Re:Viaje por África II ***AÑADIDO AL INDICE***

Iniciado por oscaryrut, Octubre 27, 2016, 18:24:09 pm

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pollo

Cuando veo las fotos de la gente de tus relatos, tan felices, contentos..., me acuerdo de todos mis amigos Gambianos del barrio, que se pasan el día buscando chatarra por los contenedores. Allí se les ve tan felices, que no llego a entender que hacen aquí, nosotros envidiamos el paisaje, los animales, la libertad que se respira allí, y ellos aquí.

el mundo esta loco

turbopoker

Zzzz danos alguna pista...
Oscaryrut mañana mas no?
El mejor consejo lo da la experiencia, pero siempre llega demasiado tarde....

Espartano

oscaryrut,

gracias por el relato,...voy dejando pasar los días con la esperanza de que vuelvas a escribir y retomo vuestro viaje leyendo lo de varios días....me ayuda a verlo más en el contexto.

Goré.....joder has hecho volar mi imaginación.

muchas gracias por mantener este relato para nosotros, aquí,...por el momento. A medida que voy leyendolo veo como nace un escritor,,,,al fin alguien que tiene cosas que contar,...reflexiones que hacer,...  diferencias que mostrarnos, Gracias

...tu estilo está mejorando mucho, ..y eso ayuda a comprender lo que habeis hecho. No han pasado muchos días desde que empezaste con esta crónica y veo que en ti tambien está produciendo un cambio...se ve en la narración y en la mejora de tu escritura,,,,,,,,pero se que corresponde una mejora "integral " ( ...jejeje, siempre odio cuando escucho este palabro así usado,,, .meparto,...pero me entiendes ), hoy eres ya "otra cosa " diferente de cuando empezaste a compartirlo con nosotros.....y permíteme : me gusta que nuestra simple lectura haya contribuido a ese cambio.

vivo en el Maresme, cojo el tren a veces y veo las misma caras que las de eso niños de las fotos que tomasteis...., son las mismas caras pero no tienen los mismos ojos....es una mierda que pongan tanta o más ilusión que vosotros en vuestro viaje y les esperemos, aquí, con recelos y miseria.

un abrazo,
no hace falta divertirse para beber

oscaryrut

Maldito insomnio. Llevo desde las 4 dando vueltas en la cama. Todos nosotros, cuando viajamos, elegimos por donde pasamos, elegimos la ruta, intentamos buscar el camino que nos parece más fácil o más difícil, dependiendo del nivel aventurero de ese día. Buscamos en el mapa la manera de llegar a aquella zona tan remota, tan lejana, sin saber que narices habrá en ella al llegar. Son esos rincones en el mapa, que quedan pegados a las fronteras del país vecino o que suelen morir en el mar, los llamados finales del mundo. A veces pienso que es puro morbo, lo que traducido a lo que hacemos es pura exploración o pura vida. Tener la libertad de poder ir donde quieras porque tu eres el dueño de tu aventura quizás responda a la eterna pregunta de que tendrá África, que tanto engancha, o que tendrá viajar, que todo el que lo prueba ya no lo deja.

He abierto el mapa para empezar la crónica de hoy y se me han ido los ojos a todos los rincones que no pudimos ver. Las fronteras de Guinea con sus países vecinos son de esas fronteras que bien te podrías estar una vida explorándolas. Selvas impenetrables, ríos caudalosos y infranqueables, reservas naturales, montañas húmedas. Sigues las lineas blancas que marca el mapa que son pistas y ves que finalizan al pie de cordilleras o en lineas azules que marcan como ríos. Me echo a temblar.

Esta vez, el mapa los desplegamos de buena mañana sobre el capo del Nissan. La cafetera ya aullaba y las gotas de café, negro y caliente, caían sobre la chapa marrón. Mira por aquí pinta que tiene que estar bien, vamos hasta Kerouané y volvemos a preguntar. Recuerdo que en este trocito de vida, nos encontramos con un río donde la gente buscaba oro. Era como en las películas de Oeste Americano. Había gente con los pantalones remangados hasta la rodilla, metidos en el agua y decantando la arena y el agua en busca del material precioso.

