida de un canalón (> exactamente aquí), mordió la derrota en la acera en cuesta de la esquina de Victoriei con Splaiul Independen?ei, nada más cruzar el río Dâmbovi?a por la pasarela peatonal.



Luego pasamos por los jardines de la biserica Kretzulescu (> exactamente aquí) y, ya  en casa, con la furgo a la puerta,



unas duchas reconfortantes y a repasar lo visitado para poder ahora contarlo en condiciones. Bueno, lo pudimos hacer sólo durante un rato porque la conexión inalámbrica de todo el hotel se petó y no volvió a funcionar hasta el día siguiente por la mañana.

La última salida, como al pasar le habíamos echado un ojo al restaurante del hotel Radisson*****, al lado del nuestro, llamado Le Bistro (> exactamente aquí), consistió en una ligera pero sabrosa cena allí a base de algunas cosas ricas como la ensalada griega o una estupenda mousse de chocolate belga y otra amena sobremesa y una visita al interior del hotel, bellamente iluminado,



que se prolongaron hasta las dos y media, en que volvimos al Berthelot y cerramos el ojo.
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viano

Febrero 06, 2011, 21:36:47 pm #338 Ultima modificación: Febrero 19, 2011, 00:37:50 am por viano
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Etapa 15:  lunes 20 de diciembre de 2010
Bucure?ti (RO) - ????? (BG)

Cuando bajamos al desayuno bufé, donde una original manera de poner los manteles nos llamó mucho la atención,



ya habían arreglado el router y la conexión a internet del hotel volvía a funcionar, así es que la aprovechamos relajadamente hasta la hora del check-out, sobre todo cargando en los teléfonos y en la tableta la ruta que íbamos a seguir hasta el mar Negro porque el DVD Pioneer CNDV 90MT de Europa del este que usamos en el navegador de la furgo sólo incluye este año hasta Serbia y Grecia, a.i.

Como teníamos bastante roña y sal,



pasamos un momento por el spalatorie (autolavado) del bulevardul M?r??e?ti (> exactamente aquí) que, como en las capitales todo es más caro que en provincias, nos costó 25 RON, 5 más que en Timi?oara, y tuvimos que esperar también más rato. Desde allí, circunvalamos el inacabable edificio del parlamento





para cogerle la medida (> exactamente aquí).

Tan sólo tres días después un trabajador se intentaría suicidar arrojándose desde la tribuna de invitados como señal de protesta por la situación económica del país (> ver la noticia).



Sobre las dos del mediodía, metidos en un denso atasco, vamos avanzando posiciones hacia la salida de la ciudad por la A2. Coincidimos por primera vez con un coche de Moldavia...



Una chica nos pide permiso para colarse en una intersección con un poco de antelación. Lo cual en cualquier gran ciudad por aquí sería cortesía-ficción.

Todo vale en los embotellamientos. En los semáforos vendedores ambulantes no ofrecen cleenex sino gorros para el frío y hasta cortavientos amarillos tan preciosos que casi picamos... Un taxi del carril derecho, de repente, se sube ¡por la acera helada! y avanza cien metros. Es la jungla.

Justo antes de entrar en la autopista nos equivocamos y vamos a dar al barrio de C??elu (> exactamente aquí), sin muchas consecuencias graves. Nos intercambiamos de asiento para ir dándonos el relevo.

El recorrido plano y rectísimo que hace la autopista desde Bucarest hasta el delta del Danubio es como circular por La Mancha, pero con canales de regadío cuadriculando la llanura. Realmente no se ve el horizonte el algunos momentos.



Sólo aparecen de tanto en tanto gasolineras de la elocuente marca LITRO y una efímera vez la bonita cifra de 180 000 km en la pantallita del velocímetro cuando pasábamos por Lehliu-Gar? (> exactamente aquí) que es el barrio de la estación de Lehliu. Nuestra furgo acaba de dar cuatro vueltas y media al planeta en seis años y dos meses.

Nos cruzamos con un transporte de reclusos que va hacia Bucarest por la calzada de la izquierda y un cuervo negro en el arcén derecho dos kilómetros antes de Fete?ti. Allí termina la inmensa llanura Dunárica y un airoso viaducto (> exactamente aquí) nos introduce por primera vez en el delta,



entre el llamado bratul Borcea y el cauce titular. Tras 17 km de campos de labor y marisma, otra megaestructura (> exactamente aquí) vuela sobre el curso principal del río



junto a las grandes esclusas navegables de Cernavod? (> exactamente aquí), donde termina la autopista.



Ya huele el aire a mar Negro.

A la entrada de Constan?a (Constanza) se hace ya casi de noche cuando sólo son las cinco y cuarto. En el contraluz se nos cruza un tráiler saliendo de un polígono industrial sin el menor pudor, a la napolitana, haciéndonos parar bruscamente. La luna está casi llena. De nuevo el azar nos hace un guiño y vamos a aparcar la furgo aleatoriamente en un mirador (> exactamente aquí) que resulta ser la calle Mihai Eminescu, el mismo poeta rumano cuyos versos premonitorios nos resonaron días atrás en Oravi?a.



Junto al precioso panorama se alzan los ventanales amplios del restaurantul Zorile al que entramos con apetito comprobando que la sala estaba vacía y con unas ociosas camareras canturreando de espaldas, ajenas a nuestra intempestiva presencia, el Bailamos, de Enrique Iglesias. En Cannes nos ataca el padre y en Constan?a el hijo. Esto no puede seguir así...

No lo hemos dicho hasta ahora porque no estábamos seguros. No hay que juzgar sin probar mucho. Pero ya podemos confirmarlo: los panes rumanos tienen poca gracia. Son como bollos suizos blanditos, correosos y salados, como del día anterior. Es lo malo de tener costumbre de tantos panes franceses. Ya nada puede superarlos.

Nos gustó mucho la sopa de pollo a la griega, y que los huevos fritos se sirvieran de tres en tres, en vez de dos en dos. Y estos lenguados rebozados.



Pagamos en cash porque no aceptaban tarjetas.

Otro poeta, el romano Publio Ovidio Nasón, era uno de los mayores pelotas del sistema que se puede uno echar a la cara. De todas formas, a pesar de que adulaba al emperador Augusto para mantener su posición de preeminencia, al final, por oscuras razones, fue desterrado precisamente aquí, en Constanza, a las puertas de cuyo museo arqueológico (> exactamente aquí) al comenzar el paseo pudimos ver la estatua triste que lo recuerda.



Y otra encantadora compañera clásica justo a su lado.



El saldo restante de días de vacaciones ha encendido ya la luz roja y tenemos que dejar para otra ocasión pasar un poco a conocer ??????? (Ucrania). Precisamente a muy pocos kilómetros, ya atravesada la frontera, hay una pequeña población (> exactamente aquí) llamada ?????????? (Ovidiopol, ciudad de Ovidio, en ucraniano), a orillas del limán que forma el río Dniéster antes de desembocar en el mar Negro (> exactamente aquí). Esta masa de agua se llamaba en la cartografía antigua lago de Ovidio.

El largo paseo con mucho frío nos lleva, entre arcones de arena gruesa para repartir por las aceras durante las heladas,



a la mezquita, a la catedral ortodoxa, a un centro urbano triste, oscuro y desguazado por la desidia y la estacionalidad. Pero sobre todo nos llevó



al mirador (> exactamente aquí) del gran Casino sobre el mar, por donde apenas paseaban unas parejas perdidas en la última tarde del otoño y a cuya puerta un músico callejero ponía la banda sonora a este instante de plenilunio.



La que nos parecía la Biarritz rumana, resultó ser más bien la Castelldefels.

Un gin-tonic y un chocolate caliente en el Irish pub (> exactamente aquí) de la esquina donde habíamos aparcado la furgo pusieron el final calentito a la visita.

En la gasolinera Petron (> exactamente aquí) de la población más grande y cercana a la frontera búlgara, Mangalia, a las diez y media de la noche, nos gastamos la totalidad de los lei rumanos en repostar y en chuches. Mientras contamos las monedas y billetes para saber lo que podemos usar, llegan como a 60 km/h unos gamberros en un coche viejo y aparcan a la puerta de la tienda haciendo un precioso derrape de la máxima precisión, porque quedaron estacionados como en el examen de la autoescuela. El fin justifica los medios.

La estela de la luna teñía de blanco satén las aguas del Negro por la carretera 39 que va continuamente paralela al mar y pasa por los astilleros del pequeño pueblo llamado 2 Mai (> exactamente aquí). Nos conduce finalmente a las once de la noche al puesto fronterizo rumanobúlgaro (> exactamente aquí) de Vama Veche en el que había un policía no tan marcadamente pasota como los que nos habíamos encontrado en Naid??, pero que apenas miró de reojo los DNIs (el más aislado lugar donde los hemos usado) para dejarnos acercarnos a la garita búlgara. Al fin y al cabo estamos transitando entre dos miembros de la Unión. El búlgaro era un tipo maduro, metido en una especie de cabina de teléfonos un poco ancha con una mesita que le separaba de la ventanilla a la que tuvimos que acudir bajándonos.

Le llevamos la documentación, que miró sin mucho afán, y nos vendió la viñeta,



en este caso no para usar las únicas autopistas que hay en torno a ????? (Sofía), al otro lado del país, sino por el empleo general de la red viaria.

Compramos la más pequeña, que sirve para una semana y cuesta cinco euros, que abonamos con el billete gris sin ningún problema porque la oficina de cambio ya está cerrada.


Si nadie te lo aclara previamente, al escuchar el himno nacional búlgaro puedes pensar que alguien se ha confundido y te han metido una marcha fúnebre de procesión de viernes santo. ¿No os lo creéis? > Escuchad esto.


Aunque en algunos tramos había obras recientes de repavimentación, circunvalaciones nuevas y curvas arregladas, todo ello con carteles bien visibles de que todos los europeos las estamos pagando con los fondos de cohesión, la carretera de la costa es un perfecto juego de marcianitos que la bruma espesa se encarga de dificultar hasta el nivel de la tercera o cuarta pantalla. Por suerte, en decenas de kilómetros apenas nos cruzamos con media docena de coches y podemos usar a nuestro antojo ambos carriles para vadear agujeros que si estuvieran en la luna se verían con los prismáticos. De lejos se oye el zumbido de unos aerogeneradores.

Hacemos una pequeña pausa para relajar tanta tensión visual por la niebla en el área de descanso (> exactamente aquí) de la carretera nacional 9 en ???????-??????? (Poruchik-Chunchevo) que tenía ya cerrada una especie de casita-restaurante. La ruta se interna un poco alejándose del mar, pero vuelve a retomar la costa a la altura de ??????? (Kranevo) (> exactamente aquí). A la entrada del pueblo hay un bistro abierto y aprovechamos para consultar y despachar en su WiFi desde la cama.

Por momentos, la ruta se hace tortuosa y emplea extraños ramales muy nevados, como éste (> exactamente aquí) en el que de repente apareció un coche quemado en medio de la carretera a las dos de la madrugada. En este país ocurren cosas muy raras.



En la gasolinera Lukoil (> exactamente aquí) de ?????? (Kichevo) compramos un mapa de Bulgaria no muy exhaustivo, pero suficiente para lo que necesitamos. Nos lo venden un chico y una chica jóvenes que afortunadamente hablan inglés. Como tantos de su profesión que hacen turno de noche, tienen cara de haber visto de todo y se les nota recelosos.

Al entrar en ????? (Varna) la tercera ciudad del país, que tiene un tamaño algo mayor que Valladolid, ya nos hemos adentrado 100 km en el país y continuamos sin leva búlgaros. Son las 02:35 de la madrugada.

Así es que paramos en doble fila a sacar 150 BGN en el cajero del Municipal Bank, en el 119 del bulevar 8-mi Primorski Polk (> exactamente aquí), que es una de las principales avenidas.

Las noches de los lunes tienen fama de ser las más tranquilas de la semana en cualquier gremio, en las urgencias de los hospitales, en hostelería, en las oficinas de denuncias de las comisarías, en los supermercados 24 horas... Por eso aparcamos cómodamente junto a la parada de taxis de la avenida Hristo Botev y nos entretuvimos fotografiando la ?????????? ???? ????? ??????? ??????????? (catedral de la Asunción). Y quizá pudo ser la última foto que hiciésemos con esta cámara y desde esta furgo...



porque, cuando nos incorporamos nuevamente a la avenida en sentido oeste por el carril derecho para salir de la ciudad, al pasar un tramo ajardinado (> exactamente aquí), sin viviendas cerca, un potente BMW negro con dos tíos discutiendo violentamente nos adelanta casi rozando (el rojo)



y da un frenazo brusco delante de nosotros cerrándonos un poco la marcha
y como chocando casi con el bordillo derecho.

Damos un suave volantazo y continuamos con normalidad hacia la carretera pensando que son simplemente dos notas que han discutido y andan resolviendo sus cosas a derrapes.

A los treinta segundos, ya entrando en los viaductos de la autovía A5 (> exactamente aquí), vemos los mismos cuatro faros por el retrovisor y somos adelantados de nuevo de la misma forma (por el rojo).



Son ellos. Tomamos de memoria la mayor parte de la matrícula búlgara y se nos pone el corazón a millón. Nos vemos sumidos en un road movie thriller sin comerlo ni beberlo. Pueden saber que tenemos poco o mucho dinero fresco del cajero y al menos cámaras entre las cosas de valor.

Los juláis hacen cuarto de trompo y taponan el carril derecho de la vía de doble calzada y un poco el izquierdo. Nadie circula en ninguno de los dos sentidos, excepto nosotros cuatro. Noche cerrada. Faltan unas horas para el plenilunio.

Casi al tiempo de pararse salen cada uno por su puerta, ambos de 1,90 m de altura, las dejan de par en par, miran hacia nosotros que nos acercamos habiendo reducido un poco la velocidad, ¡y se ponen a pelear encima de su capó entre ellos!

Pasamos usando el mini-arcén izquierdo sin detenernos. Tenemos división de opiniones: uno dice de acelerar y alejarnos por la autovía cuanto antes; otro que mejor salirnos por el primer enlace y esperar en algún sitio discreto a que pase un rato, por si vuelven a la carga; o cambiar de sentido y buscar la protección de la ciudad, que al fin y al cabo está habitada... Optamos por lo primero.

¿Seguiríamos siendo propietarios de nuestras cosas, entre ellas la furgo, y gente sin heridas si en alguno de los dos intentos nos hubiésemos detenido a intentar ayudar?

¿Conocéis esta técnica de asalto?

Hacía mucho tiempo que no estábamos tan asustados por nada. Apretamos todo lo que dan de sí los 218 CV de nuestro V6 y volamos a cerca de 4500 rpm en dirección Sur. Es cuando se aprecia que un motor de gasolina es un avión si se le exige. En escasos kilómetros se termina la vía de dos calzadas y entramos en una zona de bosques. Comprendemos inmediatamente la etimología de la palabra emboscada.

Pero parece que ya nadie nos sigue. Escrutamos el retrovisor cada cinco segundos: nada.

En el cruce de la nueva carretera convencional, la 9, con la 9006 hay una pequeña gasolinera (> exactamente aquí) apagada con un coche de policía aparcado en batería, que parece estar vacío. Dudamos si parar allí a contar lo sucedido. Pero no tenemos claro si es precisamente lo que pueden ellos  -los otros-  esperar que hagamos. Decidimos continuar sin parar.



Sin parar 60 km hasta ????? (Obzor). Todo en calma.

Son las cuatro y media de la madrugada y no tenemos éxito buscando dormir discretamente en las inmediaciones de un complejo hotelero tipo resort (> exactamente aquí) porque hay barrera con vigilante a la puerta.

Así es que rebasamos el pueblo y hallamos un tranquilo ramal tras las últimas viviendas (> exactamente aquí). El arcén tiene la nieve con base dura. Lo comprobamos con las ruedas delanteras dejando las motrices en la carretera pero no hay problema. Aguanta.

Hemos visto en las efemérides astronómicas que en unas horas, apenas amanecido, sería visible desde toda Europa un eclipse parcial de luna, a eso de las 9:40, hora búlgara.



Con los ojos como platos por la excitación de lo que nos ha sucedido en Varna, apenas dormimos alertados por el menor ruido a nuestro alrededor. Empleamos la técnica del periscopio de vez en cuando, que consiste en sacar la pelota hasta los ojos por el techo solar y ver mucho mejor lo que nos rodea en 360º. Todo bien.

De lo de la luna ni nos enteramos porque, como veis en el mapa, la banda de parcialidad casi era despreciable en la costa búlgara del mar Negro.

Otra mala noche. Y van dos.
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viano

Febrero 06, 2011, 21:37:23 pm #339 Ultima modificación: Febrero 08, 2011, 02:26:34 am por viano
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Etapa 16:  martes 21 de diciembre de 2010
????? (BG) - ?stanbul, lado asiático (TR)

La verdad es que últimamente los martes no son nuestro día. Menudos minutos iniciales.

Y lo de no conseguir ver el eclipse nos parece despreciable al lado de estar vivos e incólumes.

El pulso se nos pone alerta a la hora del desayuno: volvemos a escuchar en la carretera a un turismo gastando ruedas, como a cien metros de distancia. Pensamos parafraseando a Obélix que están locos estos... búlgaros. Falsa alarma.

Habíamos consultado estos días la web de lugares Patrimonio de la Humanidad, que no deberíais dejar de considerar cada vez que diseñéis una ruta. Da mucha rabia a veces enterarse a la vuelta de que has estado al lado de alguna maravilla sin saberlo.

Y en la nuestra estaba la península de ??????? (Neseb?r), la deliciosa antigua isla (> exactamente aquí) incardinada en plena ??????? ????/Slanchev Briag (costa del Sol), con tantos edificios religiosos por unidad de superficie que supera incluso a lugares como el casco antiguo de Zamora, que ya es decir.



Un atento gasolinero de la nueva OMV (> exactamente aquí) nos rellena el tanque de agua (conforme se acerca uno a Asia menor, nada puedes hacer ya en autoservicio) y un poco más adelante, justo en la entrada a la población el autolavado



atendido por tres chavales (> exactamente aquí) nos sirve para quedarnos como si fuésemos a vender la furgo en el segundamano.

Dentro de la propia península



hay habilitados aparcamientos para turistas (> exactamente aquí), sobre todo autocares, pero preferimos ponernos en un lugar discreto y un poco alejado para obligarnos a caminar y a tomar el pulso a la ciudad real, la que va a comprar el pan y el pescado en vez de imanes para el frigorífico.



Frente a los ventanales de la recepción y bar del hotel-restaurante The Mill había unas cuantas plazas de aparcamiento público (> exactamente aquí), pero con la tranquilidad de que tres empleados te están garantizando inconscientemente una buena seguridad, sobe todo si pasas, como hicimos, a tomarnos unos cafés de media mañana.

Con esa confianza le dedicamos un par de horas a recorrer palmo a palmo el pequeño promontorio rodeado de mar (> exactamente aquí) en el que una anciana que vendía souvernirs nos facilitó una docena de sellos y postales para enviar a amigos y familiares, y que han llegado a sus destinos quince días después de nuestro regreso a casa. Lo que vale es la intención. Además nos escogió de entre sus monedas la serie búlgara completa en circulación para nutrir la colección de una hermana.

El resto de las tiendas, afortunadamente, cerradas. ¡Qué agradable es la temporada baja!



Rincones deliciosos, callejas con casas de madera,





miradores de ensueño... así es ??????? (Neseb?r).





Por los carteles de anuncios vimos las numerosas esquelas, muchas de accidentes de trafico de gente muy joven, que aparecían por todas partes...







El encantador callejeo nos daba pie unas veces para conversar con un tendero que nos decía, todo seguido, como el pasodoble:  España, Real Madrid, Barcelona, Mesi; otras veces para ver vehículos policiales con look militar;



también hubo buena ración de gatitos sin dueño conocido y tiendas de ropa deportiva a precios sin competencia donde picoteamos para el fondo de armario

Sobre la hora mítica en que comenzaban antes las corridas de toros, y que aquí es casi la puesta de sol,





colocamos las compras en el Viano y, como nos habían caído superbien la gente del hotel, nos metimos a almorzar con ellos, entre otras cosillas, un risotto del mare o un fresquísimo rodaballo.

La sobremesa, aprovechando que el comedor estaba vacío



completamente de clientes, nos sirvió para montar la oficinita de escritura de postales, despacho del correo electrónico y, en particular, agencia de viajes, porque dejamos reservada una habitación a tarifa low cost a cien metros de Santa Sofía de Estambul.

Cuando ya nos íbamos, la gerente del hotel, que nos debió de ver como potenciales futuros clientes, se deshizo en atenciones y nos enseñó motu proprio las suites del establecimiento, a sólo 35 €, de decoración muy clásica y con el televisor plano integrado en el espejo del tocador,



que incluían unas terrazas con estas vistas de escándalo sobre la parte vieja.



Tras un último paseo nocturno,





nos costó un poco encontrar la estafeta de correos en el pueblo (> exactamente aquí), pero al final conseguimos depositar el taco de cartas para España.

El camino hacia el sur pasó primero por ?????? (Burgas) (> exactamente aquí), el mayor puerto búlgaro, donde había prácticos y desestresantes semáforos que cronometraban el tiempo restante tanto de verde como de rojo;



y después por el final del trazado de la carretera 9, que es completamente de montaña, sin señalización horizontal de ninguna clase, un tramo terrible que hubo que recorrer a 40/50 km/h durante 75 km usando el volante como un joystick de esquivar socavones. Vemos las primeras indicaciones de que el destino final del viaje se acerca...



Con este minuto escaso de video, os podéis imaginar el resto...



Por suerte, la luz de la luna y alguna pausa, como la que hicimos en el cruce nevado de ????????? (Primorsko) (> exactamente aquí) para leer un rato sobre el Imperio Bizantino,



nos fueron haciendo la vida más fácil hasta alcanzar el pequeño poblado de ????? ??????? (Malko Tarnovo), cuya gasolinera (> exactamente aquí) nos sirvió para gastar los leva que quedaban y para ser reprendidos a golpe de claxon por un todoterreno turco que necesitaba la manguera de aire junto la que nos habíamos estacionado sin saber.



La superficialidad en los controles del lado búlgaro del paso fronterizo, (> exactamente aquí) que no está nada señalizado a la salida del pueblo y se presta a errores, contrastó vivamente con la inmensa retahíla de gestiones que hay que hacer en la aduana turca, situada en medio de un espectacular puerto nevado (> exactamente aquí).

Al ver que éramos residentes en Salamanca, comentaban automáticamente, ante nuestro asombro, que qué pena que el equipo de fútbol local esté en segunda división en la liga nacional y los más inverosímiles detalles sobre nuestro paisano Vicente del Bosque González. Ten uno de los mejores conjuntos históricos renacentistas del mundo, la segunda universidad de Europa, la decana de España... para esto. ¡Cuánto mal hace en las cabezas lo del pan y circo!

Con sólo poner en GoogleImages el nombre de este paso, aparecen continuos resultados de aprehensiones de alijos de tabaco y estupefacientes. Pero sobre todo corresponden al flujo de salida de Turquía, que no era nuestro caso.

Por si alguno entráis al eterno candidato a ser miembro de la Unión Europea por esta (o cualquier otra) frontera (> exactamente aquí), os explicamos los pasos a seguir sobre el plano. También os los chapurreará el guardia búlgaro si está de buen humor.