Estábamos pletóricos de fuerza y energía. Siempre con nuestra manga larga, nuestro pantalón largo, rojos de tanto polvo, con la camiseta sudada pero con la mueca de felicidad marcada en el rostro, así empezábamos el día y así lo acabábamos, siempre con un mapa y  los deberes a medio hacer, era encantador. Almorzábamos café con algo de pan y aceite, comíamos alguna conserva de judías, lentejas o garbanzos a la jardinera, y cenábamos algo de verdura que íbamos comprando en las aldeas y siempre mucha fruta, conocida y extraña.

Algún día, como cuando llegamos a Macenta, encontrábamos lugares que te podían hacer pollo con patatas fritas, estos sitios eran un plus. Éramos Asterix y Obelix con sus jabalíes. Nos subíamos al Patrol con la barriga bien llena y con una sonrisa de oreja a oreja, dispuestos a comernos otro trocito de mundo.

Un día, comprando aceite de palma sin refinar, un paisano nos dijo, que dejásemos la ruta principal y siguiésemos la pista unos tres kilómetros. No acertamos a entender lo que aquel hombre decía. Le pont, le pont, eso era lo que salía de su boca. Rut y yo nos miramos y los dos movimos la cabeza. La pista remontaba, por la banda derecha, un enorme río. Íbamos a ciegas, ni siquiera contamos los kilómetros. Si había algo que realmente fuese interesante, ya lo veríamos, y sino pues veríamos algún rincón más de esta Guinea. Y si, me imagino que despues de esos tres kilómetros, allí estaba.

No acabo de entender como el ser humano, el mismo ser que camina sobre dos piernas, el mismo que razona, que ama, que crea, que piensa, es capaz de hacer cosas capaces de destruir algo tan grande como un planeta y a la vez construir algo tan sumamente hermoso, sublime, excelente, celestial, como lo que estábamos contemplando. Era un puente que unía dos orillas, dos aldeas. Un puente que salvaba un río. Un puente realizado por profetas y sabios con instinto, ignorantes de las matemáticas, un puente cargado de ecuaciones y fórmulas. Era algo colosal.

Lo atravesamos una y otra vez. Nos fijábamos en su laborioso montaje. Nos hacía ser pequeñitos elementos ante tantísima grandeza. Medía 70 metros de largo y estaba hecho en su integridad de lianas, de material vegetal, de algo orgánico suministrado por la naturaleza. Fue inmenso encontrarlo.

oscaryrut


oscaryrut

Me dejáis sin palabras con vuestros comentarios. Supongo que viajes a estos sitios, hacen que a la vuelta veas las cosas un pelín diferentes, y en cierta manera, todo y llevar aquí algún año desde que ocurrió, escribirlas, nos hace volver a saborear aquella esencia.

Un fuerte abrazo a tod@s

Jesús M

Hola de nuevo Oscar y Rut. No me canso de agradecerte que nos hagas partícipes de esta maravillosa aventura que es explorar África. Ni tan siquiera te hace falta plantearte el escribir un libro, de hecho ya lo estás haciendo con esta estupenda crónica, sólo tienes que recopilar lo escrito y hacer una selección de las fotos que has subido y... voilà, ya tienes un libro con todo lujo de detalles. Es como si estuviese viviendo el instante que describes en cada párrafo del relato.
Muchísimas gracias y sigue escribiendo, por favor.
Saludos muy cordiales .ereselmejor .ereselmejor .ereselmejor
No hay persona, lugar ni cosa que tenga ningún poder sobre nosotros, el poder está en ti

luises

Cómo sabrás por mis mensajes, llevo aquí desde el inicio del hilo siguiendo los capítulos de uno en uno. Me encanta esta crónica, entretiene, emociona, te hace pensar y las fotos son geniales.

Creo que con este hilo estamos creciendo todos o muchos de nosotros. En mi personalmente ha cambiado la manera de ver África y se ha encendido una llama que nunca había estado ahí. Por el resto de lectores no puedo hablar, pero pienso que muchos coincidirán conmigo y otros ya lo han ido expresando a lo largo del hilo. Y en cuanto a ti, coincido plenamente con que también has evolucionado, tu manera de escribir, que empezó siendo correcta para una crónica, ahora deja tintes novelescos que hacen que lo que antes era muy bueno, ahora sea sublime.