1.  Aparcar la furgo donde uno pueda. Mejor ir de noche, que hay menos lío. Nosotros únicamente estuvimos con otro coche más en el que iban tres chicos y una chica. No olvidéis coger pasaportes, cartera y la documentación del coche. Entrar en el vestíbulo del edificio, rodeado de ventanillas.

2.  Comprar a 15€ por persona un visado de entrada/salida múltiple. Lo pegan sobre el pasaporte. Cobran en euros sin problema. El tema del fútbol volverá a salir irremediablemente.



3.  Dirigirse al control de pasaportes. La maquinita se pondrá verde. Si se pone roja, malo: alguien os busca y no es el panadero. El chico que nos atendió resultó simpático y con bonitos y angulosos rasgos turcohelénicos.

4.  Llevar el permiso de circulación de la furgo para registrarla como vehículo de paso en el país. A nosotros nos empezaron a contar que les encantaban los coches españoles y que estaban mucho más cuidados que los suyos.

5.  Responder el interrogatorio del agente de aduanas. Te preguntan lo típico: si tienes algo que declarar como tabaco, alcohol o grandes cantidades de dinero en efectivo. Hay que decir a todo que no.

6.  Ir a la cola de la oficina de cambio a comprar liras turcas. Nos dieron 97,50 TRY por 50 €.

7. Volver a coger la furgo y acercarse al check point sin saltarse el Stop.





Última comprobación de que los trámites anteriores están bien cubiertos. Nos explicaron no muy claramente cómo se usa el peaje de las autopistas por el sistema de tarjeta prepago y dónde comprarlas. Para remate del empacho futbolero, el fulano que finalmente levantó la barrera insistía en que uno nos parecíamos físicamente a Daniel González Güiza, y como si eso tuviera algo que ver, continuó diciendo que Andrés Iniesta Luján era mejor jugador. ¡Qué país... cómo se parece al nuestro!

Desde que abandonamos las autopistas francesas no habíamos visto mejor asfalto que en esta carretera D555, un largo pero muy ponderado descenso desde donde nos encontrábamos, en los montes Strandscha que son los Balcanes más orientales (> exactamente aquí), hacia las llanuras del valle del río Meriç, por donde discurre la autopista que nos llevará a Estambul, la O3 (la O es abreviatura de Otoyol, autopista).

*imagen borrada por el servidor remoto

Como no hay mal que cien años dure, tampoco carretera buena que te acompañe siempre. Y, sin poderlo creer, de repente (> exactamente aquí), aparecen unos semáforos en rojo intermitente y se termina de golpe la vía rápida para pasar a un terrible camino rural alternado con alquitrán malo. A los que iban en sentido contrario, hacia la frontera búlgara, les ponía la señal de Bulgaristan, que nos pareció el estado de al lado de Chiquitistán... no puidor, pecadorl.

A las once y media de la noche, tal y como nos habían explicado por fascículos entre los distintos agentes fronterizos, paramos en la gasolinera Shell



de K?rklareli (> exactamente aquí) a comprar la dichosa tarjeta con chip oculto KGS en la que te recargan con un mínimo inicial de 20 TRY (y luego de 5 en 5 ó más) el saldo que quieras tener.

Al entrar por los peajes, la muestras al lector para que entienda dónde empiezas y al salir haces lo mismo



y ves en la pantalla el saldo que te queda ya neto, con el uso previo restado. Eso sí, todo eso hay que comprenderlo más o menos por lógica porque nadie nos lo explicó bien.

En las gasolineras, bueno, en cualquier negocio turco, te sientes muy bien atendido. Salen siempre varias personas a tu encuentro y con una sonrisa, sin agobiar mucho.

En ésta, nada más saber que veníamos de España, aparte de sacar el tema del accidente en el que se vio implicado en Estambul el futbolista (otra vez el dichoso fútbol) José María Gutiérrez Hernández, no sólo hicieron lo posible por que entendiéramos la mecánica del prepago, sino que nos regalaron un ambientador para la furgo y un paquete de toallitas húmedas... ¿para el WC químico? Muy buen recibimiento.

Un poco más adelante (> exactamente aquí), por suerte, nos damos cuenta de un control-trampa que la policía de tráfico tenía establecido en Kavakl? y que consistía en que en una autovía por la que se podía ir a 100 km/h, de repente, aparecía en una recta sin ninguna razón aparente una señal muy pequeña y vieja en el arcén que limitaba a 50.

A los 500 m, un pórtico luminoso variable ponía Trafik kontrol y te para un coche patrulla.

Nosotros dimos un frenazo brusco al ver la limitación justo a tiempo y pararon al coche que iba delante.

Al entrar en la autopista por el enlace de Babaeski (> exactamente aquí), como primerizos, nos olvidamos de presentar la tarjeta al lector, de forma que cuando llegamos a ?stanbul (Estambul) nos cobraron el trayecto máximo, o sea, desde Edirne (Adrianópolis), aproximadamente un 30% más de lo normal.

En la primera park alan? (área de descanso), pusimos mesa y mantel (> exactamente aquí) y nos dedicamos a entrenar la mandíbula, que ya iba siendo hora.

Cambiamos luego de manos al volante y otro trecho de conducir hasta la servis alan? (área de servicio) de Selimpa?a. En realidad sólo parábamos a comprar agua para beber, pero el chico de la gasolinera BP, al ir rodando despacito mirando dónde estaba la tienda Metro (> exactamente aquí), ya venía hacia nosotros como una flecha aunque no fuésemos hacia el surtidor. Compramos también un mapa de Estambul y otro del país en escala grande (no merecía la pena más detalle) y anduvimos buscando sin éxito conexión a internet, que en Turquía son bastante difíciles de hallar sin contraseña.

Sólo hay dos franjas en el planeta que permiten cambiar de continente rodando, sin pisar el agua. Una es el istmo de Suez. La otra es la línea sinuosa que une los montes Urales, el río Ural, la divisoria del Cáucaso y el Bósforo.

Exactamente a las 03:45, hora local, usando el Fatih Sultan Mehmet köprüsü (Segundo puente del Bósforo), salvando la O2 un vano central de 1 090 m (> exactamente aquí), vemos con nuestros propios ojos el cartel que dice Bienvenido a Asia.



Prueba superada. En el instante de cruzar el centro del tablero, la Marco Polo ha completado su primer viaje intercontinental. Y mira que teníamos cerca Tánger...

Alcanzamos el extremo oriental del viaje (41º5'22"N 29º5'21"E) cuando nos salimos de la autopista (> exactamente aquí) en la curva del primer enlace, el Kavac?k Ç?k???-K10.

Como son las cinco de la mañana menos un poco, lo que toca es dormir ya. Estamos muertos. Avanzamos despacio, en una impensable soledad a cualquiera que haya visitado esta megalópolis que camina ya hacia los 15 millones de habitantes.

Nos metemos atravesando literalmente los muros rotos de la fortaleza Anadolu Hisar?,



que vigilaba en otro tiempo la orilla asiática del estrecho, hacia la carretera marginal Körfez Cd (> exactamente aquí) que cubre la margen derecha del Bósforo y pasa de nuevo bajo el puente colgante en dirección a la boca del mar Negro y vamos escrutando posibles rincones para posarnos.

Pero es difícil. Por todas partes está prohibido estacionar y se entremezclan casas señoriales con espectaculares medidas de seguridad privadas y selectos ambientes con barrios obreros sucios y destartalados. Aquí tampoco hay mucha clase media.

De repente nos adelanta la policía, nos cierra el paso en diagonal (> exactamente aquí) y se bajan a identificarnos. Cuando les explicamos que somos una simple autocaravana buscando hueco por la vida, nos dejan en paz.

Cerca de unos feriantes con furgos (> exactamente aquí), muchos de los cuales andaban despiertos, o probablemente recién levantados, había una zona arbolada discreta, pero tenía pinta de que por la mañana sería un animado caos.

Finalmente, encontramos en el muelle de pescadores de Beykoz, unos metros antes de otra gasolinera Shell y frente al restaurante Tolon, un sitio estupendo para lo caro que se cotizaba, sin prohibiciones, muy bien aparcados en la avenida ?ncirköy-Beykoz Cd.

Imprescindibles los tapones. Durmiendo en Asia con la furgo (> exactamente aquí). ¡Uf, qué experiencia!
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viano

Febrero 06, 2011, 21:38:11 pm #340 Ultima modificación: Febrero 14, 2011, 20:52:31 pm por viano
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Etapa 17:  miércoles 22 de diciembre de 2010
?stanbul, lado asiático (TR) - ?stanbul, lado europeo (TR)

Mientras centenares de españoles escuchaban segundos antes de las once y cuarto, de boca de Iván Quintero y Andreas López,



que su 79250, el más alto de los gordos de la historia del sorteo, les había cambiado la vida, nosotros, igualmente poco madrugadores y con una triste pedrea, nos empezábamos a desperezar en otro continente.



Como era de esperar, la actividad por la mañana era frenética. Un paso incesante de coches y camiones, pitadas continuas... en el cercano embarcadero iban y venían los botes hasta la otra orilla del estrecho...



en el muelle los pescadores vociferaban su mercancía...

Mientras uno de nosotros va hasta la gasolinera (> exactamente aquí) a meterle cinco liras más a la tarjeta de las autopistas por si acaso, el otro se ocupa de las labores domésticas.

Abstrayéndonos del fragor infernal, o, mejor dicho, integrándolo como ruido blanco, desayunamos en el Viano a 21ºC, o sea, a 36ºC más que hace una semana en Timi?oara, y encima con el cuerpo barnizado de humedad.

Hablando de grados, en Estambul, como está en el paralelo 41º, todavía no hay problema. Porque según nos contó un profesor ya jubilado que uno de nosotros tuvo en la universidad, por debajo del paralelo 38º, el que pasa junto a Atenas (> exactamente aquí), también llamado el paralelo de la cultura, el clima cálido y la humedad dificultan tanto que la gente no tiene los mismos hábitos de estudio, y en vez de apretar los codos se tira pa la calle. Será por eso que Andalucía es tan divertida. El 38º pasa por Despeñaperros (> exactamente aquí).

Exactamente a las doce suena el almuédano con un sonido cantarín que inunda el ambiente de Islam. Suponemos que oírlo en plan turista puede resultar divertido, pero que soportarlo de continuo cinco veces al día a lo mejor no lo es tanto. Tenemos el desgarrador testimonio de un amigo que se compró una casa en el punto más céntrico de una pequeña aldea castellanoleonesa, al lado mismo del campanario de la iglesia, y ahora lo pasa fatal las mañanas de los domingos.

Nos empezamos a mover por la orilla asiática con las bonitas perspectivas del segundo puente



circulando por una marginal llena de pescadores que aprovechan las fuertes corrientes entre el mar de Mármara y el Negro para surtirse de capturas.



Como siempre que sea posible gusta más volver por un sitio diferente del que uno ha ido, nos aventuramos a ir al centro de la ciudad por el Bo?aziçi köprüsü (puente del Bósforo) (> exactamente aquí), el primero que se construyó sobre el estrecho, en 1973, que a esas horas presentaba un espectacular embotellamiento



como consecuencia de este accidente leve por alcance entre dos coches.



Genial para orientarse, porque puedes ir admirando con todo detalle tanto las vistas,



como el mapa y no te saltas ninguna salida.

Después de que el cartel contrario nos diera la bienvenida de nuevo a Europa,



atravesamos lentamente los arrabales y el distrito de Beyo?lu con una luz pajiza que recuerda a Lisboa



para finalmente cruzar el Haliç (cuerno de Oro) por el puente Gálata (> exactamente aquí), también otro hervidero de pescadores.



La vorágine del tráfico supera por ejemplo a la de Madrid, aunque no llega a ser la experiencia extrema de El Cairo. Nuestros intentos de encontrar una WiFi abierta en la que recargar los mapas con más detalles y por encontrar un aparcamiento donde quepa bien la furgo rozan durante una hora el fracaso más absoluto. Los estándares occidentales se nos desvanecen en muchos apartados de la vida práctica.

A las tres de la tarde nos lavan la furgo al precio más alto jamás pagado nunca



en la gasolinera PO (> exactamente aquí) del  Kennedy Cd: 20 TRY (¡casi 10 €!). Nos hemos olvidado de regatear y hemos aceptado el primer precio sin más. Somos unos pardillos.

Al final se produce el milagro: encontramos el maravilloso oto park (aparcamiento vigilado) Cankurtaran, también en Kennedy Cd, junto al faro (> exactamente aquí).



Básicamente éste es un aparcamiento para autobuses, pero admiten furgos porque comprenden que el resto no están preparados para vehículos grandes como autocaravanas, todoterrenos con maggiolina, etc. De hecho, había una autocaravana francesa con un matrimonio mayor y un fantástico Unimog camperizado (el sueño de cualquier bohemio de bajarse a Marruecos) que  -¡mierda!-  se nos olvidó fotografiar...

Tiene el inconveniente de que a partir de las cinco de la tarde ya no dejan entrar ni salir al vehículo, pero sí a las personas por una puerta peatonal por si quieres ir a dejar o coger cosas o simplemente a dormir a tu cama. La mejor parte para estacionar es la que está junto a la garita y el mar. La peor la que toca la valla de la estación de ferrocarril porque a veces se saltan desde allí a robar en los coches.



Se lo dejamos pagado por 24 horas (ni 10 € en total) a uno de los chavales, que era simpático, hablaba inglés y nos puso todas las facilidades. Otra vez volvió a salir el fútbol en la conversación.

Con la mochila al hombro, conseguimos por fin cargar mapas en la conexión de un pequeño hotel de la Yeni saraçhane Sk para llegar al nuestro. Por los cruces de las calles aledañas vemos pasar fugaces patrullas de policías en motos, pero montados de dos en dos. Tienen superpoblación hasta para eso.

La mole imponente de Sultanahmet nos recibe en un apasionante contraluz,



y, un poco más adelante, la antigua catedral y mezquita de Ayasofya müzesi (Santa Sofía), que hoy es simplemente un museo, sin culto, está ahí delante de nosotros (> exactamente aquí). Casi no lo podemos creer. La obra maestra que tuvo la ocurrencia por primera vez, hace catorce siglos, de mostrar al mundo la eficacia de las pechinas y las semiesferas para sostener una cúpula gigantesca está ahora al alcance de nuestras manos.

Curiosamente, después de casi treinta años seguidos de andamios y reformas, estos días se acaba de reabrir al público en toda su belleza. La gran restauración ha terminado.

Muchísima gente sale y entra de ella y queda poco para la hora del cierre, así es que dejamos para el día siguiente el disfrutarla con calma. Para más recochineo, entrada en turco se dice giri?... que es lo que somos para ellos...



Llama la atención en Estambul el innumerable parque de furgonetas Viano lanzadera que utilizan los hoteles y algunos taxistas para llevar y traer a sus clientes del aeropuerto. Todas impecables de chapa y cera, y muchas negras. Alucinante. De hecho, cuando fuimos a entrar en el nuestro, allí había una,



que si no se fija uno mucho, podría parecer la Marco Polo.

Nos registramos por fin en el Arden City Hotel****, en Alaykö?kü 1, en lo más céntrico del barrio de Sultanahmet (> exactamente aquí).

El establecimiento tiene una decoración de puticlub de las mil y una noches





que entiende el lujo asiático como la horrible profusión de curvas, espejos biselados, molduras imposibles y dorados, y dispone por supuesto de botones buscapropinas.

Un verdadero pastiche cuyo interés reside principalmente en el precio que nos permitió dormir a dos esquinas de Santa Sofía, desayuno incluido, por unos ridículos 22,50 € por persona. ¡Vivan las tarifas de última hora de booking.com! Encima no nos íbamos a lamentar por los acabados...

Disfrutada la habitación (excepto el habitual chorrito interno de la taza)



que disponía de las comodidades propias de su categoría y de una rápida wireless, nos dedicamos a buscar algún comedero interesante tras pedirle unas cuantas liras a un cajero de la calle Nuru Osmaniye.

Hay que decir que Estambul, por desgracia, se ha convertido en un destino más de vuelo+hotel con todo estandarizado y que la ciudad entera vive de cara al turista.



Hay modernos sistemas telemáticos para minimizar la costumbre de saltarse los semáforos en rojo...



Por supuesto, caminar por las calles más concurridas o con más restaurantes es un tiroteo continuo de ofertas para que pases a los locales a comer o compres cualquier falsificación barata.

Tanta es la habilidad de los camareros (nunca camareras) que extienden sus tentáculos hacia las aceras, que te hablan directamente en español. En muchos otros lugares del mundo, normalmente pasamos por italianos pero aquí te calan en el acto. Hartos de ver desvelado nuestro origen, le preguntamos a uno y nos dijo que saben que somos españoles por la forma de la cara, mientras dibujaba un paréntesis en el aire con los dedos...

El gerente del restaurante Vuslat Ocakba?? en el 15 de Çemberlita? Yeniçeriler Cad (> exactamente aquí)  se lo curró tan bien promocionándose que fuimos absorbidos por su verborrea, que incluía referencias metidas de paso a la guapísima periodista Sara Carbonero Arévalo y a su chico. Se las saben todas.

De lo que comimos, aparte del delicado aroma del té, lo más espectacular fue el pan de pita inflado,



las brochetas de pollo y, por encima de todo, el Sutlaç, que es la metamorfosis del arroz con leche visto bajo la óptica de las natillas. Cremosidad y textura llevadas al infinito de la sencillez. Un postre magnífico.



A las nueve de la noche ya estaban en plenitud las iluminaciones que vestían así



la noche constantinopolitana (> exactamente aquí) y te transportaban a la Persia medieval o a los jardines colgantes de la antigua Babilonia...

Mirad qué simpáticos estos tres mininos



a las puertas de este BestWestern:

Las primorosas disposiciones de los dulces orientales por los escaparates (combinaciones magistrales de goma arábiga, miel, frutos secos y hojaldres)



hacen sucumbir a la mayor de las indiferencias. En esta tetería De Hal de la calle Alemdar (> exactamente aquí), donde por supuesto daban en la tele un partido del Galatasary, degustamos unos cuantos bien mojados con café.

El paseo continuó por por la Sirkeci Gar?', que es la estación de ferrocarril central de la ciudad (> exactamente aquí), última parada desde la Gare de l'Est de París del desaparecido Orient Express, y también por un Gálata köprüsü (puente Gálata) atiborrado de pescadores (> exactamente aquí).



De vez en cuando una luz azul salía disparada de los muelles unos treinta metros hacia el cielo y bajaba girando como un helicóptero. Es la sensación de la temporada, también aquí, que se puede hacer realidad por sólo 1 €.



Ya sabéis: se enciende el led con un leve giro de la hembrilla metálica, se coge con la mano izquierda de la parte redonda amarilla mientras se tensa la goma enganchada en el otro extremo usando la derecha. Se lanza hacia arriba y baja lentamente en la noche alucinando a los espectadores.



Cuando fotografiábamos la Yeni cami (Nueva mezquita), se acaba la pila de la cámara, así es que nos vamos volviendo hacia el hotel por la zona de las obras del metro a volverla a cargar.

Mientras uno toma un baño relajante, otro se baja a la zumería de enfrente a por lo más sano que hemos visto por las tiendas: el jugo de granada con naranja exprimido al momento. De las cosas ricas-ricas y refrescantes. El día siguiente es laborable. Las calles están ya prácticamente vacías y algunos perros acosan a los escasos viandantes.

Nos apetece como remate del día una incursión en el barrio bohemio, canalla, el promontorio tortuoso que rodea la torre Gálata (> exactamente aquí), que había sido colonia de los genoveses desde el siglo XIII hasta la caída de Constantinopla en manos de los turcos en 1453.



Nuestro taxi, como el Atatürk köprüsü (puente Atatürk) estaba cortado por la policía (> exactamente aquí), nos da un inacabable rodeo por el Haliç köprüsü, el puente que soporta (> exactamente aquí) la autopista O1 y une un poco más arriba del Cuerno de Oro las dos mitades de la Estambul europea.

Por el camino, pasamos junto al Rum Ortodoks Patrikhanesi, la residencia oficial del Patriarca de Constantinopla (> exactamente aquí), lo que podría equivaler en cierto modo al vaticano de la iglesia ortodoxa. Si Benedicto XVI se considera sucesor del apóstol Simón Pedro, éste otro, Su Toda Santidad el Patriarca Ecuménico Bartolomé I, es el heredero de su hermano, el apóstol Andrés. Como pasa en tantas empresas.

Sólo que el de Roma se montó mejor el negocio y ha conseguido ser jefe de estado y todo.

Después de un buen rato de entretenimiento por allí, negociamos el importe del regreso con otro taxista para evitar abusos (3 € por 3 km) y volvemos a nuestras sábanas a las cinco y media.



Por cierto ¿sabíais que en Estambul los taxis por la noche pitan suavemente a la gente que camina sola por las aceras? Así los miras y están fomentando la posibilidad de que sepas que están y los uses. Buen truco.

El coche, en algunas calles y a gran velocidad en las bajadas, echaba chispas de los golpes que daba con el suelo. Increíble. Ahora entendemos mejor el accidente del Guti.
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viano

Febrero 06, 2011, 21:39:09 pm #341 Ultima modificación: Febrero 12, 2011, 01:51:23 am por viano
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Etapa 18:  jueves 23 de diciembre de 2010
?stanbul, lado europeo (TR) -  ?????????????? (GR)

Para tratarse de un cuatro estrellas, el desayuno-bufé del hotel es una cosa normalita. Tanto, que no tienen ni tostador.

Además, para acrecentar el ambiente de hotelito británico de apariencias pisamos sobre una moqueta sacada directamente de una kilt escocesa,



y a la salida te piden la voluntad.



Tras los últimos disfrutes de la habitación, recogemos y hacemos el check-out para llevar el equipaje a la furgo y quedar sin ningún peso para las últimas visitas en la ciudad. Por las calles campan a sus anchas los gatos de siempre, y algunos patos a escasas esquinas de las grandes mezquitas.



Como es la hora más valle, decidimos visitar Santa Sofía (> exactamente aquí) a la una y media del mediodía por la entrada de guiris que dijimos más arriba



y quedamos maravillados, tras los rollos de la seguridad,



de las proporciones, ambiente y suntuosidad del edificio.



Mosaicos delicados,



bóvedas majestuosas, una luz encantadora que se filtra por los ventanales.







A través de uno de ellos aparece la silueta de la mezquita de Sultanahmet.



Por si acaso, pasamos la mano en círculo manteniendo el pulgar en el agujerito de la suerte...



En el Gran Bazar (> exactamente aquí), a unos minutos a pie, tras pasar también por el escáner de mano,



nos dejamos sumir por el laberinto (ortogonal, eso sí) de pequeños negocios escrupulosamente ordenados,



con vistosos mostradores de mercancías variopintas. En cientos de tiendas, todos los que vemos son tenderos y sólo una tendera. Abundan la ropa de marca de dudoso origen, las joyas, los perfumes que recuerdan a los auténticos, los aparatos electrónicos... De vez en cuando un pequeño oratorio donde entra apresuradamente algún fiel en cuanto sale el anterior.

La gorra de recuerdo que compramos, que originariamente se vendía a 15 liras, la conseguimos por sólo 8. En otra tienda nos aseguran: Amigos: aquí engañamos muy poco.