MUCHAS GRACIAS!

edort

Madre mía....hacía muchos meses que no entraba en el foro....pero hoy me leído el relato de cabo a rabo...una pasada como consigues relatar la experiencias que vivisteis....
Enhorabuena!!!!!

oscaryrut

Noviembre 25, 2016, 10:38:35 am #189 Ultima modificación: Noviembre 25, 2016, 11:58:35 am por oscaryrut
Por la tarde llegamos a Nzerekodé, la capital de la Guinea Foré y ya la última ciudad importante al Sur de Guinea. Era la antesala a nuestra llegada a Costa de Marfil y era Navidad. No somos muy de celebrarlo, pero cuando estás tan lejos de casa, te vienen sentimientos muy escondidos que hasta produce extrañeza notarlos florecer. Un puntito de melancolía, sobretodo de la familia. Supongo que todos tenemos esa auténtica navidad metida dentro.

También se da el sentimiento, más curioso si cabe, de sentir que eres de algún sitio. Los dos somos bastante apádridas en ese sentido, pero no puedo negar que cuando estas tan y tan lejos, notas la necesidad de saber de tu país. Huyes de el para luego estar nostálgico. Creo que todo acaba siendo nostalgia y melancolía de tu gente.

Pusimos orden a todo. El albergue donde nos instalamos, tenía un patio para poder guardar el Nissan y rodeado de muros, te daba la sensación de estar resguardado, de estar en tu gran parcela, esa gran parcela tan añorada y que tan cara, ultimamente, se había puesto. Vaciamos el coche para poderlo limpiar bien y en cierto modo fue como una despedida. Entraríamos en breve en otro país y inconscientemente, parecía que estuviésemos poniéndonos el traje de los domingos para entrar con buen pie. Limpiamos la ropa, nos dimos una gran ducha con la tan añorada agua caliente y pedimos que nos cocinasen un pollo con patatas, un pollo campestre, nuestro último pollo Guineano, para celebrar la navidad.

Fueron dos días, almacenando recuerdos, vivencias, experiencias, cada cosa tenía que ir en su espacio. Ahora tocaba dejar un hueco inmenso para lo que venía. Fueron dos días de limpieza en todos los aspectos, vaciar las pilas que quedaban para poner otras nuevas. No teníamos ni idea de como iba a ser Costa de Marfil, hostil, seguro que no, en África no hay hostilidad, pero si toda la incertidumbre  del mundo.

Paseábamos por la ciudad, y hablábamos con todo el que se nos acercaba, curioso, a preguntarnos de donde salíamos. Estuvimos mirando las famosas motos chinas que tienen monopolizado el mercado africano y que tanto nos habían impresionado. Estos cacharros, en las manos de los paisanos, son auténticas motos de montaña. Aquí las vendían nuevas, y la verdad que por precios, era una golosina poder alcanzar a comprar una y montarte un viaje por este país, al estilo Guineano. Con precisión y sin prisas.

Compramos todo tipo de "chuches" para la nueva singladura, y visitamos el mercado de Nzerekodé. Aquí recuerdo haber tenido la experiencia olfativa más fuerte que jamás halla tenido. Fue demoledor el edor, tanto que no insistimos en derrotarlo. Nunca supimos que era lo que inundaba aquella parte del mercado con ese olor. Recuerdo, también, la compra que hicimos de camisetas y pantalones. El viaje estaba pasándole la factura a todo, inclusive, el material téxtil. Por más lavadas que hicieses, el rojo era el color estrella en todo, estaba ya incrustado hasta en nuestra genética. Vernos de azul o de verde era toda una novedad.

Emprendimos la marcha y ya el aire fronterizo andaba en el ambiente. Cierto nivel de tensión recorría nuestro cuerpo, llevadero pero notable. El último puesto de control aduanero esta en el pueblo de Nzó, y como nuestra entrada a Guinea, la salida también fue dura, maliciosa, militar y rígida. Nada correspondida con el nivel de hospitalidad de la gente del país, pero es en estos lugares, donde se puede acumular toda la corrupción inexistente en todo un territorio. Un solo tipo te puede amargar toda una experiencia, todo un recuerdo. Por desgracia, para el, nosotros ya nos habíamos convertido en luchadores de Sumo, y no pudo sacarnos ni un solo franco Guineano. Fue mayúsculo su enfado.

Y la entrada al nuevo país fue dócil, suave, aterciopelada. Sello aquí, sello ayá y una bonita, inesperada y sincera encajada de manos. Bienvenidos a Costa de Marfil

oscaryrut


oscaryrut


GODIMIL


coruñés

Qué placer leer vuestra crónica.

Nos quedamos a la espera de la aventura marfileña

j.arcadio

Buenísimo relato, sigue así .ereselmejor