Al pasar por la Çemberlita? sütunu (> exactamente aquí), la columna monumental que mandó construir en 330 el emperador Constantino I el grande para conmemorar que Constantinopla se convertía en la nueva capital del imperio romano, nos metemos en el sencillo kebab Büfe Elit a lo típico: döner pollo y dürüm döner de ternera y para beber zumo de granada hecho al momento con esta máquina que funciona así:



Mientras comemos, pasa una furgo a la que, como en todas partes, le han escrito con el dedo lo de lávalo, guarro...



De postre, ya en un puesto callejero, unas castañas asadas después de sortear algunos vendedores de colonia y relojes Rolex.

De camino hacia el aparcamiento para recuperar la furgo (> exactamente aquí), observamos que casi todos los autobuses llevan las suspensiones neumáticas resoplando, algo similar al sonido del aire comprimido de los frenos pero como si estuvieran respirando.

Y siguen los viejos oficios de limpiabotas...



Unas fechas antes de emprender este larguísimo viaje habíamos estado pasando unos días en la provincia de Cádiz, adonde hacía algún tiempo que no íbamos, y, aunque exactamente no estuvimos en Algeciras en aquella ocasión, no pudimos  más que emocionarnos cuando a las cuatro y media de la tarde la furgo abandonaba el aparcamiento vigilado empezando el camino de vuelta a casa. Era el punto de inflexión.

En los altavoces sonaba la versión de Mediterráneo de Serrat que hizo Lolita. ¿Recordáis? El ... que han vertido en ti cien pueblos de Algeciras a Estambul para que pintes de azul sus largas noches de invierno... nos llega muy adentro.

Mientras, los cargueros de la importantísima ruta mercante del Bósforo, pasan sin cesar...



La salida de la gran ciudad, que celebra sus últimos días como capital europea de la cultura,



no se nos hace muy dura porque, a pesar del gran tráfico en dirección al aeropuerto,



pronto pasamos su enlace (> exactamente aquí) y retomamos la normalidad por la ruta prevista: la O3 y las carreteras nacionales D100 y D110, con el fin de entroncar con la gran autopista griega que comunica el mar Tracio con el Jónico.

El camino hacia Yunanistan (que es como llaman los turcos a Grecia)



es monótono y sin muchos sobresaltos. Si no se considera susto de muerte que el precio de la gasolina de 98 esté a más de dos euros el litro. Exactamente el récord de los monolitos que íbamos viendo estuvo en la localidad de Tekirda? (3,94 TRY, o sea ¡2,02 €!).

El deseo de pasar a hacer una compra grande a un supermercado DIA (sí, sí, un DIA en Turquía) que había a pie de carretera, que es una especie de vía de cuatro carriles en casi todos los tramos, se ve frustrado por un acceso que no supimos encontrar por ningún lado.

Ya bien entrado el anochecer, paramos en el mencionado Tekirda? a cenar en el restaurante Özcanlar Köfte,



que es una pequeña cadena con establecimientos por varias localidades que se preocupa por la trazabilidad de las carnes con denominación de origen que emplea y que procesa en sus propios mataderos.

Nos recibe (> exactamente aquí) una brigada de sala de siete camareros atentísimos (incluso nos introdujeron ellos mismos el password de la WiFi en nuestros teléfonos), en particular el jovencito que teníamos asignado para nuestra mesa, que, agradeciéndole de veras su interés, llegó a resultar preocupante el que en algunos ratos orbitara caminando con las manos atrás alrededor de nuestra mesa como un satélite.

Al fondo de la sala, queda patente el patriotismo de la empresa con un cuadro del creador de la Turquía moderna, Mustafa Kemal Atatürk. Las chuletillas de cordero especialmente recomendables. En el apartado de postres, la cercanía a Grecia nos proporcionó ya un espumosísimo café frappé. El sutlaç no estuvo a la altura del que tomamos en Estambul.



Cuando nos marchamos, nos regalaron un libro con la historia de la empresa y pasamos, como veis, bajo un dintel con un gran talismán azul para la buena suerte igual que los que habíamos visto en miniatura por la mañana en el Gran Bazar en muchos puestos.

El resto de la carretera de cuatro carriles hasta la frontera es en realidad una pista cuyo carril derecho resulta impracticable, con el asfalto atomizado. Y con el izquierdo en mal estado, a secas. No se puede circular a más de 70 km/h y hay que hacerlo (siempre que no viene nadie) por el izquierdo.

Cada ciertos kilómetros se produce en la autovía un curioso fenómeno: las calzadas divergen un poco y se forma una glorieta tangencial que no impide tu preferencia y que sirve para poder cambiar de sentido y permitir el acceso a otras vías. Luego vuelven a converger (> ver un ejemplo).



Un poco más tarde de las once de la noche repostamos por última vez en la Opet Aygaz de Ke?an (> exactamente aquí) pagando el altísimo precio de casi dos euros el litro porque no íbamos a tener suficiente para llegar a la primera población griega. Aprovechamos para lavar parabrisas y faros.

El tipo nos echa 39,50 TRY pero sólo nos cobra 39, sin el pico. Nosotros tratamos de regalarle la tarjeta prepago KGS de la autopista que todavía tiene un saldo de 12 liras, pero no lo acepta (o no lo entiende). Tampoco nos aceptan el regalo en la gasolinera Shell siguiente, a pesar de que son precisamente los que las expiden y sería más fácil darle salida.

Parece que en este mundo insolidario los regalos se toman como un engaño en potencia.

Mientras nos acercamos al puesto fronterizo turco de ?psala, arde un contenedor en la espesa niebla.

Al oficial (> exactamente aquí) le salen las luces del lector de pasaportes en verde, nos sonríe y nos deja avanzar.



Es nuestra última oportunidad de que alguien use los 6 € de saldo para pagar la autopista hacia Estambul. A nosotros ya no nos sirve de nada y no es reembolsable. Tras unos instantes de incredulidad, le confirmamos que It's a present for you: we don´t need it,  y al final acepta el regalo y como no creyéndolo se aleja de la ventanilla hacia la oficina con cara de contento. Ya nunca lo volveríamos a ver.

En la parte aduanera del check-point hay una mujer de etnia gitana sollozando cosas a los coches. A nosotros, no sabemos por qué, no nos sollozó nada. Al lado, por la franja paralela, un pobre camionero cariacontecido miraba



toda su carga repartida por el suelo  -todas cajas de cartón de tamaños muy diversos, quizá paquetería-  mientras le inspeccionaban el semirremolque.

Nada que declarar, y vemos la gran bandera roja con la media luna por última vez



con un enorme letrero que nos despide del Islam: Güle güle (hasta pronto).

Al atravesar el larguísimo puente (> exactamente aquí) sobre el río Meriç (Maritsa) los militares griegos, que custodian fuertemente la raya fronteriza por las frecuentes tensiones entre ambos estados, se suceden en tres parejas de garitas consecutivas



y nos dan la bienvenida con una extraña amabilidad.

Mirad cómo desaniman en las fotos aéreas las colas para pasar esta frontera de día. Usad siempre la noche. Es fundamental.

Mientras el tráiler de delante pasa los arcos detectores de calor para descubrir inmigración ilegal, a la Renault kangoo que nos precede y a las seis personas que expele



les obligan a pasar complicados trámites (> exactamente aquí). Sin embargo a nosotros el policía griego nos echa un somero vistazo por la puerta lateral y sólo nos desea buen viaje: Have a nice trip, sir.

Llama mucho la atención que nada más entrar en la autopista griega, que discurre más o menos por el trazado de la antigua calzada llamada ??????? ???? (vía Egnatia), ya se indica claramente el final del recorrido: ??????????? (Igoumenitsa),



que es el puerto donde se embarca hacia Italia

Es como si al marroquí que baja de un ferry en Málaga le pusiese La Jonquera, 1 155 km.

Volvemos al euro, a la Unión Europea y al espacio Schengen para no dejarlos ya. Nos sentimos como en casa.

Toca ir buscando para dormir.

Con el fin de que la calefacción estacionaria no se desconecte por bajar del mínimo requerido de combustible, repostamos (> exactamente aquí) en la ???? (Elin) de ?????????????? (Alejandrópolis) insertando un billete de 50 € por el escáner 24 horas del surtidor.

En los pequeños recorridos que hacemos por algunos barrios buscando las ondas que nos conecten a internet, debemos de llamar la atención de algún vecino que nos considera merodeadores o simplemente del coche patrulla que se nos acercó preguntándonos de todo (> exactamente aquí). En medio minuto aceptaron pulpo como animal de compañía buscando dónde dormir y se marcharon.

Antes de hacerlo, encontramos junto a otra de las gasolineras del pueblo (> exactamente aquí), la Shell, una buena conexión para ir mirando barcos a Italia y en la que empezar a redactar la crónica del viaje, ésta que ahora leéis, que luego se acumula mucho de golpe.

A las dos de la mañana encontramos entre un olivar un discreto ramal sin salida (> exactamente aquí), no excesivamente ruidoso, que por el tipo de residuos del suelo se ve que era frecuentado por los lugareños para entrenar la suspensión del coche.
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viano

Febrero 06, 2011, 21:40:00 pm #342 Ultima modificación: Febrero 08, 2011, 14:07:39 pm por viano
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Etapa 19:  viernes 24 de diciembre de 2010
?????????????? (GR) - ????????? (GR)

Mientras a media mañana seguimos redactando la crónica en el portátil y tomando el desayuno, una hormigonera se mete de culo en el pequeño ramal en el que estábamos y nos tapona completamente. El susto dura unos instantes. Los que tardó en volver a salir cambiando el sentido en el camino principal.

Al dirigirnos de nuevo hacia la ciudad, que tiene unos cincuenta mil habitantes, vemos (> exactamente aquí) una enorme brigada acorazada de blindados medios sobre ruedas (BMRs) y carros de combate, que atrevidamente pasamos a la cámara contraviniendo la ley. Es cierto que la fruta robada sabe más rica.



Inmediatamente relacionamos la cercanía a la frontera turca y lo oportuno de esta unidad militar en una zona tan crítica. Muy cerca de ella, enfrente, estos dos vagones de tren sin bogies usados como cobertizos.



En el corto camino hacia el centro nos damos un baño de optimismo a todo volumen con I have a dream, de la banda sonora de Mamma Mia the movie, de ritmos rabiosamente griegos. Al otro lado de los cristales de la furgo la gente apura sus últimas compras de navidad por las zonas peatonales (> exactamente aquí) que concurren hacia la calle de la travesía. La cristiandad capitalista ataca de nuevo.

De nuevo también vemos por la carretera de la costa, la que se dirige a las playas y al camping que se llama como la ciudad (> exactamente aquí), seis policías en tres motos a toda mecha, de dos en dos, como en Estambul, pero éstos fuertemente armados y con chalecos antibalas.

Allí mismo está uno de los LIDL más furgoperfectos que conocemos (> exactamente aquí), con vistas al mar Tracio



y una zona superdiscreta para ducharse en configuración de rincón, que usamos inmediatamente después de la compra.



Siempre es mejor así y no al revés, porque el ticket te da ya la consideración de cliente.

En la gasolinera AVIN de al lado (> exactamente aquí) repostamos carburante de 100 octanos tras vencer la chica todas sus dudas sobre si una furgo puede usar algo distinto del gasóleo.

El estándar va cambiando y el autolavado ya es semimanual, es decir, el chico te echa el jabón con una Kärcher de alta presión,



se lo pagas, y luego tú te la aclaras echando las monedas necesarias. Todos los días aprendemos cosas.

De abonar con tarjetas, nada. El país está recién rescatado y no están para comisiones de los bancos, nos asegura la encargada en otras palabras. Y eso que ahora hasta ya en el juego del Monopoly se paga con tarjeta en vez de con billetitos.

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Un poco de internet de nuevo en el mismo punto de anoche, un militar del pueblo que pasa con la compra de la mano,



y cambio de chófer para hacer una etapa larga hasta ??????????? (Salónica), la segunda ciudad de Grecia.

De camino por la A2, el Islam se va difuminando casi ya por completo. El pueblo de ???? (Avra) (> exactamente aquí) luce una mezquita de proporciones comedidas, como no queriendo destacar...

Pasamos de lejos (> exactamente aquí) también por la central termoeléctrica



de ???????? (Komotini), que tiene una potencia instalada de 500 MW y está alimentada por gas natural y fuelóleo. Un perro se pasea tranquilamente por la autopista.

Los fantásticos nuevos tramos que han concluido completamente el trazado del itinerario europeo E90 por el territorio griego es una maravilla que han celebrado todos los transportistas y turistas de esta región. Incluidos nosotros que vamos ganando tiempo comiendo en marcha y volando sobre los recortados valles perpendiculares al mar a golpe de túneles y viaductos.

Una pausa en el área de descanso de ?????? ????? (Megali Volvi) (> exactamente aquí) para un nuevo cambio de conductor unos cuarenta kilómetros antes de ??????????? (Salónica) y acometemos la Barcelona griega por el segundo enlace de la circunvalación porque nos saltamos el primero con el atrevimiento que da la ignorancia.

Es parecida a Barcelona incluso en los taxis. No me digáis que si hay que elegir un modelo de taxi de toda España no elegiríais los avispa... Pues en Salónica son azules, destacando.



La larga avenida ????????/Egnatias nos pasa justamente, por suerte, por el arco del emperador Galerio,



con su Rotonda al fondo (> exactamente aquí), que es lo más notable de lo que queda hoy de los recintos imperiales romanos.

*imagen borrada por el servidor remoto

El aparcamiento del nuevo ayuntamiento de esta aglomeración de más de medio millón de almas,



es la típica construcción administrativa y funcional de la que deberíamos tomar ejemplo: oficinas prácticas, gigantesco parking subterráneo de precio subvencionado bajo el edificio, modernos accesos, inmejorable situación en los jardines del centro...

Al salir de él (> exactamente aquí) damos con una anciana bien parecida que nos dice cosas sobre la necesidad de seguir a Jesucristo y a su madre. Entendemos enseguida que se trata de una pobre mujer que no debe de tener con quién pasar la nochebuena.

En cierto modo, nosotros somos un poco parecidos a pesar de sí tener con quién pasarla. Nuestras familias nos llaman descastaos mientras nosotros tratamos de explicarles que todo es un invento perfectamente diseñado por dos focos de poder, las iglesias y la banca internacional, para repetir simplemente los fastos por el cambio de estación que ya se celebraban en la Antigüedad clásica. Y que para reunirse de vez en cuando con quien aprecias no hay que regalarse nada por obligación ni acordarlo en una fecha fija.

Lo local triunfa, y pudimos ver que el tabaco también mata por aquí a su manera



y que el Banco de Chipre ya va teniendo sucursales...



La cornisa boscosa que forma la avenida ???????? ???????? ???????? (Leoforos Vasileos Georgiou) (> exactamente aquí) nos va acercando en un ventoso paseo



hacia la ?????? ??????/Lefkós Pyrgos (torre Blanca) (> exactamente aquí)



admirando también las proporciones del renovado teatro ???????? (> exactamente aquí), por cuyos parterres yacía desinflado este Piolín



y este camper dispuesto a atacar cualquier desierto.



Nos dio un montón de alegría, después de haber dado tumbos por divisas tan diferentes, sacar de nuevo euros azulitos de un cajero para disfrutar de la noche, animadísima de gente treintañera por los numerosos locales de ???????? ????? Leoforos Nikis (> exactamente aquí), el paseo marítimo más peligroso de los que hemos visto nunca, porque,



teniendo una hostia medio curiosa hacia el agua, no tiene barandillas.

Al final, en el 57 de esa misma calle, mientras el monarca, leyendo en el teleprompter, expelía el mensaje enlatado que le escriben todos los años, nosotros cenamos ni demasiado bien ni demasiado mal en el sencillo



restaurante Mangio (> exactamente aquí). Lo más divertido fue que al pedir carta de postres nos trajeron la cuenta, todavía no sabemos por qué. Nos dijeron luego que les pagásemos en efectivo, que el datáfono no funcionaba, seguramente esperando que nos lo creyésemos.

En la ??????? ????????????/Plateia Aristotelous (plaza de Aristóteles),



donde un grupo de guiris (o sea, ni eran griegos ni españoles, jeje) nos pidió fotografiarles en grupo delante del belén (> exactamente aquí), vimos el sincretismo perfecto entre lo nórdico y lo judeocristiano: un papá Noel integrado en el portal.



Es lo último que nos faltaba por ver. Aparte de las desastrosas consecuencias de fotografiar a tu choni sin reubicar previamente la peligrosa postura de la cinturilla de los pantalones que arrasa estas temporadas.



Bueno, algo más vimos: por ejemplo, la catedral de ? ????? ????????? ??????? (San Gegorio Palamás), que fue arzobispo de esta diócesis...



Como el Starbucks, cuya tarta de queso adoramos, estaba ya cerrado, nos metimos en una equivalente, la Parfe, en el 77 de ???????? ????? Leoforos Nikis (> exactamente aquí). Cafés ricos pero pasteles caros y malos, a pesar de lo que pudiera parecer,



con un empalagoso ponerle-nata-a-todo-porque-sí.

Justo en el momento de salir del local, una tormenta repentina que casi arrancaba los toldos y volaba las terrazas, hasta ese momento tranquilas, nos hizo tomar la decisión de correr hacia la parada de taxis (> exactamente aquí) de la siguiente esquina.

El taxista volvió a espetarnos lo desafortunado que era que la Unión Deportiva Salamanca estuviese en segunda división y a recitar la alineacion del Barça. Sin comentarios. Cualquier día hacemos un máster en conversaciones de ascensor. Que es lo que parece que se lleva ahora.

El vendaval y la lluvia fuerte habían arruinado los vestidos de fiesta de muchas emperifolladas griegas que pensaban estar divinas toda la noche. Y nos granjearon un atasco de los buenos para hacer el recorrido desde el aparcamiento hasta la primera área de descanso de la autopista A2, donde volvimos a cambiar de manos al volante.

Con toda la intención de avanzar lo más posible, alcanzamos finalmente la salida número 15, en ??????? (Grevena), donde la reserva del depósito amenazaba ya con manifestarse.

Como la humilde gasolinera estaba cerrada (> exactamente aquí), buscamos para dormir primeramente enfrente, en un almacén de materiales de construcción. Pero el perro no nos quería como vecinos.

Buscando, buscando, dejándonos llevar por un camino que iba en dirección a un bosque pequeño, hallamos lo que nos parecía el paraíso del furgonetero: el aparcamiento vacío y silencioso



de esta ermita encantadora (> exactamente aquí).

Allí nos posamos con una paz espectacular... hasta que a las cinco menos cuarto de la madrugada llegó con mucha prisa un coche que paró justo en la puerta. Se bajó un pope ortodoxo que cogía cosas apresuradamente y las metía a la ermita. Luego se bajó otro...

Bueno, hasta ahí todo normal. Quizá la iglesia tenía anexa una casa parroquial y vivían allí -pensamos.

Pero la catástrofe estaba a punto de suceder: primero un montón de campanadas a las cinco, otras tantas a las cinco y diez... luego empezaron a llegar y llegar coches del pueblo con familias bien vestidas...

No sabemos si desear una incruenta subducción de la placa africana por debajo de la euroasiática o salir corriendo de allí. Hacemos finalmente lo segundo.

El equivalente a la misa del gallo en el credo ortodoxo es al amanecer del día de navidad. Además, la comida principal en la que se reúnen las familias no es el 24 por la noche, sino el almuerzo del 25.

La huida de la inopinada romería consistió en alejarnos un kilómetro por una carretera secundaria que conduce al pueblo de ????????? (Kalamitsi) y nos dormimos finalmente (> exactamente aquí) en una pradera ligeramente escorada junto al arcén.
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viano

Febrero 06, 2011, 21:40:49 pm #343 Ultima modificación: Febrero 08, 2011, 14:19:50 pm por viano
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Etapa 20 :  sábado 25 de diciembre de 2010
????????? (GR) - ??????? (GR)

La sensación de serenidad en el día de navidad es sobrecogedora. Parece que nadie esté vivo, no pasan coches, no se oyen ruidos. Ni siquiera cuando nos acercamos a la gasolinera Argo (> exactamente aquí), que ahora sí está abierta aunque tiene aspecto de todo lo contrario.

A duras penas sale un chaval lentamente y nos rellena ¡103 €! Nunca habíamos pagado tanto por tres cuartos de depósito, ni siquiera en Finlandia. Por supuesto en efectivo  -nos explica-  porque la crisis y la escasez de turismo en invierno no les permite otra cosa.

Así es que mucho cuidado cuando viajéis por esta parte de Europa: no os fiéis de que lleváis tarjetas de crédito porque os podéis llevar más de un chasco.

Por la radio escuchamos continuamente la palabra ??????????? (radiofonías) e imaginamos inmediatamente, por lo extraño e inquietante del día, que se trata de la versión griega del programa Milenio3 de Iker Jiménez sobre fenómenos de difícil explicación, pero luego vamos comprendiendo que simplemente significa están escuchando la emisora tal o la emisora cual.

Con la curiosidad en niveles altos, nos acercamos de nuevo al aparcamiento de la ermita de ??????? (Grevena) que  -ahora sí-  está en absoluta soledad



y ¡con las puertas abiertas! (> exactamente aquí).



El interior es como todas las iglesias ortodoxas: un iconostasio al fondo con los iconos dispuestos en él, en la pared oriental, y la puerta santa en el centro, con dos hojas, por donde sólo los clérigos pueden pasar al santuario. Echadle un vistazo al video:



En lo demás, se parece a las de por aquí hasta en la hoja parroquial.



El aparcamiento exterior es un remanso de paz, con fuente de agua fresca para repostar,



amplias sombras y un rincón fenomenal donde tomamos la ducha.

Con el fin de llegar con algo de luz a los monasterios encaramados en las rocas que hay en ??????? (Meteora), patrimonio de la Humanidad (> exactamente aquí), retomamos la autopista A2/E90 hasta (> exactamente aquí) el enlace de ??????? (Panagia), respetando las limitaciones que había de vez en cuando al aproximarse a los túneles para no alterar el hábitat de los osos que viven en libertad.

Allí comienza un retorcido recorrido de unos cuarenta kilómetros por una carretera aceptable, la 6, que llega hasta ????????? (Kalabaka), la localidad que se encuentra (> exactamente aquí) al pie de los llamativos riscos de conglomerados y areniscas.

Antes de llegar, a un tercio de camino, en la travesía de ??????? (Trygóna), el teléfono captó (> exactamente aquí) esta increíble escena en pleno siglo XXI: la sumisión del pueblo sencillo a los poderes del clero. Un anciano matrimonio se cruza con el pope del lugar y le besa ceremoniosamente la mano.



Hay que tener cien ojos en estas carreteras secundarias porque la conducción a la griega se basa en la importancia de la prisa y no, por ejemplo, en que haya doble línea continua o curvas sin visibilidad...



Inicialmente entramos en el centro de ????????? (Kalabaka) pensando que el acceso a la zona de los monasterios se hacía por allí, pero un vecino nos saca del error y nos indica el rodeo que hay que hacer para llegar hasta ellos (> exactamente aquí).



El ocaso nos permitió unos minutos exponer unas fotos del momento postrero del día con las cumbres nevadas de la cordillera ????? ??????/Nótia Píndos (Pindo Sur), y el monte ??????? (Tringía), de 2204 msnm, como irrepetible decorado del primer plano del ???? ??? ????? ??????? (monasterio de la Santísima Trinidad), que es el número 2 del plano.



Muy pocos visitantes, unos tres coches dispersos y nosotros, fuimos los últimos curiosos del día en el ????? ???????? (de San Esteban) (1),



en el ???? ??????? (monasterio de Varlaam) (3) y en el ?????? ??????? (Gran Meteoro) (4).

En una de las bajadas, la que se dirige de nuevo a ????????? (Kalabaka) por la aldea de ???????? (Kastráki), paramos a tomar nuestra comida de navidad



en la furgo a las seis y media en el aparcamiento del ???? ????? ???????? (monasterio de San Nicolás) (5) (> exactamente aquí). Para regar la colación, una botella bien fresquita de txakoli de Getaria con el que nos habíamos hecho al pasar por Gipuzkoa.

Mientras la televisión griega ponía algunos programas subtitulados en inglés y en francés (cosa tremendamente útil para aprender idiomas, como hace por ejemplo la portuguesa), sale un pequeño utilitario con tres popes por la puerta del monasterio, donde un cartel advertía bien claro al público de julio y agosto, antes de darse la caminata a subir, que si quieres visitarles hay que pasar calor (nada de faldas, nada de camisetas de tirantes, nada de pantalones cortos).



Es lo de siempre. Ya lo venía a decir Jorge de Burgos, el bibliotecario ciego (y asesino) de El nombre de la rosa: hay que mantener el misterio, el secreto, el dogma, el no hay más preguntas. A base de normas, de ritos, de prohibiciones. Porque el día que se pierda, se acaba el negocio. El de Buda, el de Confucio, el de Alá, el del tarot, el de Rappel o el animista cubano. Da igual.

En una WiFi que encontramos junto al árbol de navidad de plaza de ????????? (Kalabaka) (> exactamente aquí), diseñamos una pequeña excursión de montaña desde donde estábamos (número 1) para ir rematando el día.



Que consistió en subir (> exactamente aquí) a mil metros de altitud a disfrutar un rato agradable hasta el hotel Magema, enclavado en plena estación de esquí de ???????? (Pertouli).



El duro camino de subida y de bajada a ?????????? (Chrysomilea) (2) con diversos tramos en arena y nieve y numerosos desprendimientos (> exactamente aquí), recreaba en la noche por momentos las oscuras circunstancias del crimen de Fago.

En el de vuelta (3) hacia la autopista A2, donde vimos el recuerdo (> exactamente aquí) de un trágico accidente de dos militares,



paramos a cenar a la una de la madrugada en la gasolinera Evin que hay (> exactamente aquí) en el km 41 de la carretera 6 a la altura de ??????????? (Orthovounio).

Como la autopista, por lo que habíamos visto desde la frontera turca, tampoco es que tuviera muchas áreas de descanso que digamos, preferimos echarnos a dormir en las campas (> exactamente aquí) que hay antes de entrar a ella en la localidad de ??????? (Panagia). Son las tres y media de la madrugada y estamos realmente cansados.
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viano

Febrero 06, 2011, 21:41:56 pm #344 Ultima modificación: Mayo 13, 2011, 18:02:19 pm por viano
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Etapa 21:  domingo 26 de diciembre de 2010
??????? (GR) - ??????????? (GR)

El día ya empezó mal por la mañana cuando nos damos cuenta de que hay un atasco que no deja vaciar el WC químico. Es probable que la fuerte helada haya hecho en algún punto algo de bloque porque ni el compresor de aire portátil ni la ventosa de goma son capaces de resolver el problema.

Así es que desayunamos en la furgo y hacemos el gran tramo final de la autopista casi hasta el mar Jónico parando únicamente a cambiar de conductor en la nueva estación de servicio Avin (> exactamente aquí) de ????????? (Paramythia), donde con agua a presión inyectada



por la entrada Hozelock del circuito conseguimos limpiar por fin el WC (> cómo hacer este brico).

*imagen borrada por el servidor remoto

Allí vimos también, si exceptuamos las de USA o Australia, las más remotas matrículas conocidas y desde luego las más extrañas: las de unos camiones iraníes.



Rellenamos el depósito de agua pero tenemos que abortar un amago de limpieza porque la lluvia empezaba a caer.

Nada comparable con lo que ya había caído los días anteriores en la comarca. Por ejemplo, al pasar por ???????? (Ioánina), el desbordamiento de los alrededores del lago



había llegado hasta la autopista (> exactamente aquí), que es una comunicación estratégica en el país, y estaba defendida por diques para que se pudiera circular por uno de los dos carriles de cada calzada.



El que aún estaba en servicio tenía bombas de achique ya trabajando porque se empezaba también a embalsar.

Al reintegrarnos a la poca autopista que queda, en fuerte cuesta abajo hacia el mar, con la isla de ???????/Kérkyra (Corfú) al fondo (> exactamente aquí),



el conductor de un Audi negro con matrícula griega nos adelantó, se detuvo casi en el arcén y nos hizo gestos de parar con una mano pero no le hicimos apenas caso por el doble intento de robo que habíamos tenido en Bulgaria unas noches atrás.

Finalmente llegamos a ??????????? (Igoumenitsa) con la intención de embarcar hacia el puerto italiano de Ancona, lo que evita en tan sólo una noche el latoso paso por Macedonia, Albania, Montenegro, Croacia, Bosnia y Hercegovina siguiendo la costa.

Impresiona en primer lugar ver en el punto donde termina la fuerte pendiente de la autopista (> exactamente aquí), frente a los accesos al puerto, numerosos grupos de inmigrantes del Kurdistán preparados para mimetizarse con los ejes calientes o las cajas de cualquier tráiler de los que entran a cada momento en las instalaciones aduaneras sin ser detectados por los sensores de calor. Mirad en este video qué extraña sensación da al llegar a la población... con grupos de ellos andando por la autopista y los enlaces...

La letra de Africanos en Madrid de Amistades Peligrosas nos salta a primera plana...

La noche se vuelve de esparto
cuando llega la despedida,
hay un hueco a medida
para el polizonte.
Se marchó lejos de su casa
con el corazón en rodaje,
a cambio de ese pasaje
vendió su alma al diablo.
Hoy de nuevo le vi pasar,
algo triste pero amable,
siempre infatigable,
tras el pan y la sal...



En nuestro anterior viaje a Grecia, ya habíamos visto lo mismo en el puerto de ????? (Patrás).

Ellos están ahí porque a diario alguno se cuela, por más que muchos sean repatriados antes de llegar a Italia, donde las leyes contra la inmigración ilegal son menos severas que en Grecia. En ocasiones son interceptados y devueltos a territorio heleno, sin ni siquiera hacer constancia administrativa del hecho, lo que ocasiona un caldo de cultivo para las numerosas violaciones de los derechos humanos sobre estas personas que ya se han denunciado en varios informes.

En este selecto ambiente, que podríamos comparar al que hay cien metros al otro lado de las vallas de Ceuta o de Melilla, nos acercamos con todas las precauciones a los aparcamientos de la estación marítima (> exactamente aquí).

Sabemos por la web de la naviera Superfast Ferries, estupenda compañía de la que habíamos sido clientes dos años antes, que el primer barco que zarpa hacia Ancona sale al día siguiente por la tarde. Y no hemos querido sacar los pasajes on-line porque siempre aparece una oferta de última hora que puede beneficiarnos mejorando las tarifas de catálogo.

Y así fue. Conseguimos billete para la furgo y para dos personas en camarote interior cuádruple pero de uso doble por sólo 224 €, ahorrándonos casi cien con respecto al coste normal.

Si lo pensáis fríamente, es una verdadera ganga: te dan una cómoda noche de hotel con todas las facilidades, te recorren exactamente la inmensa distancia que hay entre Madrid y Girona, te ahorran el cansancio, la gasolina, los peajes, los visados, las colas y registros de cinco fronteras, los riesgos de las carreteras, muchas de ellas de montaña, el desgaste del coche...



Por seguridad, hicimos el descenso a la estación en dos fases: primero fue uno a por la documentación y volvió, y luego fue el otro a conocer las instalaciones y volvió también enseguida.

Durante la segunda fase, el que se quedó en la furgo vio desde dentro cómo dos inmigrantes se escondían detrás y cogían una china del suelo, se supone que sin intención de coleccionarla.

Así es que hubo que ponerse en el puesto del conductor y arrancar disuasoriamente ante la sorpresa de ellos, que no sabían que quedara alguien dentro y se les chafó el plan cazaturistas.

En cuanto estuvimos de nuevo juntos, nos marchamos pasando por la agradable zona



de terrazas y restaurantes (> exactamente aquí) hacia otro barrio de mejor pinta a hacer planes para el día en la WiFi que nos apareció estacionados junto al museo arqueológico (> exactamente aquí).



El pueblo es realmente pequeño y consiste básicamente por un lado en unas cuantas filas de calles más o menos paralelas al paseo marítimo, donde está la animación, y por otro la zona portuaria, que tiene más instalaciones industriales, muy enfocadas a la navegación de recreo.

La idea para pasar el día era alejarnos un poco por los alrededores y conocer la zona fronteriza con Albania (> exactamente aquí), que dista apenas unos quince kilómetros en linea recta.

Eran las cinco de la tarde. Uno estaba tumbado atrás y el otro en el asiento del copiloto con el portátil en las rodillas. De repente se puso un tío por la ventanilla enseñando lo que podría ser un carné de policía.

Pensando que se trataba de un nuevo engaño, porque el menda, rellenito, mal afeitado, de unos cuarenta y cinco, tenía una pinta malísima, el que estaba atrás pasó adelante, arrancó el motor e inició la marcha suavemente. Pero en la ventanilla del conductor había otro, el poli malo, que hizo gesto de que ni nos moviéramos.

Bajando dos dedos la ventanilla y a la pregunta de si era policía de verdad, abrió la cartera y mostró otro carné que nos causó buena impresión porque era igualmente tamaño crédito y con los mismos emblemas del poli bueno del otro lado.

Les damos los pasaportes, los retienen y nos piden ver el maletero. En ese momento comprobamos que el tapón del depósito del agua no estaba. Sólo colgaba el cable de seguridad.

En un segundo rehacemos todo lo que ha podido pasar: el coche griego que nos había pedido parar en la autopista y al que no hicimos caso seguramente nos quería advertir de que había quedado colgando el tapón. Y lo perderíamos con el roce de la rueda trasera.

Después los agentes de paisano nos indicaron que les siguiésemos a comisaría llevando la furgoneta circulando detrás de su coche camuflado, un Skoda Octavia gris. Las dudas que teníamos sobre la autenticidad de los sujetos se despejaron al ir entrando en la zona de seguridad del puerto.



Allí, en la maniobra de colocación en el punto donde nos destinaron (> exactamente aquí), se golpeó el portabicis al dar marcha atrás y se fracturó un catadióptrico. Otra avería para la libreta. Mala suerte. Los nervios.



Nos pasaron a ambos a esta pequeña dependencia policial



sin darnos oportunidad ni de subir las ventanillas ni de cerrar las puertas de la furgo, que había quedado en el exterior, a pesar de que lo requerimos. Decían que no habría ningún problema. Nos retiran las llaves del contacto.

Nos interrogaron sobre los detalles de nuestro viaje comprobando exhaustivamente toda la documentación y preguntando por cada pormenor. Nos lanzaron las típicas sondas sobre si fumábamos y si usábamos drogas.

Tenían mucho interés en saber qué días y cuántos en total habíamos estado en Turquía.

Nos gustó el gesto, muy profesional, de ir revolviendo los papeles de la cartera uno por uno e irnos entregando el dinero en efectivo que iba apareciendo para que lo conserváramos en nuestros bolsillos y no dudáramos de su honestidad.

A continuación nos separan. Dejan a uno en en la oficina sentado en un banco metálico y llevan a otro a la furgo a presenciar el registro, a unos veinte metros. Desde el interior de la comisaría apenas podía distinguirse lo que pasaba en el exterior.

El que estamos llamando poli malo, un tipo muy alto, escuálido, con cara de rasgos duros y rapado de pelo, registra el vehículo entero durante una larga hora y quiere mantener perfectamente una distancia de seguridad obligando a permanecer mirando, pero en un punto de la acera y sin posibilidad de acercarse. Cada vez que se hacía alguna intervención diciendo algo o intentando ayudar para que abriera algún compartimento correctamente, obligaba a permanecer en el sitio con un mal gesto, que parecía aún peor viendo las cachas marrones de la pistola reglamentaria asomar de la parte trasera del cinturón.

A unos doscientos metros se oyen pequeños motines de los inmigrantes kurdos agolpándose en torno a algunos camiones que entran a embarcar hacia la isla de ???????/Kérkyra (Corfú). La policía carga contra ellos desde varios vehículos con contundencia... se escuchan golpes y gritos...

¿Sabéis lo que es tener que responder durante toda una hora para qué sirve cada pastilla del botiquín (cualquier cosa con codeína, como un simple Termalgin, era hasta hace poco considerado un opiáceo prohibido), cada herramienta poco convencional, cada utensilio de la cocina? Si tienes francos suizos que por qué, si tienes cheques en blanco que por qué, si ven racores de fontanería que para qué sirven, si ven los extintores numerados que qué significan esos números...

El maltrato es indescriptible abriendo y cerrando hasta el último rincón de la furgo, exactamente como cuando entran en las películas a robar en una casa y no encuentran lo que buscan.

Esto incluyó mirar desde el contenido de cada cosa del frigorífico hasta los tuppers de la despensa en los armarios bajo el fregadero pasando por todos las pequeñas cosas de cajones y arcones del maletero.





Mezclan sin ninguna consideración los objetos clasificados en paquetes dejándolos todos revueltos (monedas de cada país para colección, carpetas con documentos...), incluso obligan a desmontar el WC químico y arrancan sin miramientos los revestimientos plásticos de las paredes para mirar dentro. Nunca hemos visto más grapas rotas a lo salvaje. El peor empleado del peor taller carrocero del mundo nos parecía un ingeniero de bata blanca mimando nuestra furgo.



Además, como está lloviendo y hay barro y charcos en el suelo emplean las alfombrillas para tirarlas en la calle y arrodillarse a mirar los bajos.

No encuentran nada y nos reúnen de nuevo. Nos entregan parte de las pertenencias que habíamos sacado de los bolsillos...

Cuando ya pensamos que el bochornoso trámite había terminado, nos vuelven a separar y ordenan sacar todo lo textil (colchones, sábanas, edredones, toallas, cazadoras...) y ponerlo en un banco, cerca de la puerta de la comisaría, donde por suerte el techo de las aduanas lo protegía de la lluvia.

Luego viene un segundo registro en el que pasan el perro y su adiestrador, con botas militares llenas de agua y barro y se suben ambos por toda la furgo, incluidos asientos de piel. Los chasquidos que se oyen por todas partes rompen el corazón a cualquiera que cuide de su niña con ruedas y, con más razón, cuando aún te quedan años para pagarla.



Rompen la moldura de los aireadores del pasillo central, los hidráulicos de los somieres son arrancados de cuajo queriéndolos extender del todo más allá de su recorrido de apertura. Éste el el punto máximo y el tío la puso vertical del todo de un tirón brusco:

*imagen borrada por el servidor remoto

Para más tragedia, sin la sujeción que le proporcionaba el resorte, la tapa cae a plomo y golpea al poli extra-malo, el guía canino, que es un individuo deleznable, con mirada prepotente y con pinta de tratar a patadas todo lo que toca. Como le digo que por favor sea cuidadoso y no rompa nada más dice el muy canalla que somos nosotros los que tenemos que tener las cosas seguras para que no le causen a él golpes como el que acaba de recibir.

Es en esos momentos cuando uno quisiera tomarse la justicia por su mano y aplastar a la mísera cucaracha... pero tiene que morderse la lengua y saber que aún sería peor de otra manera...

Este funcionario vuelve a pasar casi otra hora registrando ¡exactamente lo mismo que el anterior! sin que el primer policía le advierta de que todo lo que está abriendo y cerrando y revolviendo y rompiendo ya está revisado.

El perro marca con las patas delanteras la zona del WC, seguramente por el olor del líquido químico azul que acabábamos de reponer en la gasolinera de esta mañana tras el desatasco.

Insisten en que ahí llevamos algo ilegal y que va a haber que desmontar todo el cassette inferior del WC químico y su tubería hacia el deposito adicional. Miran incluso dentro de él abriendo la válvula. Por suerte para ellos estaba recién limpio.

En un punto de esta zona de la furgo solemos llevar por seguridad para casos de robos o pérdidas de documentación este cartucho forrado



de poliestireno extruido flexible y cinta americana gris (para las heladas) que contiene lo esencial para una emergencia:



copias de llaves, copia del pasaporte, del DNI y del permiso de conducción, una tarjeta de débito y unos doscientos euros en efectivo.

Y entonces, en medio del frenesí buscador, se produce la hecatombe final: el militar ¡se pone a dar gritos de entusiasmo en griego intercalando la palabra heroína!

Un corro de diez furibundas hienas mostrando sus dientes y caras de odio rodean la furgo en busca de carnaza. Por los conocimientos básicos de griego del bachillerato se entiende un poco que unos a otros se preguntan de qué nacionalidad somos.

Mientras, el poli bueno corre a la comisaría murmurando el nombre de la droga a sus compañeros y esposa primero con las manos atrás y luego al banco metálico al que estaba allí incomunicado, angustiado y con la mayor de las incertidumbres durante casi ya hora y media. Indudablemente lo primero que le vino a la cabeza es que ya habían puesto algo ellos mismos tras no encontrar nada y que los próximos diez años los iba a pasar con servicio de habitaciones kurdo en cualquier sucia penitenciaría del país a cuatro mil kilómetros de casa. El hundimiento piscológico es total.

El guía canino hace palanca con viejos destornilladores torcidos y nuestro propio cuchillo cebollero de cocina para sacar la droga, no para de gritar, no acierta durante unos largos instantes a sacar lo que acaba de encontrar. El poli malo esposa al que queda con violencia, y vuelve a preguntar riéndose que le digamos ahora que no llevábamos nada.

Detenido y obligado a sentarse en el suelo mojado y en medio de la carroña, uno da instrucciones a otros de que pidan rápidamente un abogado de oficio que hable español.

Gran desilusión cuando ven el desazonador contenido del paquete de emergencias, que huelen incrédulos preguntando "¿Y esto por qué?".

Pasan en un instante de la euforia al mutismo incrédulo y la rabia les hace dudar ya de todo. Preguntaban si el cordón de soldadura ecuatorial que tienen los extintores (cualquier extintor mediano lo tiene) no será un doble fondo. Les rascan la pintura a los dos y desprecintan y descargan uno con total naturalidad apuntando al aire. Sigue lloviendo.

Ya no saben dónde mirar, se sientan en el asiento del conductor; rompen al abrirlas con fuerza las tapas de los espejos de cortesía; arrancan los plásticos del techo por encima del parasol y los recolocan a manotazos secos; despegan toda la goma de la parte inferior del marco del portón trasero; investigan el interior del compartimento de la bombona de gas; llegan a arrancar la parte trasera de la moqueta del suelo traccionándola de los embellecedores del umbral del portón...

El trato vejatorio llega al extremo del golpear ya por golpear en todo.

A la media hora, insistiendo en que ahí tiene que haber un doble fondo y que hay que desmontar el suelo entero, la ocurrencia de decirles con insistencia que tiene necesariamente que ser un error debido al líquido azul del WC y que hace dos años nos pasó lo mismo en un control canino en España, parece que milagrosamente es aceptada.

Nos interrogan de nuevo sobre el viaje, profesiones y todo lo demás. No les cuadra nada que dos tíos estén sólo dos días en Estambul después de casi cinco mil kilómetros de ida. No entienden que el destino del viaje sea en sí el propio recorrido. No entienden que no es necesario llegar en avión a los sitios y alojarse en hoteles, como hace todo el mundo.

Y, dejándonos tirados con la furgoneta entera desguazada por la acera bajo la lluvia, nos quitan las esposas y nos despachan con un: It's OK.



Se quedan mirándonos con chulería, de pie, y nos ordenan irnos. En ese momento, a su lado, un agente de la UAR de la Guardia Civil nos parece el tío más educado y cuidadoso del mundo.

Una hora después todavía teníamos en las muñecas las marcas de las esposas.

Dimos gracias a la suerte de que manifestaran evidentes signos de ser unos perfectos inútiles en el conocimiento de la arquitectura de un camper Westfalia porque ni un solo momento se les ocurrió accionar el techo elevable electrohidráulico y registrar el amplio espacio que hay entre la cama superior y el techo de fibra, capaz para cualquier cargamento diferente al de sets isotérmicos que nosotros transportábamos. Quizá porque no vieron los cierres que sí lleva el modelo de apertura manual.

No sabemos si durante el trayecto que hicimos siguiéndolos desde el museo a la comisaría nos podía estar siguiendo otro vehículo camuflado de apoyo, pero no estamos seguros de que sea muy eficaz este modo de permitir que nos hubiéramos podido deshacer de cualquier cosa ilegal simplemente dejándola caer por la ventanilla.

A las ocho de la tarde, tres horas después de que empezara la pesadilla, con la moral hundida, la sensación triste de que la seguridad jurídica en la Unión Europea sólo existe en los discursos electorales, vagamos angustiados sin rumbo, sin saber adónde podíamos ir con alguna seguridad. De hecho nos costó encontrar la salida del puerto porque estábamos descentrados, como cuando te acaban de dar una paliza o tienes un accidente... Llegamos a pensar que ser robado por una cuadrilla de kurdos tiene que ser más edificante que un registro de los garantes del orden del estado griego.

Salimos de la ciudad por una carretera paralela a la autopista desde la que habíamos llegado y hacemos kilómetros a lo tonto por varias rutas secundarias, con un desolador panorama tras nuestros asientos. Al final paramos en la gasolinera de ???? ?????? (Agia Marina) a limpiar, reparar y colocar lo más urgente (> exactamente aquí).

A las nueve y media volvemos al mismo punto donde nos había interceptado la pasma (> exactamente aquí), en la confluencia de las calles ????????? ???????/Dionysiou Solomou con ??????? ???????????/Ethnikis Antistaseos porque al menos allí podíamos comunicarnos por internet con los nuestros y contar lo sucedido por si se volvía a repetir.

Para más ironías de la vida  -casualidad-,  como veis, la calle donde nos encontrábamos estaba dedicada al famoso poeta griego Dionisos Solomós (otro poeta de nuevo) de cuyo himno a la libertad, de la que nos acababan de privar, se hizo nada menos que la letra del himno nacional griego.

La ansiedad se hacía por momentos mayor pensando que al día siguiente tendríamos que pasar por las mismas garitas donde habíamos sufrido este infierno. Y los policías podían ser otros, podían ser incluso peores, podían volver a desmontarlo todo,  podrían no estar informados de lo sucedido, podrían si quisieran hacernos perder el embarque con cualquier excusa... por ejemplo encontrar algo que esta noche alguien cuidadosamente se ocupara de esconder por los bajos...

Uno de nosotros, el más tragón, ni siquiera probó bocado hasta la mañana siguiente.

Y allí permanecimos, como animales asustados y agazapados en una guarida, recelando de cada ruido, de cada persona que pasaba andando, durante casi un día entero. Otra mala noche más. Y van tres.
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